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- 08/12/2023 10:01
- 07/12/2023 18:48
Ser madre no necesariamente es quien da a luz a una criatura. A veces los lazos afectivos entre una mujer y un niño pueden ser tan fuertes que se convierten en esas madres para muchos. Un ejemplo de ello es cuando una tía cuida de un niño, niña o adolescente que queda huérfano, ó, tal vez, el rol lo cumple la abuela. ¿Quién no ha escuchado a alguien decir: mi madre es mi abuela? Así es la vida, una montaña rusa con diferentes tipos de paisajes y familias.
Ana Paula Calassara es parte del Cuerpo de Voluntarias del Hospital del Niño desde hace cinco años. Cuando estaba en su país natal, Brasil, le gustaba hacer voluntariado ligado al cuidado de niños y las personas mayores. Al llegar a Panamá buscó un lugar en donde pudiera hacer la misma labor. En el Hospital del Niño se encontró con el Cuerpo de Voluntarias.
“Todas las voluntarias somos mamás de los niños en el hospital. Yo tuve una niña, pero ahora está en el cielo. El amor de madre que tenía lo compartí con todos los niños del hospital, para mí todos son mis hijos. Cuando llegan donaciones me quedo feliz como una mamá porque son regalos para los niños que son mis hijos también.Todas nos ponemos felices”, expresó durante una entrevista con La Estrella de Panamá.
Calassara asegura que para“ser mamá no es necesario que el niño venga de su vientre. El amor de una madre nace muchas veces en el corazón, y para mí, eso es lo más importante: el cuidado, el amor, la atención. Nosotras siempre estamos aquí para darles y brindarles lo que más necesiten y lo más importante es el amor”.
Aunque el cuidado de las voluntarias es solo en el nosocomio, muchas veces ellas dan su tiempo y dinero a los niños, niñas y adolescentes cuando salen. Ana Paula Calassara recuerda a un niño que cuidó en el Hospital del Niño durante cinco meses teniendo él siete meses de vida. Compró ropa, ya que el infante no tenía nada, y luego de su salida del nosocomio le dio seguimiento al niño en un albergue hasta que fue adoptado por una familia acogedora.
Carolina Chong también es parte del Cuerpo de Voluntarias del Hospital del Niño. A veces suceden situaciones tristes, cuenta a este medio, porque pueden morir. “Un niño murió. Era muy querido por todos”.
“Son tantas las necesidades, tanto los niños que hay en el hospital, que nosotros procuramos repartirnos el tiempo para atenderlos y hacerles compañía. Aquí siempre hay un niño a quien amar, con quien jugar. Esa es nuestra misión, hacerle compañía”.
El Cuerpo de Voluntarias tiene 65 años de servicio al centro. Las voluntarias están de lunes a viernes brindando compañía a los infantes. “Todo lo que se hace es voluntario. Tenemos que buscar la forma de generar dinero para ayudarlos con medicamentos, transporte y procuramos hacer actividades a los niños. Se reciben donaciones. Aquí se hace de todo”, puntualizó Chong.
Otro ejemplo de mujeres que son un modelo a seguir y que muchas veces crean lazos afectivos con los niños, niñas y adolescentes son las cuidadoras de los albergues, como las de las Aldeas SOS Panamá.
Gladys Bernal ingresó a la Aldea SOS en mayo de 2012. Al cumplir 12 años en el sitio ha podido estar a cargo de más de 30 niños, niñas y adolescentes. Se genera el apego con los niños, pero para ella todos son iguales y el trato amoroso es igual con todos.
“Dios me ha dado la fortaleza para el cuidado. Me comunico con los niños que han salido de aquí, no con todos, pero con la gran mayoría. Algunos ya tienen su familia”. Una de ellas es una joven que ya se encuentra practicando en un centro de salud de Pueblo Nuevo tras graduarse se su carrera en estadísticas. “Ya pronto será licenciada”.
Otra cuidadora es Dixie Rujano quien tiene 15 años de estar en la aldea. “Tengo contacto con varios de ellos que ya no están aquí”. Actualmente tiene un vínculo con tres chicas. Una joven se graduó en la pandemia. “Fuí a la graduación, fue muy lindo”, cuenta a La Decana.
Todas las cuidadoras tienen soporte psicológico, ya que las historias de los niños, niñas y adolescentes son delicadas. “Cada uno de ellos llega con dificultades, tristezas. Uno las siente mucho como si fuesen de uno, porque uno se ve reflejado. Yo tengo una hija y dos nietos, los veo a ellos como si estuviesen pasando por ese mismo dolor, cómo no vincularse tanto con ellos”.
En Aldea SOS existen alrededor de 40 cuidadoras, entre fijas y rotantes, las cuales cuidan unos 200 niños, niñas y adolsecentes. De acuerdo con la directora de Aldea SOS Panamá, Dalys Castillo, a las cuidadoras se les desarrollan planes de capacitación relacionadas con el modelo de crianza positiva.
“Esto quiere decir que desarrollaremos en las cuidadoras las competencias de ser afectivas; cómo educar a los niños, niñas y adolescentes a través de los vínculos, del afecto, del respeto. Se trabaja en talleres de prevención, del abuso, de la violencia, de cualquier tipo de situación que ponga en riesgo a los niños, niñas y adolescentes. Sobre todo, el tema de la salud mental. Promoveremos el autocuidado de las cuidadoras porque trabajar con niños y niñas es demasiado fuerte por la situación que tienen que enfrentar diariamente, ya que son niños que vienen con afectaciones, de sus historias de vida”.