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- 08/04/2009 02:00
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PANAMÁ. Los manglares ofrecen gran cantidad de beneficios a los ecosistemas. Además d e poseer un valor estético y recreativo, sirven de barrera protectora contra los huracanes, controlan las inundaciones, protegen las costas y sirven de filtro para mejorar la calidad del agua.
Estos árboles salinos juegan un papel muy importante en las costas tropicales y proporcionan gran cantidad de beneficios para la humanidad. Ellos favorecen la acumulación de un excedente de materia orgánica que es el nutrimento directo de diversas especies que se utilizan como alimentos.
Los manglares también constituyen para muchas familias panameñas la base de su subsistencia económica, que ven en la pesca de peces y camarones su mejor recurso económico. Un diagnóstico del estado actual de los mangles y su relación con la pesca realizado por la Fundación Natura en el Golfo de Montijo reveló que existen alrededor de 180 especies marinas de peces de las cuales 110 son comercializadas por pescadores artesanales.
El Golfo de Montijo es una de las áreas del país que mantiene una superficie extensa de manglares. Lo que nos indica la enorme importancia de los árboles salinos para la pesca.
No hay duda, los manglares son el mejor hábitat para conservar la fauna marina en una condición aceptable; además, son un elemento indispensable para hacer de la pescadería una actividad económica fructífera. Pero pese a la enorme importancia de estos conglomerados de árboles, su extensión a escala mundial ha disminuido con los años.
A unque, Panamá posee la mayor superficie de manglares en toda Centroamérica y ocupa la sexta posición en todo el continente americano, el ecosistema ha sufrido las alteraciones de la mano del hombre afectando el desarrollo de este importante componente de la fauna y flora marina.
La reforestación de nuestras playas y zonas costeras es un bien necesario para conservarlo y para el bienestar a largo plazo de las personas que viven de la actividad pesquera.
Las forestaciones globales de manglar están desapareciendo a una tasa de 1% a 2%, un ritmo que sobrepasa la destrucción de los ecosistemas marinos, los arrecifes de coral y los bosques tropicales, según señala la página web de Mongabay.com
Esto nos lleva a la conclusión de que el uso y la conservación de este recurso no ha sido el adecuado por lo que se prevé su reducción a niveles drás ticos en el mundo.