Ocho días antes de su reapertura la catedral de Notre Dame de París desveló su nuevo “resplandor” al mundo durante una visita del presidente francés, Emmanuel...
La protección de los océanos, el futuro que depende de la inmediatez
- 10/06/2020 00:00
- 10/06/2020 00:00
El pasado lunes se celebró el Día Mundial de los Océanos, sin bombos ni platillos como en años anteriores cuando las manifestaciones, jornadas de limpieza de playas y ríos, y diversas actividades para incrementar la concienciación de la protección de estos recursos marinos no se hacían esperar. Este año, dadas las complicaciones causadas por el nuevo coronavirus alrededor del mundo, la celebración se acalló, pero las amenazas para los océanos no se invisibilizaron.
La preocupación mundial por los contagios del Covid-19 se une a la constante inquietud de los activistas y expertos en materia marítima por los niveles altos de desechos plásticos, no degradables, e incluso químicos que acechan los ecosistemas marinos en los océanos y mares. Con el fin de proteger estos recursos vitales para la vida en la Tierra, la organización mundial Greenpeace reveló un atentado contra el Mar Argentino –que abarca desde el Río de la Plata hasta la isla de las Malvinas, con conexión a la cuenca argentina– llevado a cabo por la empresa noruega TGS, a la cual se le entregó más de 1 millón de km2 del Mar Argentino hasta el año 2025.
La denuncia presentada por la organización ambientalista el pasado lunes, fue hecha directamente a Juan José Aranguren y Gustavo Lopetegui –quienes fueran el ministro de Energía y Minería y el secretario de Energía, respectivamente, durante el gobierno de Mauricio Macri–, bajo la acusación de haber realizado la entrega del territorio marino “sin consulta pública ni tratamiento parlamentario a pesar de su extenso alcance”, como indicó la organización en su página web. Las autorizaciones abarcan la exploración sísmica de hidrocarburos, práctica que consiste en la generación de fuertes ondas sonoras, producidas por cañones de aire que provocan impacto en más de 300 mil km2, según explicó la denuncia.
“La intensidad del sonido es comparable a las bombas de Hiroshima o Nagasaki. Toda la biodiversidad marina, en especial los mamíferos como ballenas y delfines, es afectada”, señala el documento de Greenpeace. “No solo las especies que allí viven sufrirán un bombardeo acústico sin precedentes a costa de encontrar zonas donde extraer hidrocarburos, sino que dicha industria traerá consecuencias peores aún para el Mar Argentino”, anotó Luisina Vueso, coordinadora de la campaña por la protección del Mar Argentino de Greenpeace.
Las zonas que están en peligro de ser afectadas son identificadas como futuras áreas marinas protegidas, dada la importancia de sus ecosistemas. Estas son hogar del delfín franciscano, la ballena franca austral, especies de pingüinos, como el pingüino de magallanes, zonas de reproducción de anchoíta, merluza, calamar, entre otras que menciona la organización.
“Expandir la frontera petrolera expondría a los ecosistemas y las costas de nuestro mar a riesgos incalculables, como un posible derrame petrolero. Considerando el contexto actual de crisis climática, la prioridad del gobierno en términos energéticos debe ser el abandono de los combustibles fósiles y una transición hacia las energías limpias”, señaló Vueso.
Ante la denuncia, Aranguren respondió a Infobae que el Ministerio de Energía y Minería “dio siempre cumplimiento a la legislación vigente e impulsó las mejoras regulatorias que aseguraran una mayor transparencia y la modernización de las prácticas de la industria” en 2017. El exministro resaltó la no exclusividad de los permisos de prospección preliminar que se entregaron a TSG, es decir, que estos “pueden otorgarse a todos los solicitantes que así lo requieran y no confieren derechos sobre las áreas prospectadas”.
Así como la exploración sísmica, existen otras amenazas de gran calibre para los océanos, tales como la pesca 'fantasma' o sobrepesca (responsable por la muerte de cientos de tiburones y rayas atrapados en desechos de esta práctica en los océanos). Según datos del estudio Global Fishing Watch de 2019, en 2017 se extrajeron 92,5 millones de toneladas de pescado del océano, capturados por 15 países (a la cabeza estando China e India), como recopiló National Geographic.
La falta de protección de aguas internacionales ha causado que la fauna y flora marina peligre, casi al borde de la extinción de algunas especies y la sobreexplotación de otras. Dado que menos del 5% del territorio acuático está protegido por alguna regulación, la herramienta de mayor protección son las Áreas Marinas Protegidas –que aportan al objetivo de este año fijado por las Naciones Unidas de llegar al 10% de protección marina–, que funcionan como territorios administrados para cuidar de los ecosistemas, procesos, hábitats y especies marinas que pueden contribuir de manera organizada y delimitada al enriquecimiento social, económico y cultural de las naciones, como indicó la organización WWF.
En conmemoración del Día Mundial de los Océanos, las Naciones Unidas determinó el lema “Innovación para un océano sostenible”, como parte de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, lo que da paso al llamado Decenio de las ciencias oceánicas para el desarrollo sostenible –que abarcará de 2021 a 2030–, periodo en el que se buscará fortalecer las investigaciones científicas y desarrollo tecnológico dirigido hacia la protección de los océanos y la vida marina, conectándolas con las necesidades sociales de los diversos países.
De esta forma, combatir el incremento de desechos que se encuentran en las aguas alrededor del mundo puede ayudar al descenso de las consecuencias por el cambio climático, así como la implementación de políticas de protección y seguridad para los recursos naturales marinos, según indicó un estudio realizado por el profesor Callum M. Roberts, de la Universidad de York (Reino Unido) y publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS, por sus siglas en inglés) en 2017.
La contaminación sigue siendo una de las mayores amenazas para los océanos, y en momentos donde los desechos plásticos y no biodegradables aumentan conforme se extiende la pandemia del Covid-19, las acciones para proteger las aguas se deben agudizar. Si la contaminación sigue al ritmo actual, expertos consideran que para 2050 la atmósfera podría tener un 50% más de dióxido de carbono (CO2) y la temperatura de la Tierra aumentaría más del 2.5%, volviéndose inhabitable.
Isabella Lövin, viceprimera ministra y ministra de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Clima de Suecia, expresó en una publicación de la ONU: “La acidificación de los océanos podría considerarse la crisis química del clima mundial. Junto con el calentamiento de la Tierra, la acidificación de los océanos pone en peligro la vida marina y la lleva más allá de límites catastróficos. Desde la industrialización, la acidificación de las aguas de superficie de los océanos ha aumentado casi un 30%”.
Bajo el apartado 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que indica la importancia de “conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”, salvaguardar a las más de un millón de especies que viven en los océanos se vuelve prioridad para el cumplimiento de los compromisos contraídos en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, como explica Lövin: “Deben adoptarse medidas drásticas para reforzar la protección de la biodiversidad y los ecosistemas. Todavía es posible preservar los grandes ecosistemas marinos relativamente poco afectados, si se adoptan medidas inmediatas”.
Actualmente no se han registrado cifras exactas con respecto a este asunto, sin embargo, se puede prever un alto riesgo de mayor contaminación por falta de reciclaje. “Ya podemos ver numerosos desechos tirados por las calles y no podemos olvidar que, a través de las alcantarillas, pueden descomponerse y llegar al mar”, anotó a El Foro de Ceuta, Celia Ojeda, portavoz de Greenpeace.
Ojeda indicó que un equipo de voluntarios de la organización se trasladó esta semana, a través de España, en pro de la concienciación del reciclaje y los desechos que son arrastrados a través de los alcantarillados, con el lema: “el océano empieza en nuestras alcantarillas”. El objetivo es limpiar las calles llenas de mascarillas, guantes y demás artefactos de riesgo para los océanos y promover una mentalidad verde entre la población internacional.
Otro atraso causado por la pandemia global es el Tratado de los Océanos, en proceso de unión de los gobiernos de todo el mundo bajo la guía de las Naciones Unidas, en la que participaba Greenpeace, en un recorrido por la Antártica en busca de evidenciar las prácticas ilegales y crueles –como la pesca de arrastre–, que se llevan a cabo en los ecosistemas de aquel polo casi olvidado. Desde la organización ambiental se desarrolló una investigación, junto con investigadores, científicos, fotógrafos y periodistas, “con el fin de mostrar la frágil situación de las aguas internacionales y los riesgos que enfrentan”, como señala su página web.
Las entidades de preservación marina esperan que el diálogo y el proceso de trabajo del Tratado de los Océanos continúe pronto, a medida que se buscan las rutas de cura y detección del Covid-19, para contar con un panorama protector más amplio antes de 2030. “El daño producido en los arrecifes ya dañados o es irreversible o costará mucho revertirlo”, afirmó Ojeda a National Geographic, poniendo de ejemplo el Gran Arrecife de Barrera de Australia, Patrimonio de la Humanidad, del que, según afirma, se encuentra en “estado terminal”.
Para evitar mayores estragos en la vida de los ecosistemas marinos, expertos, biólogos y conservacionistas hacen un llamado a los gobiernos para poner en acción medidas inmediatas y de castigo hacia las prácticas ilegales que dañan las aguas, así como la implementación de economías verdes que protejan los recursos marítimos y ayuden a la disminución de la temperatura global.