Seguridad energética: el nuevo escenario en Latinoamérica

Actualizado
  • 27/04/2022 00:00
Creado
  • 27/04/2022 00:00
Las nuevas discusiones en la región están enfocadas en el rumbo que las naciones tendrán que seguir para acabar con la dependencia energética de los combustibles fósiles, y garantizar el suministro de energía para el desarrollo
El suministro energético será el mayor desafío de integración regional y colaboración internacional.

Con la continuidad de una pandemia y los múltiples efectos de una guerra que se prolonga, Latinoamérica se enfrenta a nuevos desafíos como la seguridad energética y el calentamiento global.

Estos han pasado a ser el centro de la escena, según el Banco Mundial (BM), trayendo nuevas discusiones en la región, enfocadas en el rumbo que las naciones tendrán que seguir para acabar con la dependencia energética de los combustibles fósiles, garantizar el suministro de energía para el desarrollo y proteger el medioambiente para las nuevas generaciones.

En este panorama escuchamos las voces que se proyectan a favor de una transición totalmente “verde”, en contraste con las que aún consideran que es necesaria la diversificación de la matriz energética.

Un panorama retador
'Es fundamental guardar reservas energéticas para los tiempos de crisis', afirmó el doctor Erwin Plett.

Mientras los países de la región buscan mantener la seguridad energética con las perspectivas de soberanía de sus recursos, sus sistemas y la resiliencia de los mercados y las inversiones, bajo la consigna de “garantizar una energía segura, asequible y sostenible”, la realidad es que está ligada a los combustibles fósiles y, por ende, su afectación al clima.

En la actualidad, con la crisis de energía producto de la invasión rusa a Ucrania, siendo una situación que desestabiliza fuentes y cadenas de suministro energético, habrá un gran desafío de integración regional y colaboración internacional para mantener estable la “canasta energética” de cada nación según sus necesidades, pero a su vez, con dirección hacia las energías limpias y restitución del ambiente.

Teniendo en consideración que la ventaja en cuanto a seguridad energética en Latinoamérica, hasta el momento la llevan aquellos países que son exportadores netos de combustibles, son estos los que más sufren esta vorágine de inestabilidad en cuanto a los precios y en el peor de los casos, el desabastecimiento.

Las renovables y el ambiente

En cuanto a este tema, el Dr. Erwin Plett, CEO de la empresa Low Carbon Chile SpA, y director de la Asociación Chilena de Hidrógeno A.G., analizó en una entrevista por qué es necesario incrementar las energías renovables y no descuidar al ambiente, en medio de esta situación:

“Considero fundamental que nadie y ningún gobierno prometa completa seguridad, porque eso es una ilusión que se puede pagar muy caro. Lo más costoso para una sociedad es quedarse sin energía para su quehacer diario”, dijo.

“Se deben tomar las precauciones necesarias para casos de interrupción de suministro, y eso significa tener una acumulación de reservas energéticas localmente. Por ejemplo, ayudan las energías renovables que normalmente son de origen local, y por lo tanto tienen menos dependencia externa”, añadió el experto y embajador de la Estrategia de Hidrógeno Verde, nombrado por el Ministerio de Energía de Chile.

Asimismo, Plett resaltó la importancia de que “los acelerados cambios que estamos viviendo hacia el uso de energías más limpias deben ser sustentables, donde se respeten el medio ambiente y las comunidades”.

“Para que el desarrollo energético sea una buena noticia para todos, debemos asegurar que cumpla con estándares de sustentabilidad y que ocurra de manera descentralizada, promoviendo capacitaciones y reconversión de empleo local”, enfatizó.

De acuerdo con el experto, es preciso hallar opciones para resguardar el medio ambiente y las personas que habitan territorios cercanos a proyectos energéticos renovables, incluyendo “la reparación de situaciones pasadas de perjuicios a personas y comunidades, y pensar en cómo relacionarnos de una mejor manera de aquí en adelante”.

Plett detalló que es necesario resguardar la infraestructura crítica para la generación, el almacenamiento, la transmisión o el transporte, y la distribución energética, lo cual solo será posible con el apoyo de la población entera.

Y es necesario tomar las acciones prioritarias para avanzar en pro de las energías renovables, de la calidad energética y la adaptación al cambio climático de los sistemas energéticos.

El especialista concluyó en la importancia de fomentar el almacenamiento de las energías limpias a través de las formas más habituales a nivel mundial, como centrales hídricas de bombeo, las baterías electroquímicas y el almacenamiento de fluidos térmicos, sin descartar el auge que ha tomado el hidrógeno verde.

“Sin embargo, está en avance otra forma flexible de almacenar electricidad renovable en forma de moléculas de hidrógeno (hidrógeno verde) y todos sus derivados energéticos. Es decir, se almacena la electricidad después de su generación natural (por ejemplo, fotovoltaica y eólica) en forma de moléculas energéticas, y se utilizan cuando no hay sol o viento para evitar el uso de combustibles fósiles, expresó el Dr. Plett.

Enseñanzas de una crisis

Para Plett, sin duda, tanto la pandemia como la guerra actual han dejado varias enseñanzas al sector de energía y a la sociedad a nivel global, sin embargo, es necesario profundizar sobre varios puntos importantes:

“Esta crisis energética y geopolítica nos muestra nuevamente que nada es seguro y no se puede dar por sentado que viviremos en un mundo ideal y pacífico. Como sociedad es importante tener una logística estratégica; también guardar reservas energéticas para los tiempos de crisis. La covid-19 nos enseñó que no teníamos establecida una logística estratégica, y se cortaron muchas cadenas de suministro”, señaló.

“Una sociedad debe tener un excedente de energía para que haya división del trabajo, creación de especialistas, crecimiento de las ciudades, y un excedente sustancialmente mayor para tener una amplia proliferación de riqueza, arte, cultura y otros servicios sociales”, zanjó.

“Las fluctuaciones o crisis económicas tienden a ser consecuencia, directa o indirectamente, de variaciones en el acceso de una sociedad a energía barata y abundante. El crecimiento económico y la estabilidad dependen no solo de la cantidad total de energía accesible a la sociedad, sino del costo de esta energía para diferentes sectores de esa sociedad”, agregó.

Plett mencionó que más allá del problema actual, a nivel global esta crisis energética ha reducido el PIB de los países afectados, y cualquier retraso del crecimiento es una pérdida de riqueza para los países, que resulta en que la baja en los ingresos lleve a conflictos sociales, recordando los graves eventos recientes como las chaquetas amarillas en Francia, o los acontecimientos en Ecuador, Brasil o en Chile por el aumento de precios.

“No hay una receta única, pero sí una secuencia lógica para bajar la dependencia de combustibles fósiles. Lo fundamental es promover primero la eficiencia energética (la energía más limpia es la que no se utiliza), seguido por el aumento del uso directo de las energías renovables locales (electricidad, calor y frío) cuando y donde estén disponibles. Para los lugares y ocasiones en que las renovables no están disponibles, podremos a futuro ayudarnos con energías limpias provistas en forma flexible por el hidrógeno verde y sus derivados energéticos, incluyendo los combustibles sintéticos verdes (e-fuels), moléculas que se pueden almacenar y distribuir para mejorar la seguridad energética sin dejar de lado la sustentabilidad”, explicó Plett.

La autora es abogada, presidenta de la Comisión de Derecho Energético y Sustentabilidad de la Asociación Nacional de Juristas de Panamá; fundadora de Fundación Mujer y Energía y miembro de la Red Internacional de Energía, Cambio Climático y Derechos Humanos (Ricedh) y de la Asociación Iberoamericana de Derecho de la Energía (Aside).
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