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- 21/03/2025 16:49
Es una pregunta extraña. Pareciera, inclusive, una invitación amenazante a algo cuyo resultado podría implicar el costo más alto que alguna vez hayas pagado. Sin embargo, en el contexto del coaching es todo lo contrario; es la invitación a una oportunidad que podría tener enormes beneficios para tu bienestar y cuyo único riesgo sería perderte la posibilidad de conocer tu mejor versión.
Desde que nacemos, nos conectamos con el juego como una herramienta poderosa para adquirir nuevas habilidades que serán esenciales para el resto de nuestra vida. Aprendemos a caminar, resolver problemas y tomar decisiones, pero, sobre todo, aprendemos a conectar con los demás y nuestras emociones.
¿Por qué, entonces, a medida que crecemos dejamos de lado esta herramienta tan natural e intuitiva de aprendizaje? Quizás sea por el afán de madurar o por el peso que supone equiparar la seriedad con la profesionalidad.
Indiferentemente del motivo, redescubrir el juego como una herramienta de transformación nos abre la puerta a un entorno de reflexión y creatividad muy distinto al que estamos acostumbrado a habitar y, como diría Wayne W. Dyre: “cuando cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.”
Existen muchas formas de integrar el juego en el coaching. Las hay desde construcciones guiadas con piezas de LEGO para la generación de nuevas ideas y posibilidades, hasta simulaciones y tarjetas de arquetipos para la exploración de roles y comportamientos. Todas se basan en el aprendizaje experiencial para acercarte a tu mundo emocional y corporal.
El coaching propone que nuestra forma de ser y relacionarnos está determinada por tres dominios fundamentales: lenguaje, emoción y corporalidad. Los tres dominios son igualmente importantes dado que conforman la coherencia del observador que somos. El poder del juego recae en la idea de que al alejarnos temporalmente de nuestro dominio lingüístico sucede un cambio profundo en nuestra forma de percibir y experimentar la realidad. Esto ocurre porque el lenguaje a menudo filtra, racionaliza o incluso bloquea ciertas experiencias, mientras que las emociones y el cuerpo revelan información más auténtica y no siempre consciente.
Por ende, jugar es en realidad dejar de justificarnos y racionalizar para poder anclar con el presente. Es dejarse guiar por el inconsciente y volver a fluir. Desde allí se nos abre la posibilidad de tomar control del futuro y diseñar nuevas acciones que nos acerquen a la vida que queremos tener y la persona que queremos ser.
Es importante recalcar que el juego es tan solo la herramienta. El coaching es lo que le da la dimensión necesaria para que el proceso sea efectivo, transformador y duradero en el tiempo. Un juego sin reflexión e introspección es solo una experiencia divertida y aprendizaje sin acción es solo información.
La próxima vez que quieras alcanzar nuevos resultados en tu vida personal o laboral ¡atrévete a jugar!, y si de esos cambios se beneficiaría todo un equipo ¡invítalos también! Jugar con tu vida te va a permitir tomar mayor conciencia sobre los patrones de comportamiento, desarrollar nuevas habilidades y pensar fuera de la caja.
Quizás así, cuando escuches nuevamente esa extraña pregunta dejarás de pensar en una película de terror y no dudaras dos veces en aprovechar una aventura transformadora, como es el viaje de aprendizaje de un proceso de coaching.
El autor es Coach Ontológico y miembro de ICF Capítulo Panamá.
El Capítulo de Panamá de la International Coaching Federation-ICF es una asociación sin fines de lucro, comprometida con el fomento y la difusión de la práctica profesional y ética del coaching. Está afiliada a la International Coaching Federation-ICF, la organización global más grande y reconocida de Coaching. www.icfpanama.org www.coachingfederation.org