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Distanciamiento: una alarma ante el exceso de pornografía
- 23/01/2020 00:00
- 23/01/2020 00:00
En la intimidad, algunos apuestan por diferentes métodos para aumentar la libido y hay quienes logran un grado mayor de excitación a través de la pornografía. Cuando esta práctica se vuelve parte de la cotidianidad, es posible que inicien los conflictos.
Según un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, la pornografía desencadena en el cerebro de las personas que sufren de adicción sexual reacciones similares a las que causan las drogas en el cerebro de los adictos a esas sustancias.
El psicólogo especialista en sexualidad, Pedro Rondón, comenta que la pornografía afecta la intimidad llegando a ocasionar que el individuo se distancie de su pareja. “Esto disminuye su frecuencia sexual; deja de tener relaciones ya que prefiere masturbarse mientras mira pornografía. Con este patrón el individuo utiliza este método para activar su función sexual; es decir, tiene una fijación hacia el porno”.
De acuerdo con Rondón, las causas de este comportamiento pueden ser diversas.
“La alteración puede tener un origen primario (cuando se presenta desde la primera vez que inicia su actividad sexual, ya sea consigo mismo o con una pareja) o secundario (cuando se produce después de haber tenido una actividad sexual operativa)”, explica.
Desde la aparición de Internet, el consumo de pornografía se ha disparado. Pornhub, la web de porno gratuito más grande de la red, recibió más de 33,500 millones de visitas, solo en 2018.
El psicólogo señala que existen algunos criterios para considerar cuándo el consumo de pornografía puede catalogarse como una irregularidad. El sujeto muestra “dificultades (miedos irracionales) para relacionarse con otros, pensamientos negativos y conductas compulsivas”.
“La persona que padece la alteración se ve afectada psicológicamente porque se siente deprimida al saber que es dependiente de una situación que no puede controlar y esto afecta su autoestima y su capacidad para relacionarse sexualmente con otras personas”, sustenta el sexólogo.
El adicto a la pornografía “no puede concentrarse en otras actividades, ya sean laborales o de estudios, sus niveles de rendimiento y productividad disminuyen. Si está en el trabajo, deja de hacer sus tareas para ver porno, llegando incluso a perder su empleo. Lo mismo sucede en el ámbito académico”, afirma.
El especialista manifiesta que una de las consecuencias del consumo excesivo de pornografía es la baja frecuencia en la intimidad, el aislamiento, el distanciamiento y la discordia en la pareja, hasta un resquebrajamiento total de la relación.
Puntualiza que puede causar problemas de erección, ya que en ausencia del estímulo (la pornografía) difícilmente logrará el estado eréctil.
“La ansiedad, el miedo a no lograr la erección y la presencia de pensamientos anticipatorios negativos es una combinación perfecta para que haya fallas de erección”, agrega.
Rondón comenta que existe la posibilidad de que una persona pueda llegar al grado de desensibilización en el sexo al consumir pornografía constantemente.
“En un momento determinado puede que a la persona no le excite lo convencional y busque situaciones cada vez más extremas. En algún momento esto tampoco va a funcionar como un método de excitación y va a generar frustraciones en ellos”, apunta.
Agrega que además, existe una relación directa entre el consumo de pornografía y comportamientos sexuales de riesgo. En la pornografía se recrean conductas extremas, promiscuas, sin uso de preservativos, sadomasoquismo, con estereotipos sexuales irreales; lo extremo y peligroso se ve como algo natural”.
El especialista señala que las consecuencias se pueden ver reflejadas en el día a día: “una persona puede dejar de ser productiva, no rinde en sus estudios; si no puede acceder a la pornografía se pondrá de mal humor, irritable, agresiva”.
Otras afectaciones radican en las pocas posibilidades de encontrar pareja y relacionarse sexualmente. “El acto sexual será sin consenso, agresivo y egoísta. El aislamiento y el rechazo de los demás hace que el individuo se centre más en la pornografía como vía de escape y refuerza su conducta. Puede generar distorsiones sobre lo que se debe y no se debe hacer en el ámbito sexual y presionar a la pareja para que haga cosas que no desea”.
La médico sexóloga Ecjoyster Barradas enfatiza que el uso continuo de material pornográfico termina por alterar el funcionamiento del cerebro “como en todas las adicciones, cada vez requiere de seguir buscando este tipo de contenido. Lo importante y primero que debe suceder es reconocer que tiene esa adicción y buscar la ayuda de un profesional, un médico sexólogo o un psicólogo sexólogo, para que evalúe el problema, tomando en cuenta desde cuándo se inicia la adicción, cómo afecta a su modo de pensar, sentir y actuar con respecto a su sexualidad y a su pareja”, indica.
“Todo esto con el fin de adecuar su tratamiento, para seleccionar las estrategias necesarias en función de solucionar el problema”, remarca.
Barradas expresa que “entre más tiempo lleva en ello, más se le dificulta al sujeto aceptar la ayuda necesaria y si la acepta, se le hace difícil comprometerse con la terapia”.
Rondón comenta que la adicción a la pornografía es consciente. “La persona que la padece sabe que la tiene y también sabe cómo activar su especificidad. Tiene conciencia de la situación patológica y no puede evitarla”. En estos casos, aconseja la terapia sexual, conducida por un profesional calificado, de la rama de la medicina o la psicología con especialidad en sexología.
“Las variantes sexuales son recomendadas para evitar las fijaciones y la rutina como formas de estimulación sexual. La información sexual, los hábitos de vida saludables, la intervención oportuna cuando se detectan problemas de personalidad, aislamiento social, ansiedad, trastornos obsesivos, son fundamentales para prevenir estas situaciones”, manifiesta.
Enfatiza que en estos casos es ideal acudir a terapia de relajación para manejar la ansiedad y la presentación de estímulos aversivos asociados a la pornografía. “El reforzamiento de métodos de estimulación sexual, sobre todo los que incluyen los cinco sentidos y la capacidad de fantasear, evocar e imaginar situaciones sexuales. El manejo de pensamientos negativos, mindfulness, terapias de realidad virtual y la información sexual apropiada se aplican con éxito, aunque no es una alteración fácil de tratar”.