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‘La selva del Darién no es una ruta de migración para los niños’
- 17/08/2024 00:00
- 16/08/2024 18:28
A los niños, niñas y adolescentes (NNA) que atraviesan por la inhóspita selva del Darién se les vulneran sus derechos. Esta es la principal postura de especialistas ligadas a la migración irregular en esta zona de Panamá. Las declaraciones se dieron durante el conversatorio ‘La migración desde la mirada de las infancias’ realizado este martes 13 de agosto en la Feria Internacional del Libro de Panamá 2024.
Quien mantuvo una posición más enérgica hacia esta crisis humanitaria fue la exdirectora del Servicio Nacional de Migración (SNM), Samira Gozaine (2019-2024). El primer comentario que hizo al público fue el siguiente: “Si en los aeropuertos están traficando niños, ¿ustedes no creen que en la selva del Darién se trafican niños?
Gozaine manifestó en reiteradas ocasiones sus críticas hacia los organismos internacionales, ya que los mismos enterados de la situación que atraviesan los NNA “permiten y fomentan el tránsito por la selva. Existen organismos internacionales que les daban condones y pastillas anticonceptivas y les decían a las niñas y adolecentes: te van a violar, tómate la pastilla para que no quedes embarazada”.
Durante su labor como directora del Servicio Nacional de Migración se enfrentó con tragedias de todo tipo. En la selva encontró bebés y NNA junto a los cadáveres de sus papás. NNA sin nombres, sin ningún tipo de identificación. Las secuelas que sufrirán por atravesar la selva quedarán de por vida y quién sabe qué tipo de adultos serán en el futuro, alertó Gozaine.
“Las historias de horror son las que me llevaron a mí a tener una posición tan drástica, pero insisto, por las cosas que viví: Darién no es ruta, no es una ruta segura. Se debe buscar una forma legal, regular y sobre todo una forma de proteger a los niños de los horrores que siguen viviendo en la selva del Darién”.
Durante ‘La migración desde la mirada de las infancias’ Samira Gozaine cuestionó el papel del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Este medio consultó las razones por las cuales la exfuncionaria era tan severa.
Gozaine respondió que su crítica no sólo era hacia Unicef, sino también a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) e inclusive también a la Corte Interamericana de Derechos Humanos ( CID), ya que esta última “impuso medidas cautelares a Panamá porque supuestamente Panamá no estaba haciendo lo suficiente por los migrantes. En la pandemia, los tuvimos que detener frente a la crisis de salud mundial, no lo podíamos dejar seguir porque podrían afectar al resto de la población. Era un momento que nadie sabía nada sobre el virus y qué podía pasar. A pesar de eso, fuimos condenados por la CID”.
El litigio permanente de Panamá, añadió Gozaine, era el siguiente: “Si estábamos hablando de la protección de niños, no dejemos que caminen, siquiera que pasen por Colombia”. Mientras que Unicef cuestionaba el rol de Gozaine durante su administración atendiendo la crisis, sin embargo, sostuvo que el Servicio Nacional de Migración “no tiene facultades ni los recursos necesarios para enfrentar la magnitud de esta tragedia”.
De acuerdo con Gonzaine, Unicef criticaba el rol de Panamá pero no otorgaba recursos. “Me daban recursos para viajar, para conversar, para ir y venir, pero para atender la crisis y poder darle de comer a los migrantes — lo cual le cuesta al gobierno panameño $7, 6 millones al año— todos los días y darle leche a los bebés. O fondos para limpiar la basura que dejan los migrantes; el aspecto sanitario que existe en la selva del Darién es grave”.
Otro aspecto alarmante que enfatizó la exdirectora, es que los niños que viven cerca de las recepciones de migrantes, como Bajo Chiquito, no quieren ir a las escuelas. “Los migrantes pagan $0.25 a los niños para que carguen sus cosas. Supimos esto porque una maestra nos lo dijo. Los niños dicen: ‘ese es su negocio y para qué necesitan estudiar’. Las consecuencias son graves para Panamá’”.
Y en esas áreas de acogida los adultos tampoco quieren trabajar en Bajo Chiquito. Cuando Gozaine inició sus funciones en esa zona las casas eran de pencas, ahora son barriadas de cemento con zinc. “Ellos viven de esto, ha corrompido a la sociedad. Por otro lado, ya no pueden pescar porque todas sus aguas están contaminadas. Un millón 200 mil personas contaminan los ríos que eran transparentes. Eso es un dolor”.
Políticamente y diplomáticamente se puede obligar a los otros que empiecen a respetar el derecho internacional, remarcó. “Colombia sí tiene una frontera, especialmente con Venezuela, que se puede cerrar perfectamente y se puede pedir requisitos, porque Panamá exige visa a los Venezolanos. Pero evidentemente todo el mundo le echa la bola a Panamá”.
Ellos [OIM y Unicef] realmente “no hacen nada para asistirnos en el manejo de una crisis en la cual Panamá es víctima, nos ha costado cargar una crisis con $80 millones. Pero es una suma de dinero que no podemos dejar de gastar porque son niños”.
De acuerdo con la exfuncionaria, este tipo de migración “es un ‘negocio’ de delincuentes que utilizan las redes sociales ante la mirada de Venezuela y Colombia, porque además este es un tema ideológico, que ya lo he dicho antes: es la forma de conquistar, de traspasar las ideologías. El tipo de gente que está llegando, hay bastante gente que está golpeada, pero hay muchos delincuentes”.
Un caso que recordó a la audiencia fue cuando unos migrantes quemaron un albergue en Darién. “Quemaron los lugares donde teníamos las computadoras, donde le tomamos las biometrías, en donde se les toma las huellas dactilares para saber quiénes son, eso es lo primero que quemaron y donde dormían nuestro personal. ¿Ustedes creen que alguien me llamó de un organismo internacional para preguntar cómo estaba mi personal que casi muere quemado? No, nadie llamó”. Pero los organismos internacionales hablan de esta situación humanitaria, “¿dónde está lo humanitario?”, lamentó.
Otra de las panelistas fue la exdirectora de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia, Graciela Mauad, quien indicó que las NNA están siendo víctimas de abuso, violencia sexual “y tenemos cada vez más casos”.
Antes los hombres migraban solos, puntualizó Mauad, pero ahora viajan familias completas y adolescentes solas, mujeres embarazadas. “Es un fenómeno complejo y como Estado se tiene que ver de una forma multidisciplinaria”. Actualmente trabaja en esta problemática una mesa de protección confirmada por 6 instituciones de gobierno y organismos internacionales, pero “todavía existe un largo camino y se le debe dar un mejor abordaje de intervención hacia el cuidado de los NNA”.
Esta mesa de protección que está conformada por el Servicio Nacional de Migración (hace el registro de identificación), luego pasa a la Unidad de Niñez y Adolescencia del Servicio Nacional Fronteras (identifica esos casos de niños y adolescentes que se encuentran solos). Luego es necesario adoptar una medida de protección, en este caso entra el Órgano Judicial a través del Juzgado de Niñez y Adolescencia.
También al escenario entra el Ministerio de Salud porque se reciben niños con parásitos, diarrea, deshidratación; en situaciones delicadas. Dependiendo de la situación interviene el juzgado de niñez y/ o la Senniaf, a partir de allí, se involucran a las embajadas y consulados acreditados en Panamá, apuntó.
Graciela Mauad pudo constatar las situaciones de niños separados y de niños no acompañados. “Los niños no acompañados son aquellos que deciden migrar solos, como el caso de Bangladesh. Se tuvo que atender su caso, desde su país emigró en busca de un mejor futuro. Se asumió la protección legal porque era una persona menor de edad tiene derecho a protección. En el rango de 13 a 17 años de edad muchos adolescentes vienen solos y utilizan la ruta migratoria en busca de un mejor futuro”.
Mientras que los casos de los NNA separados en cuando su padre o la persona con quienes venían en la ruta fallecen o se queda rezagado en el camino. Llega al territorio panameño el adolecente primero. Panamá como Estado tiene que garantizar esa protección.
Toda esta travesía, dijo la experta, afecta su salud mental. “El trauma que sufren, primero porque son alejados de su país de origen, de su cultura, amigos, círculos familiares; cuando un niño es sacado de su espacio a un lugar desconocido, donde su vida corre peligro”.
“Hemos escuchado a niñas que han atravesado por más de tres países y que no ha sido su voluntad, puesto que las madres y padres, quieren lo mejor para sus hijos, sin embargo, estamos ante una situación en donde bebés en su etapa infancia no eligen pasar por el camino”.
El Ministerio Público tiene que hacer entrevistas cuando suceden delitos y los migrantes no quieren hablar, quieren seguir sus rutas. “Por eso, cuando se van a ver los casos estadísticos de violencia sexual del Ministerio Público, la información no coincide con la información extraoficial que se tiene. Es por eso que los migrantes se mueven muy rápido y no se sigue con ese procedimiento”, concluyó.