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Pandemia Covid 19 y estrategia
de comunicación gubernamental en Panamá
- 19/05/2024 01:00
- 18/05/2024 16:26
Al menos en Panamá, casi no se habla de la pandemia. Como todos sabemos, tras la pandemia, que paralizó al país y al mundo; el país ha vivido dos conmociones sociales que mantuvieron a los ciudadanos en vilo, la primera en 2022, por el alza del costo de la vida, y la segunda, por el rechazo al contrato minero y la minería, que han removido los cimientos de la aparente paz social. Pero no hay acontecimiento -como la pandemia, que le costó la vida a varios miles de panameños- que pase sin ser objeto de estudio, desde diferentes perspectivas, como es el caso del estudio Pandemia Covid 19 y estrategia de comunicación (2023), dirigido por Carmen Solano Villanueva, doctora en Ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid, acompañada de otros especialistas en la materia como Gloris Trujillo Montenegro, Karen Ábrego Montenegro y Claudia Figueroa Pino.
Como es de esperarse de estas especialistas, ellas nos han entregado un estudio, muy bien fundamentado, basado en estadísticas, y sorprende la precisión con que persiguen las estrategias comunicacionales del gobierno e, incluso, el impacto comunicacional de sus directivos en la población que, según una encuesta, realizada en 2021, el gobierno alcanzó 39.7% de respaldo de la gestión de crisis, contra un 27. 5 % que la rechazó y un 31.9% que no la consideró buena ni mala.
En verdad, estas cifras no son muy halagadoras, porque, ciertamente, toda estrategia comunicacional debe someterse, como todo gobierno, en un país democrático, a sus encuestas respectivas.
Desde este punto de vista, las autoras contrastan cifras y además se permiten emitir opiniones al respecto, como cuando se evalúa positivamente que, en la primera etapa de la pandemia, que va de marzo a mayo del 2020 (la segunda de junio a diciembre y la tercera de enero a marzo del 2021), la estrategia comunicacional del gobierno, apelando a la “vocería de expertos en medicina”, la ciencia ocupó prominentemente el lugar que le correspondía, en un país como el nuestro que, normal y tradicionalmente, no termina de desplazar a los demagogos, populistas, predicadores y administradores del pensamiento mágico.
La pandemia fue, en efecto, como en la época de la construcción del Canal de Panamá, la vía por la que amplios sectores de la población, normalmente excluidos de la ciencia, pudieron acceder al lenguaje científico, dentro de esas condiciones trágicas para muchos individuos y familias.
Ciertamente, como dicen las autoras, en esta primera fase la comunicación “fue instructiva y unilateral” y, yo aquí agregaría, tremendamente autoritaria y represiva, acorde con el hecho de que la “comunicación y las acciones del gobierno se hicieron solo con los funcionarios públicos del sector salud y de los estamentos de seguridad; no se tuvo una participación de la comunidad, todo lo contrario, se encerró a la población”.
Y para alguien interesado, de acuerdo con Michel Foucault, por los dispositivos del poder, la biopolítica y el estado de excepción (Agamben), es interesante observar cómo este estudio ofrece materiales que, precisamente por estar orientado a la política de comunicación gubernamental, permiten hacer una radiografía social del país. De hecho, el rol predominante de la televisión es evidente con sus conferencias de prensa, “principal contacto de las autoridades panameñas con la población”, como de las redes sociales, sin embargo, llama la atención el papel de la radio, que, según se lee en el estudio, es importante en las áreas marginales.
A través de aquí, entonces, entramos en el terreno de las grandes desigualdades sociales, en donde la “brecha de conectividad”, entre la población vulnerable, se hizo sentir, pues la oferta educativa, a pesar de la migración digital, tuvo sus grandes limitaciones.
Este libro está dividido en ocho capítulos. Se va desde el análisis de la situación pandémica, pasando por las técnicas (escritas y audiovisuales) gubernamentales de comunicación, hasta la desinformación durante la pandemia, sin olvidar el escenario pandémico del 21 de abril del 2021 hasta el 31 de diciembre del 2022.
Todos los capítulos son interesantes, pues ofrecen diversos aspectos, aunque interrelacionados, de este periodo de crisis y, particularmente, encontré muy instructiva la “transcripción de la información relevante proporcionada por los directores de las Regiones de Salud del Ministerio de Salud”.
Leímos informes de las provincias de Coclé, Colón, Chiriquí, Herrera, Los Santos y la región de Panamá Este. Si la pandemia llevo a la sociedad panameña a los extremos de seguridad, discriminación y represión, estos informes revelan que hubo resistencia, entre otras cosas, a los toques de queda, y, como dice el funcionario de Colón, “lo más difícil de comunicar y hacer cumplir fueron las medidas de restricción, la suspensión de actividades que representaban un riesgo como, por ejemplo, los bailes y las actividades religiosas”.
El informe de los Santos es espeluznante, es decir, ante la desinformación y el desconocimiento de la población, cuyo 60% es mayor de 60 años, los santeños repudiaban y aislaban a la persona contagiada, entre cercos y cuarentenas. Por suerte, a medida que la educación fue mejorándose, la población se convirtió en un “mecanismo de apoyo”.
Finalmente, como se afirma en la introducción, el “aporte principal” fue haber analizado los procesos estratégicos del gobierno en cuanto a comunicación, y se afirma, más adelante, con respecto a las conferencias de prensa, lo siguiente: “muy poco énfasis en las conferencias de prensa a las vulnerabilidades de las garantías de la población en cuanto a asuntos laborales, financieros, garantías para las empresas, vulnerabilidad informativa y de género durante el primer año, provocados por la pandemia COVID-19”.