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- 21/04/2025 00:00
En el corazón de Girona, donde los sabores se entrelazan con recuerdos y emociones, se encuentra un hombre cuya vida ha sido una mezcla de dulzura, resiliencia y pasión: Jordi Roca. Reconocido como uno de los mejores reposteros del mundo y parte del trío que dirige el emblemático restaurante El Celler de Can Roca, Jordi ha demostrado que la verdadera esencia de la cocina va más allá de los ingredientes: se trata de historias, de superación y, sobre todo, de amor.
Llegó a las instalaciones de ‘La Decana’ y a pesar de ser un hombre de pocas palabras, no dudo en contar su historia con el diario. Desde sus inicios hasta lo que ha logrado hoy día sin importar los desafíos que se le han interpuesto.
Desde joven, Jordi mostró una inclinación hacia la repostería, influenciado por el entorno familiar y la tradición catalana. Su formación en la escuela de hostelería y su posterior experiencia en diversas cocinas le permitieron perfeccionar su arte, convirtiéndose en el alma dulce de El Celler de Can Roca. Le contó a La Estrella de Panamá que sus abuelos le inculcaron aquel amor a la gastronomía y que fue a los 19 años cuando inició con sus hermanos a ofrecer su experiencia culinaria al público que los visitaba.
El amor a la pastelería y todo lo que sabe de ella se lo debe a un chef con el que coincidió en la universidad. El Celler de Can Roca lo maneja junto a sus dos hermanos mayores a quienes define junto a él como “un triángulo creativo y fraternal”.
Su habilidad para transformar ingredientes sencillos en obras maestras lo llevó a recibir numerosos reconocimientos, consolidándose como un referente en la gastronomía mundial.
Aun así, el chef siempre regresa a sus raíces. Le confesó al diario que su postre favorito es el helado de chocolate hecho con cacao, pero el que más disfruta preparar es la torta de aniversario de su hija. “Lo que ella me pida ese año, eso haré”, expresó.
Para Roca, la repostería es más que un trabajo. “Es un lugar por el cual se puede reivindicar a ese niño interior y despertar un sentimiento de inocencia creatividad y pasión”, dijo.
Su postre favorito, el chocolate, le ha dado grandes enseñanzas al español. Recuerda probarlo por primera vez en casa de su tía. “Fue un 24 de diciembre. Ella me dio una caja de bombones. Era un dulce que se fundía en la boca al instante”, contó.
Quiso replicar esa sensación que tuvo de niño y una de sus creaciones más conocidas en un bombón enorme en honor a aquel momento.
Para Roca, el chocolate no es solo un dulce. “Es una forma de dar a conocer las historias de los productores como los responsables de una valiosa creación”, explicó.
”Tenemos que dejar de probar el chocolate como golosina y reconocerlo como un producto que nace de la flora”, dijo.
Sin embargo, la vida de Jordi dio un giro inesperado en 2010 cuando comenzó a experimentar dolores en el cuello y dificultades para mover la cabeza. Lo que inicialmente parecía un simple tortícolis resultó ser distonía cervical, una enfermedad neurológica que provoca contracciones musculares involuntarias. Esta condición afectó gravemente su capacidad para hablar, dejándolo afónico durante más de siete años.
Durante este tiempo, Jordi enfrentó desafíos tanto personales como profesionales. A pesar de su afonía, continuó dirigiendo la repostería de El Celler con dedicación, adaptándose a nuevas formas de comunicación y apoyándose en su equipo y familia. Su esposa, Alejandra Rivas, y sus hermanos, Joan y Josep, fueron pilares fundamentales en su proceso de adaptación y recuperación.
En marzo de 2023, tras años de tratamiento y terapia, Jordi sorprendió al mundo al anunciar que había recuperado la voz. En un emotivo video, compartió su alegría al poder leer cuentos a su hija Queralt, algo que no había podido hacer durante mucho tiempo. “Anoche le leí cinco cuentos a mi hija”, expresó con emoción, reflejando la importancia de este logro personal.
La recuperación de su voz marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de Jordi. Aprovechando su amor por las fragancias, lanzó Roca Perfums, una línea de perfumes inspirada en sus postres y en la tradición catalana. Las fragancias, como “Núvol de Llimona”, “Confit” y “Trinitario”, reflejan su creatividad y deseo de fusionar sus pasiones.
Además, junto a sus hermanos, inauguró el restaurante Fontané, un homenaje a su madre y a la cocina tradicional catalana. “Mi madre fue un gran referente en nuestro paso por la gastronomía. La defino como una mujer luchadora y llena de hospitalidad que hizo todo lo posible para que aprendiéramos a ganarnos la vida desde casa y lo logró”, explicó.
Este proyecto refleja su compromiso con la gastronomía de raíz y su deseo de rendir tributo a quienes influyeron en su carrera.