La historia de los tratados Torrijos Carter, a la pantalla grande

Actualizado
  • 09/03/2025 00:00
Creado
  • 08/03/2025 17:17
‘Hijo de tigre y mula’ cuenta la historia detrás de las negociaciones que cambiaron el destino de Panamá. La cinta, que estrena el 13 de marzo, revela los momentos más intensos de las discusiones diplomáticas entre Estados Unidos y Panamá que culminaron en la devolución del Canal.

Annie Canavaggio no daba crédito a las declaraciones de Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos y sus pretensiones de “recuperar el Canal de Panamá”. Justo en ese momento trabajaba junto a su equipo de producción en la mezcla de sonido de su documental Hijo de tigre y mula, la historia de los tratados Torrijos Carter y tenía muy fresco todo ese proceso de reivindicación que se vivió para llevar al gobierno de Estados Unidos a sentarse en una mesa de negociaciones y lograr un acuerdo que derogara el funesto tratado Hay Bunau Varilla y a consecuencia, devolviera la soberanía total a Panamá. Su fecha de estreno en Panamá estaba pautada para el mes de junio. Pero ante la viralidad de las declaraciones de Trump y la reacción de los panameños, lo primero fue sentir rabia. Se preguntaba “¿qué está pasando? este hombre ¿qué se cree?, ¿está loco?, ¿de qué está hablando?” Tenía muy fresco todo el conocimiento sobre el tema de las negociaciones de los tratados que devolvieron el Canal de Panamá a manos panameñas.

Y de esa rabia, pasó a considerar la gran oportunidad que esta situación le ofrecía en bandeja de plata. “A través de las redes sociales muchos empezaron a preguntar ¿cuándo es la película? ¿Cuándo estrena? ¿Cuándo sale? ¿Cuándo sale? ¿Cuándo sale? Hablé con el distribuidor de la película aquí en Panamá, Pepe Victoria y me dice, ‘salgamos lo antes posible, no podemos esperar ante esta coyuntura”.

A pesar de la incertidumbre que trae toda esta situación, es un momento soñado para el estreno de Hijo de tigre y mula. Las declaraciones de Trump han resultado la mejor campaña de mercadeo para el documental que se estrenará en Panamá el próximo 13 de marzo y estará en cartelera por tres semanas, para luego hacer un recorrido por festivales internacionales. Canavaggio mira la situación como una gran oportunidad para mostrar no solo a los panameños sino al mundo entero, la historia detrás de la firma de los tratados Torrijos Carter.

Pero, sobre todo, este momento de tirantez política entre Panamá y Estados Unidos certifica la necesidad que Canavaggio sentía la necesidad de realizar esta producción ante la falta de conocimiento histórico que tienen, especialmente, las generaciones más jóvenes de panameños que no vivieron el proceso de las negociaciones canaleras.

“Lo importante es que a partir de esto el tema ha salido a la palestra y nos hemos dado cuenta de que muchos panameños no conocen lo que ocurrió en ese Panamá y vamos a tomarlo (la situación de este momento) como el vaso medio lleno y vamos a aprovechar la oportunidad”, dijo la directora del documental durante la conferencia de prensa ante el estreno del filme.

“Y es que Hijo de tigre y mula no es una producción nacida de esta coyuntura tan específica y hasta cierto punto, surreal. La idea de llevar a la pantalla grande este documental surge hace casi 10 años en una conversación entre Canavaggio y la productora María Neyla Santamaría mientras desarrollaban un proyecto previo, En busca del indio conejo. Y para la directora del filme, no ha habido una mayor diferencia entre la motivación hace 10 años atrás y la que podría moverle actualmente. “Desde ese momento yo me daba cuenta de que los jóvenes no tenían la menor idea de que cuando tú pasabas por Clayton, pasabas por Albrook y pasabas por la avenida Omar Torrijos, que tenía otro nombre antes, tú mirabas a la derecha y tenías una bandera norteamericana y mirabas a la izquierda y tenías otra bandera norteamericana. Y la policía era norteamericana y si te agarraban ahí por llevarte un mango o lo que fuera, te metían en la cárcel norteamericana y tenías que rendir cuentas a la policía norteamericana, pues no podías entrar ahí. Y los jóvenes no saben eso. No tienen la menor idea”, sostiene.

Canavaggio no dejaba de sorprenderse ante la falta de conocimiento de muchos panameños de que la Zona del Canal era territorio estadounidense “porque el tratado decía ‘como si fuese soberano’. Y el tratado era a perpetuidad. “El joven piensa que ‘esto lo tuve toda la vida y me lo merezco, es normal’. Y no, esto no era antes de nosotros y la intención es justamente que este joven conozca la historia”, dice. Pero lo peor es escuchar a algunos que ante el escándalo digan llanamente, pues ‘dénselo a los gringos’. “Y dices, wow, ¿qué es esto? ¿De qué estamos hablando? Me escandalizo y me da rabia, pero digo, ‘no. Vamos a educar, a transmitir, porque la rabia no sirve para nada, lo que sirve ahora es unirnos’”, afirma.

Concretar la idea

Canavaggio conoce en Panamá a Santamaría y trabajan en Buscando al indio conejo. “Ani me cuenta que tenía un guion sobre los tratados Torrijos Carter. No tenía el conocimiento histórico de este contexto, sin embargo, le dije ‘pásamelo’ y vamos a ver cómo se puede hacer esta película. Y comenzamos a construir la fórmula iniciando por la construcción de un guion”, recuerda la productora.

“El proceso inició investigando mucho, leyendo mucho, descubriendo mucho porque hay cosas que la misma Ani iba descubriendo y yo más aún porque no tenía el contexto. Y se sumaron más personas a escribir. Cuando ya tuvimos un guion estructurado lo presentamos al Fondo Cine de Panamá y ganamos”, relata Santamaría.

Eso fue en el año 2017, hace ya 8 años. En ese momento comenzaron lo que consideran el reto más grande de sus vidas: “hacer una película con solo imágenes de archivo. Al proyecto se sumó el director de foto y cámara Carlos Arango y Richard Córdoba, quien además de desarrollar el diseño de sonido y las composiciones musicales del documental, emprendió también la búsqueda de material fílmico de archivo.

El equipo viajó a Estados Unidos a California, Florida y otras ciudades. Luego viajaría a Colombia, Cuba, Argentina e Israel, para completar junto a los archivos panameños una cantidad de material suficiente para desarrollar la cinta. De aquel guion inicial quedó poco, pues debían ceñirse al material que lograron ubicar. Además, durante ese proceso encontraron detalles fascinantes. Tenían en sus manos un “thriller”. La estrategia que armaron los negociadores de los tratados y el complot político que hubo alrededor podría dar para 10 películas más, asegura el equipo.

Ante una historia tan grande e intrincada, armaron con la colaboración del guionista Vicente Ferraz, un guion sólido para armar la película.

“Aunque la historia no cambia, es la misma, tuvimos que modificar, adaptarnos a lo que encontrábamos; mucha cantidad de uno, pero tal vez poco material del otro. Tuvimos que adaptar material audiovisual, fotográfico, tuvimos que tomar material de periódicos, tuvimos que material auditivo, básicamente integrar todo para poder contar la historia”, explica Canavaggio.

“Los grandes elementos de la película provienen de material de archivo inédito, en diferentes formatos, proveniente de los National Archives, televisoras de Estados Unidos, películas del GECU, y material invaluable de la Fundación Omar Torrijos. Además, incluye imágenes y documentos de archivo de periódicos, noticieros y reportajes de la época que nos transportan a los años de las negociaciones y nos muestran las emociones y los intereses en juego durante uno de los momentos más decisivos de la negociación. Probablemente la mayor restricción que tuvo el equipo fue la económica, ya que trabajar con material de archivo resulta incluso más costoso que realizar una filmación”, detalla un comunicado de la producción.

Probablemente la mayor restricción ha sido la económica. Inicialmente cuesta tiempo, para investigar y dar con los lugares donde está contenido el material. Luego, los costos de viaje, negociación con cadenas de televisión y luego el trabajo técnico para que ese material esté en las condiciones necesarias: limpieza, digitalización y conversión.

“El buscar el material en otros países, el costo de escanearlo. Tuvimos que reemplazar material de audio porque había cierto audio que nos estaba costando $200 el segundo. Esos son precios, entonces yo dije no, no podemos. Al conocer los precios tuvimos que reemplazar cierto material y hacer magia para no se nos subieran los costos al techo”, admite Canavaggio.

No todo ha sido negativo. La búsqueda de Canavaggio la llevó a Israel donde tuvo acceso a un material inédito que había estado engavetado por más de cinco años, se logró rescatar y entregar una versión en alta definición al Grupo Experimental de Cine Universitario, donde estará a disposición de los panameños.

La búsqueda

Nosotros empezamos por el internet, que nos fue dando pautas y ahí empezamos a ubicar lugares específicos Washington D.C., la librería del Congreso, y otros y entonces se empezaron a hacer viajes para buscar cosas específicas. Estábamos buscando películas, material que también tuviera sonido porque el cine de 8 y 16 mm se grababa sin sonido en esa época, entonces, encontramos una diversidad de cosas”, comenta Ricardo Córdoba.

En la Fundación de Jimmy Carter de Atlanta encontraron una gran cantidad de materiales precisos, mientras que otros eran fotos y películas que hablaban de diferentes épocas. Con toda esa gran variedad de cosas fueron armando una película con recursos utilizados en un thriller de ficción.

“Arreglamos una película que habla de una manera política y de una situación que estamos viviendo carne viva, nosotros, todos. Entonces, toda esa búsqueda de pequeñas cosas, de fotos, etcétera, se convirtió en un lenguaje, en una forma de narrar, una historia. La historia que ustedes van a ver, de cómo se llegó a un acuerdo a través de muchos, digamos, intentos fallidos, al final del día, por la buena voluntad de Jimmy Carter y de la fuerza y la indomabilidad de Omar Torrijos se pudo lograr lo que se logró. Es lo que sentó, lo que no se puede echar para atrás. Y lo que será imposible echar para atrás. Esto fue lo que encontramos en pequeñas viñetas, fotos, películas, etcétera, etcétera”, materiales difíciles de armar, de hilar y que en muchos casos hay que reconstruír”, agrega Córdoba.

Un proceso que no termina

Para Santamaría, productora del filme, “lo que más vale de un proyecto de esta envergadura es la investigación. Eso es lo más importante. Y eso lleva tiempo”. En el caso de Hijo de tigre y mula, el lapso ya se acerca a los 10 años.

La búsqueda del material se inició antes de la pandemia, pero la emergencia sanitaria dio con el cierre de muchos espacios, incluyendo los archivos que contienen material de alta definición. “Ya habíamos buscado material, pero no podíamos encontrar más y seguir la investigación porque todo estaba cerrado en Estados Unidos por la pandemia. Entonces eso nos detuvo por un par de año”, cuenta Santamaría.

Esa búsqueda se reanudaría más adelante hasta lograr el material necesario, e incluso, mucho más que al final no puede ser incluido.

“Te puedo decir que ya con un corte finalizado, montando sonido, ya finalizando la mezcla que fue ahorita en diciembre, todavía surgían nuevas cosas que iban llegando, nuevas informaciones. Con esto de Donald Trump, por ejemplo, si nosotros hubiéramos finalizado ahorita el documental, hubiéramos incluido esta noticia”, revela.

Todo este esfuerzo llama a que Panamá le dé el lugar que se merece a esta historia, la importancia que tiene esta película en lo histórico y la relevancia que hoy.

Una historia con diferentes voces

Para el documental se entrevistó a personalidades que formaron parte del equipo negociador de los tratados Torrijos Carter, pero también a campesinos de Coclesito quienes también conocieron al general Omar Torrijos, pero desde una óptica muy diferente.

“Pude conocer más historias, me di cuenta de que había historias más íntimas, se observa la negociación desde otra óptica, desde el campo, desde un lugar en donde Omar Torrijos se sentía a gusto, en donde todo ocurre más lento, en donde nos integramos con la naturaleza”, explica la cineasta, quien contrasta por una parte una visión soñadora y pausada con el ajetreo de una negociación internacional cargada de geopolítica y los más diversos intereses.

“Están esos dos lados que contrastan en la película y quise tomar las voces de estos personajes, de los personajes de Coclesito y de los negociadores e integrar ambas voces, para contar una historia de los tratados”, se explaya la directora.

Canavaggio considera que los entrevistados fueron bastante receptivos y abiertos a contar una historia de un momento dado. No encontró en ellos ningún reparo. “Contrario a lo que mucha gente hubiera podido pensar que se negarían, no para nada, al contrario. Fueron muy abiertos y muy honestos al contar su historia personal desde su punto de vista en el momento ellos vivieron, en el lugar donde estuvieron”, comenta. Forman parte de los entrevistados historiadores como Omar Jaén, también negociador de los tratados, Nicolás Ardito Barletta, Ambler Moss, Ricardo De la Espriella, Aristides Royo y Adolfo Ahumada. Pero lamenta no haber podido entrevistar a algunas personas que ya no están. “Me mata, no haber podido entrevistar a un Rómulo Escobar Bethancourt, a [Juan Antonio] Tack. Son las personas que yo quería que estuvieran ahí pero es imposible. Entonces traté de buscar material de archivo de estas personas lo más posible para poder integrarlos y que fueran parte del documental.

En cuanto a los familiares del general, se entrevistó a Efebo Díaz y a Roberto Díaz Herrera, contemporáneos con Torrijos y quienes estuvieron presentes de alguna manera en ese momento de la historia.

Canavaggio habla específicamente de voces, porque estos personajes no son protagonistas, más bien un hilo conductor que lleva al espectador por toda la historia. “Cuando ustedes vayan a ver este documental, no van a sentir que es un documental, van a sentir que es una ficción. Van a ir poco a poco avanzando en la historia, con diferentes técnicas y llegará un momento en que van a empezar a dudar si lo que se vio fue una fotografía o fue un audiovisual; si verdaderamente Omar Torrijos dijo eso en ese momento o fue un negociador. Y la idea es un poco esa. Es que nuestra mente vaya siguiendo todo esto como si fuera una ficción”, afirma.

Hijo de tigre y mula

El general Torrijos no estuvo exento de la polémica. Era una figura poco usual. “Gabriel García Márquez decía que Torrijos era un alto riesgo era un cruce entre un tigre y una mula. Tenía la sigilosidad del tigre y la terquedad de una mula. Y esas son las virtudes que lograron que estos tratados se llevaran a cabo”, reflexiona Canavaggio. “Nos fuimos por lo que dijo Gabriel García Márquez, que era muy buen amigo de Omar Torrijos y lo visitaba frecuentemente. Él lo caracterizó así. Por eso le pusimos ese nombre a la cinta”, explica la directora.

Torrijos fue conocido como un personaje muy auténtico, como decía García Márquez, tenía una “naturalidad molesta”.

Festivales internacionales

Luego de las tres semanas en cartelera que estará la cinta en Panamá, se dispone a hacer un recorrido por festivales internacionales. “El movimiento estratégico es mover la película inicialmente en festivales de cine esperando a que a que quede seleccionada. Vamos a iniciar con el estreno en Panamá y es muy importante que este estreno genere un movimiento estratégico para generar una gran noticia. Y de ahí, participar en los festivales de cine y poderle llegar al mundo”, indica Canavaggio. Esta sería la puerta de entrada para plataformas internacionales que permitirían recuperar costos de producción.

Hijo de tigre y mula tenía un presupuesto estimado de $180,000, pero en el proceso se ha ido incrementando hasta llegar a $250,000. Esta cifra sigue creciendo. Su costo podría considerase modesto si se toma en cuenta su propósito.

“Hoy en día pocos panameños se cuestionan el hecho que somos dueños de un territorio antes ocupado por los Estados Unidos. Ya nadie se asombra de ver cómo un pequeño país logró poner al gigante de rodillas para firmar un Tratado justo para Panamá. Esa es la historia que quiero contar, la historia de las negociaciones detrás de la firma de los Tratados Torrijos Carter. Abuelos y padres deben llevar a sus nietos e hijos a ver la película para no perder esta parte de la historia, para saber por qué debemos defender lo que es y siempre fue nuestro”, asegura Canavaggio.

Para la directora, “esta obra es muy importante en este contexto mundial y en un momento en que Estados Unidos cuestiona la pertenencia del Canal a Panamá. El propósito es que los jóvenes conozcan la historia de cómo se recuperó un área que siempre ha sido de Panamá y que se usurpó mediante un tratado que ningún panameño firmó”.

Hijo de tigre y mula ha sido posible gracias a las contribuciones del Fondo de Cine de Panamá, GECU, DICINE, Fundación Omar Torrijos e Ibermedia.

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