Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 17/12/2019 00:00
- 17/12/2019 00:00
Desde su descubrimiento en el siglo XX, el antibiótico permitió disminuir notablemente la mortalidad a nivel mundial por enfermedades provocadas por bacterias y virus de la época. Sin embargo, hoy la situación es otra, y es que la aparición de la resistencia antimicrobiana ha hecho que el tratamiento de las enfermedades infecciosas se vuelva una tarea desafiante para el médico que debe brindar opciones terapéuticas, racionales y basadas en evidencias para mejorar la salud de los pacientes.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la resistencia antimicrobiana o bacteriana (RAM) particularmente en bacterias gramnegativas es catalogada como una de las mayores amenazas para la salud global, que puede afectar a cualquier persona y sin distinción de edad. Se estima que la RAM causa 700,000 muertes anualmente y si no se implementan acciones como el correcto lavado de manos y el uso correcto de antibióticos, se espera que para el año 2050 se den 10 millones de muertes por esta causa.
En ese sentido, la doctora Ana Belén Araúz, presidenta de la Asociación de Enfermedades Infecciosas de Panamá, explicó que si no se toman las debidas acciones en este momento sobre el uso correcto de los antibióticos para frenar de alguna forma la RAM, será un problema mucho mayor en el futuro.
“A nivel hospitalario los principales problemas en cuanto a la RAM son los bacilos gramnegativos como las Pseudomonas aeruginosa (una especie de bacterias gramnegativas, aeróbicas, con motilidad unipolar), el Acinetobacter baumannii que generalmente son bacterias asociadas a los hospitales y que son frecuentemente resistentes a los antibióticos”, destacó Araúz .
Un Informe publicado por la OMS en 2014 señala que la resistencia a los antibióticos prolonga la duración de las enfermedades y aumenta el riesgo de muerte.
Por ejemplo, se calcula que las personas infectadas por Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina tienen una probabilidad de morir un 64% mayor que las infectadas por cepas no resistentes.
La resistencia también aumenta el costo de la atención sanitaria, pues alarga las estancias en el hospital y requiere más cuidados intensivos.
La doctora María Virginia Villegas, experta en el área de resistencia antimicrobiana, hizo especial énfasis en la importancia de contar con un Programa de Optimización de Antibióticos (PROA) en los centros hospitalarios. “Con la implementación de este programa dentro de los hospitales, un equipo multidisciplinario de especialistas (infectólogos, químicofarmacéutico, microbiologo), trabajaría en conjunto para brindar el tratamiento antimicrobiano correcto para los pacientes. Esto aporta a la disminución de la resistencia bacteriana y además, contribuye a un mejor uso de los recursos”, acotó la científica colombiana durante un taller realizado por Pfizer en Panamá.
La médica infectóloga indicó que las personas y las farmacias también están contribuyendo al mal uso de los antibióticos que en la mayoría de los casos permite la resistencia de las bacterias. Añadió que está comprobado que cuando en médico utiliza el antibiótico adecuado disminuye la mortalidad, morbilidad, los costos y los efectos secundarios del antibiótico en un paciente.
“Este es un reto para los diferentes países del mundo para tratar infecciones comunes. Un mal uso de un antibiótico aumenta el costo de la atención sanitaria por el incremento en la duración de las hospitalizaciones y la necesidad de una atención intensiva”, subrayó.
El doctor Marc Sprenger, director de la Secretaría para la Lucha contra la Resistencia a los Antimicrobianos de la OMS, dijo durante una reunión en las Naciones Unidas, que “desde el decenio de 1960, en la OMS se viene hablando de la resistencia a los antimicrobianos, y desde el año 2000 se han elaborado planes, pero ahora está pasando de ser un problema técnico a convertirse en un problema político de más alto nivel”, y añadió que este cambio y el amplio consenso que existe sobre lo que debe hacerse son razones para mantener el optimismo.
Los médicos, enfermeros, veterinarios y otros trabajadores de la salud recomiendan no recetar ni dispensar antibióticos a menos que sean realmente necesarios, y una vez adoptadas todas las medidas posibles para averiguar y confirmar qué antibiótico debe recibir el paciente, o el animal al que está tratando.
Se calcula que actualmente en la mitad de los casos los antibióticos se recetan para afecciones de origen viral, para las que carecen de eficacia. También es de suma importancia mantener constantemente un buen lavado de manos y trabajar con instrumentos hospitalarios limpios para evitar cualquier tipo de infección.
La higiene de las manos debería ser una prioridad para la población en general. Las bacterias no hacen una diferencia si la persona es política o si es de alguna región, Nos afecta a todos y la lucha nos incumbe también. Todos debemos lavarnos las manos correctamente, resaltó la doctora Monique Baudrit, gerente médico de la Unidad de Hospitales de Pfizer Centroamérica y Caribe.
“En Panamá se tienen varios tipos de resistencias bacterianas. Se habla de resistencia de tipo betalactamasas, es uno de los principales mecanismos de resistencia bacteriana, e incluso en Panamá hubo una epidemia por KPC y es un tema que no es ajeno para los médicos del país”, dijo.
“Solo tome antibióticos si han sido recetados por un profesional de la salud debidamente cualificado, pero tampoco tenga reparos en preguntar por ellos si realmente cree necesitarlos”, enfatizó Sprenger.
Agregó que “si toma antibióticos, complete siempre el tratamiento, aunque se sienta usted mejor: interrumpir los tratamientos antes de tiempo propicia el desarrollo de bacterias farmacorresistentes”.
El representante de la OMS también hizo recomendaciones para el sector agrícola. Recomendó a los trabajadores de ese sector que cuando administren antibióticos a los animales se utilicen únicamente para el control o el tratamiento de enfermedades infecciosas y bajo supervisión veterinaria.
“El uso indebido de antibióticos en la ganadería, la acuicultura o el crecimiento de cultivos es uno de los principales factores que favorecen la resistencia a los antibióticos y su propagación al medio ambiente, la cadena alimentaria y los seres humanos. Mantener las instalaciones limpias y sin hacinamiento y vacunar al ganado puede reducir la necesidad de utilizar antibióticos”, apuntó.
Es primordial contar con sólidos planes de acción nacionales para el control de la resistencia a los antibióticos. También son esenciales las siguientes medidas: mejorar la vigilancia de las infecciones resistentes a los antibióticos; regular el uso adecuado de medicamentos de calidad e informar al público sobre los peligros que conlleva un uso excesivo de estos fármacos.
Sprenger instó a la industria farmacéutica a acelerar e intensificar sus esfuerzos para investigar y desarrollar nuevos antibióticos, “aunque también debemos aplicar nuevas estrategias para estimular las actividades pertinentes de I+D. Muchos hablan de 'gran vacío' para referirse a la falta de descubrimientos importantes desde finales de la década de 1980. La carrera entre el desarrollo de nuevos fármacos y la evolución bacteriana ya está en pleno curso.
Seguramente no esté de más incentivar el desarrollo de nuevos antibióticos. Empezamos a observar, no obstante, algunas tendencias alentadoras”.