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A principios de la década de 1990, mi esposa Catherine y yo, a través de nuestra compañía de traducciones In Other Words... Inc., en la cual ella era el Departamento de Inglés y yo el Departamento de Español, traducíamos una obra escolar para la compañía McMillan-McGraw Hill de Nueva York. La obra trataba de la extraordinaria capacidad sensorial de los animales. El título que le dimos en español fue ¿Qué ven, oyen, huelen y sienten los animales? Por ser una obra escolar, la traducción requería exactitud científica. Mientras trabajábamos en ella, viajamos a Panamá, donde alguien nos mencionó al doctor Eustorgio Méndez, una autoridad panameña en zoología. Decidimos consultarlo en los Laboratorios Gorgas. Nos atendió con gran cordialidad y sus sugerencias fueron valiosas. Nos obsequió y firmó dos de sus obras, admirables no solamente por su rigor científico, sino por la belleza y exactitud de sus ilustraciones, todas dibujos a plumilla del propio doctor Méndez.
A fines de septiembre, una amistad panameña nos mencionó la pequeña obra del doctor Méndez titulada Una breve introducción a las aves de Panamá que no poseíamos. Ingresé al sitio en la web denominado Bookfinder.com, un recurso bibliográfico al que recurríamos con frecuencia como traductores certificados, para obtener obras especializadas y diccionarios técnicos para nuestros proyectos. Bookfinder.com es una base de datos que cuenta con más de 150 millones de libros en diversos idiomas de casas editoriales y librerías alrededor del mundo. Allí encontré y ordené la obra que buscaba. Pero eso no fue todo.
Navegando la base de datos mencionada, encontré de manera fortuita un título que captó mi atención: Las cien mejores poesías líricas panameñas, por José Rubinos, S.J. Casa editora: Las Américas Publishing Company. Prólogo: Eduardo Ritter Aislán. Año de publicación: 1964. Ni mi esposa Catherine ni yo, en nuestros estudios literarios en la Universidad de Panamá o en la Universidad de Berkeley, California, habíamos encontrado información alguna sobre esta antología o su autor.
Acicateado por la curiosidad, ingresé al catálogo en línea de la Biblioteca Nacional de Panamá. Ni el libro ni el autor aparecen. Llamé a la bibliotecaria, quien me confirmó no tener información alguna sobre la obra. Ingresé entonces al catálogo de la Biblioteca de la Academia Panameña de la Lengua. Los resultados fueron igualmente negativos. Decidí investigar el catálogo de la Biblioteca de la Universidad de Panamá, mi primera alma mater. Cuando realicé mi búsqueda con el título de la obra, el sistema respondió “No da resultados”. Sin embargo, al ingresar el nombre del autor, pude encontrar los datos completos: la casa editora, la fecha de publicación y las dimensiones físicas del libro. Pero el título de la obra es erróneo. Está catalogada como Las cien mejores poesías líricas de Panamá, lo cual dificulta localizarla en línea. Observé que sólo hay un ejemplar en la Colección Especial de Baltasar Isaza Calderón de la biblioteca universitaria. Lo anterior explica en parte que esta importante antología de poesía panameña sea generalmente desconocida en nuestro país.
Ante las dificultades encontradas, llamé a mi compañera de estudios universitarios y profesora emérita de Literatura de la Universidad de Panamá, Margarita Vásquez, y le pregunté si conocía la antología del padre Rubinos. Su respuesta fue negativa. Esto me planteó varias interrogantes que exigían respuesta.
La primera se relaciona con el título de la obra. ¿Por qué una antología de poesía panameña imita tan de cerca el título de Las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana, del eminente erudito e historiador español Marcelino Menéndez y Pelayo? Segunda interrogante, ¿quién fue el padre José Rubinos y cómo llegó a Panamá para estudiar a nuestros poetas? Tercera, ¿por qué una obra escrita en Panamá se publicó en Nueva York? Cuarta, ¿cómo es posible que una obra prologada por un panameño y publicada en Estados Unidos se desconozca en Panamá y sólo pueda conseguirse en España?
Comencemos por dar respuesta a la segunda interrogante, porque en ella encontraremos parte de la respuesta a la primera sobre el título de la obra.
El padre Rubinos nació el 3 de abril de 1898 en Galicia, España. Su nombre completo es José Rubinos Ramos. Fue poeta, ensayista, dramaturgo, académico, profesor y, obviamente, antologista. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1914, a los dieciséis años. Tres años después viajó a Bogotá, donde hizo estudios de Filosofía y Ciencias. Luego, se trasladó a Quito, donde obtuvo su doctorado en Teología. Fue ordenado sacerdote el 24 de julio de 1926. De regreso a España, se dedicó a la docencia en la casa de estudios de los jesuitas en Salamanca. Allí profesó sus últimos votos como miembro de la Compañía de Jesús el 24 de septiembre de 1929. En ese año su destino académico y sacerdotal lo llevó a Cuba, país al que dedicó treinta y dos años de su vida (1929 – 1961). Fue profesor de Historia de la Literatura en el prestigioso Colegio de Belén en La Habana. En este colegio, los hermanos Raúl y Fidel Castro fueron sus alumnos. Durante estos años, el padre Rubinos obtuvo ciudadanía cubana y organizó una excelente biblioteca. Fue director de la Academia Literaria Avellaneda, fundada por él en honor de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
A lo largo de su carrera profesional, el padre Rubinos se distinguió como escritor y académico. En España fue miembro correspondiente de la Real Academia Española y miembro honorario de la Real Academia Gallega de la Lengua. Perteneció también a las Academias de la Lengua de Colombia y Cuba.
El padre Rubinos publicó obras literarias en gallego y en español. Entre sus obras en español se encuentran Lope de Vega como poeta religioso, estudio crítico de sus obras épicas y líricas religiosas; Covadonga, epopeya en XV gestas; Cervantes y Menéndez y Pelayo, algunas semejanzas; Cuentos de color del siglo; Menéndez y Pelayo, Marcelino, 1856-1912, crítica e interpretación. Obviamente era un admirador de don Marcelino. De allí que imitara el título de una de sus obras al crear su antología de poesía panameña. Sin embargo, para su antología el padre Rubinos adoptó pautas diferentes. Menéndez y Pelayo excluyó de su antología castellana a los poetas vivos de su generación. El padre Rubinos en su antología no solo incluye a poetas que fueron sus contemporáneos, sino a voces poéticas jóvenes de Panamá en aquellos años. Entre ellas, José Franco, Homero Icaza Sánchez, Álvaro Menéndez Franco, José Antonio Moncada Luna y Carlos Wong.
En septiembre de 1961, el gobierno revolucionario cubano liderado por los hermanos Castro, Raúl y Fidel, expulsó de la isla a 131 religiosos católicos de diversas órdenes: salesianos, paulistas, franciscanos, carmelitas, dominicos, jesuítas y otras. De la Compañía de Jesús fueron 25 los expulsados, entre ellos, el padre Rubinos Ramos. Observo, como una ironía de la vida, que la nave española en la que los religiosos fueron expulsados de Cuba se llamaba “Covadonga”, título de una de las obras literarias del pPadre Rubinos escrita muchos años antes de su destierro.
No he podido ubicar la fecha en que, al salir forzadamente de Cuba, el padre Rubinos llegó a Panamá. Estimo, sin embargo, que su estadía en el Istmo como profesor del Colegio Javier, pudo ser de poco más de un año. Al llamar al Colegio Javier no pude obtener mayor información. Sin embargo, en su prólogo fechado en marzo de 1963, Ritter Aislán nos cuenta, refiriéndose al padre Rubinos: “Ahora abandona nuevamente a Panamá, pero nos deja como expresión de su afecto y evidencia de su superioridad creadora, una obra sabia, útil, objetiva y necesaria”.
La labor antológica del padre Rubinos en Panamá fue intensa. Ritter Aislán escribe: “Para darle cima a este magnífico manual antológico, el antologista leyó no menos de mil libros, elaboró un nutrido número de fichas y sometió su escogimiento al escalpelo del más severo examen”. Y en su nota para el lector, el padre Rubinos expresa su admiración por la fecundidad creativa de los poetas panameños: “El amable lector verá que Panamá, la más joven de las naciones hispanoamericanas, de pequeño territorio y población, puede enorgullecerse de haber dado a la cultura una legión de variados y notables poetas”.
Desde Panamá, el padre Rubinos se trasladó a Miami, posiblemente invitado por sus colegas docentes del Colegio de Belén expulsados en el “Covadonga”, quienes crearon en Miami un nuevo colegio llamado Belen Jesuit Preparatory School, el cual todavía existe.
El 3 de diciembre de 1963, el padre Rubinos falleció en Miami. Su antología de poesías panameñas se publicó póstumamente en 1964.
Agradezco a Roberto González Amado, ciudadano cubano, talentoso investigador y gran admirador de la cultura panameña, por algunos de los datos biográficos del padre Rubinos en Cuba.
Esta editorial fue fundada en 1940 por un estudiante napolitano que cursaba estudios de literatura española en Columbia University de Nueva York. Operó como librería y casa editorial con el nombre de Las Américas Publishing Company hasta 1970, cuando ingresó a formar parte de la Editorial Anaya y cambió su nombre a Las Américas – Spanish Book Center. Conforme a la orientación literaria de su fundador y de sus propietarios subsiguientes, desde sus inicios la editorial se interesó en publicar obras españolas e hispanoamericanas. En 1984, el inventario bibliográfico de Las Américas fue adquirido por Eliseo Torres, un editor gallego exiliado en Nueva York durante la Guerra Civil española. Al fallecer Eliseo Torres, a mediados de la década del 90, toda la colección de la librería y las obras publicadas por la editorial, cerca de un millón de libros, fue adquirida por el poeta, bibliófilo y editor español Abelardo Linares, quien las incorporó al inventario de la actual Librería y Editorial Renacimiento, cerca de Sevilla. La colección incluía más de quinientas obras literarias españolas e hispanoamericanas publicadas por la editorial, entre ellas la Antología de la poesía española e hispanoamericana de Federico de Onís; la Antología literaria de autores españoles, de Antonio Villanova; la Antología crítica del modernismo hispanoamericano, y Las cien mejores poesías líricas panameñas, de José Rubinos, S.J. (Me permito observar que el autor de una de las obras publicadas por esta editorial, Precursores del modernismo, es el catedrático chileno doctor Arturo Torres Rioseco, quien fue mi profesor de Literatura Hispanoamerican en la Universidad de California, Berkeley, cuando completaba mi maestría en Historia en la década del 60).
Lo anterior da respuesta a mi cuarta y última interrogante acerca de cómo una antología sobre poesía panameña, creada en Panamá y publicada en Nueva York, pueda hoy obtenerse, casi exclusivamente, en España.
La antología del padre Rubinos puede ordenarse a través de Bookfinder.com, o directamente de la Librería y Editorial Renacimiento, en la dirección de internet: www.libreriarenacimiento.com. Al conversar recientemente con el administrador de la librería, don Miguel A. Fernández, me informó que sólo quedaban 40 ejemplares de la antología. Ordené cuatro ejemplares: uno para la Universidad de Panamá, otro para la Academia Panameña de la Lengua, el tercero para nuestra Biblioteca Nacional, y el cuarto para mi apreciada compañera de estudios universitarios, Margarita Vásquez.
Con esta donación incluiremos además Fireflight – Three Latin American Poets, una pequeña antología bilingüe, español-inglés, también desconocida en Panamá. Se publicó en 1976 por Oyez Press, una pequeña, pero prestigiosa editorial literaria en el área de la bahía de San Francisco. Las poetas son dos mexicanas, Lucha Corpi y Concha Michel, y la panameña Elsie Alvarado de Ricord, de quien se incluyen los siguientes poemas: “Alba interior” – Interior Dawn; “En el advenimiento del hijo” – On the Birth of a Child; “Cuando tu boca dijo adiós” – When your Mouth said Goodbye; “Pasajeros en tránsito” – Passengers in Transit; “Como manda la ley” – As Required by Law, y “Una carta” – A Letter. Las traducciones son todas de mi esposa Catherine Rodríguez-Nieto. Durante una visita a Estados Unidos en 1977, como invitada especial del Departamento de Estado, y ante un auditorio de estudiantes y catedráticos del Departamento de Español de la Universidad de California en Berkeley, Elsie deleitó a los presentes leyendo sus poemas en español y Catherine sus traducciones al inglés.
Los panameños tenemos una deuda de gratitud con el padre Rubinos. La edición de su obra no debe agotarse. Para beneficio de los panameños amantes de la poesía, esta antología debe reeditarse por la Academia Panameña de la Lengua o por nuestra Universidad.
En homenaje a Panamá, durante el Mes de la Patria, me parece apropiado informar a los lectores de La Estrella de Panamá acerca de la selección de poesías panameñas incluidas en la antología del Padre José Rubinos Ramos como las mejores del género lírico. En toda antología poética operan dos factores esenciales: 1) El mérito intrínseco de los poemas escogidos, y 2) El criterio y gusto personal de quien los escoge. Esto, añadido a la estricta restricción de cien poemas que el autor se autoimpuso, hace imposible satisfacer las posibles opiniones críticas que las poesías antologadas pueda ocasionar. Por ello, parodiando el refrán español, me permito simplemente decir: “Quizás no están todas las que son, pero todas las que están, son”.
Estas son las 100 mejores poesías que seleccionó el antologista