“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
‘Ruby visita el Museo Afroantillano de Panamá’
- 16/06/2024 00:00
- 15/06/2024 16:54
Ruby, Visita el Museo Afroantillano de Panamá (2022), es un pequeño libro para niños, confeccionado por Juan Ríos Vega y Melva Lowe de Goodin, dos académicos dedicados a estudiar la presencia afroantillana en Panamá. Las ilustraciones del texto fueron realizadas por Ríos Vega que acompañan la historia de principio a fin.
En efecto, se trata de Ruby, una niña colonense que visita el Museo Antillano de Panamá, de la mano de su abuelo. Salen de Colón en bus y, a pesar de que sufre una avería en el camino, logran llegar a tiempo al museo, que había sido la antigua Capilla de la Misión Cristiana, construida entre 1909 y 1910, en el barrio obrero y afroantillano del Marañón, un barrio de cuartos en el que, parafraseando al poeta Demetrio Herrera Sevillano, no entraba el sol.
Esa visita es parte de la educación sentimental de Ruby, una educación que forma parte de los resortes narrativos que se ha formado en Panamá sobre la presencia antillana en el país a través de los años.
Es evidente el objetivo de los autores que, como educadores que son, elaboran un mensaje positivo de la presencia antillana. No se podía esperar otro resultado, pues Ruby, que tiene una relación muy armónica con su abuelo, es una niña muy curiosa por sus orígenes caribeños.
Y, en este sentido, el mensaje es quizás muy positivo. Esto no es reprochable, no obstante, si no es por el hecho de que cuenta sobre la división realizada en la Zona del Canal, entre el silver roll y el gold roll, que dividía a la población canalera trabajadora entre negros y blancos, podría decirse que, en Panamá, de acuerdo con lo que escucha Ruby de su abuelo, no había pasado nada con la historia racista del país, es decir, discriminación, estigmatización y conflicto solo pasó en la Zona del Canal.
Del lado panameño, donde queda el museo, en el barrio del Marañón, cuya vida caribeña ha desaparecido por completo (y, por cierto, no por arte de magia), no pasó absolutamente nada y, como todos sabemos en Panamá, la construcción misma del Canal le costó la vida a cientos de miles de caribeños por las enfermedades, los derrumbes y la dinamita.
Esta historia de Ruby es una historia que evita una herida, pues la inmigración antillana, por décadas enteras, vivió entre la incertidumbre, el miedo a la deportación y la asimilación. En este sentido, el abuelo sí logra decir, con respecto a la Zona, que hubo resistencia a ese sistema de silver roll y gold roll, pero de Panamá, no se dice una sola palabra. Y esto es lo que sorprende, pues los autores saben perfectamente bien lo que ocurrió en el país, fuera de la Zona del Canal, con la población antillana, que no fue necesariamente un cuento para dormir, porque, si se trata de cuentos para niños, en el sentido más convencional de la palabra, hasta en los cuentos de hadas hay verdaderos momentos de tensión y de peligro. Y hasta de muerte.
Pero esta no es la intención de los autores, en otras palabras, un cuento para niños no significa recrear el miedo, aunque, lo que sí se puede aprender de los cuentos convencionales es advertirnos sobre los peligros y entrar en las heridas que duelen para intentar sanarlas.
Ciertamente, Ruby visita el museo, donde descubre su identidad antillana, pero lo más abyecto de la historia caribeña, cuyos antepasados habían sido esclavizados, no lo llega a saber. Ahora bien, ¿por qué no debería saberlo si ya tiene la edad?
El museo presenta objetos que son intermediados por la historia que cuenta el abuelo, quien se llama Charles, y este punto, sin duda alguna, no deja tampoco de ser interesante, pues, como se sabe, por la presión asimilacionista, los hijos de los antillanos eran bautizados, los varones, como Carlos, Ricardo o Gerardo. Y las chicas, como por ejemplo Vielka, lo conservaban sin problemas.
Lo que queda claro en la historia es que el abuelo nació en Panamá, cuyo padre era de Jamaica y la madre de Barbados, y esto corresponde al hecho de que Panamá era un punto de encuentro de la migración caribeña.
En efecto, aunque no se mencionen algunos eventos o situaciones sensibles de la historia, se muestra la muy buena voluntad del abuelo por transmitirle a su nieta la historia caribeña, porque además se sabe que, por la presión asimilacionista, hasta los abuelos se prohibían de hablarles en inglés a sus nietos para no ser discriminados en algunos hogares en Panamá.
El libro está dividido entre la historia que se cuenta y una guía instructiva para hacer la colcha yo-yo y el pan Bon. Y cierra con un glosario de las imágenes aparecidas en el transcurso de la visita al museo.
Hay que decir que Ríos Vega hace un fino y cuidadoso trabajo de ilustración, donde está presente lo popular, la diversidad étnica del país y el colorido. Fue un placer detenerse en estas imágenes y descubrir el gusto del autor por los detalles.
Otro gran punto a favor del libro es que está editado tanto en español como en inglés. No podía ser de otra manera por la misma historia de Panamá y, en particular, por la historia de la migración caribeña en el país.
Ruby visita el Museo Afroantillano de Panamá es una visita que todos deberíamos hacer.