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- 06/12/2017 12:50
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Harmodio Harris tiene 18 años y es estudiante de derecho. Empezó siendo voluntario de boliche a los 15 años y actualmente es entrenador de bocha de Panamá Metro.
Haciendo su voluntariado en Olimpiadas Especiales conoció a Ariel, un atleta de boliche que por su discapacidad se aburría con facilidad. Entonces, el joven voluntario decidió ayudarlo a mejorar, lo motivaba a jugar y con el tiempo construyeron una amistad. Después del entrenamiento pasaban tiempo juntos jugando o seguían practicando más.
La labor de Harmodio le ayudó a Ariel a ser un mejor deportista. Para el voluntario, lo que empezó como un pasatiempo, terminó siendo su mayor motivación y le cambió su vida, según comenta.
Como no habían suficientes entrenadores para una competencia de bocha, y ya que él cumplía con los requisitos, fue capacitado para ser cumplir la labor. Esta experiencia, apunta, lo ha convertido en una persona "paciente" y le ha dado la capacidad de resolver cualquier problema que se le pueda presentar, ha aprendido a lidiar con todo tipo de personas y aceptar cualquier situación que la vida te presente. Además, tiene que ser fuerte y mantener su firmeza por los atletas.
“El cambio de voluntario a entrenador requiere de mucha responsabilidad porque dejas de pensar en ti para darle lo mejor a tus atletas, es renunciar a sí mismo", dice Harris.
También opina que se ha vuelto más cerativo en la transición, "ya que cada atleta tiene una personalidad distinta y capacidades diferentes, y no solo debes entender las necesidades de cada uno, sino que debes aprender a manejarlos".
Así, ejemplifica que para entrenar a un atleta con un nivel muy alto de autismo tuvo que dedicarse completamente a él y enseñarle la disciplina a través de un juego de piratas donde los atletas son los comandantes, el entrenador es el capitán y las bolas de bocha son los barcos que hay que derribar con un cañón.
Retos y felicidad
Los detalles pequeños son los que más lo nutren. Su mayor satisfacción dentro de Olimpiadas Especiales, apunta, fue cuando este mismo atleta con autismo, quien nunca había ganado un juego, logró jugar solo y se llevó la victoria. Todo gracias al método de entrenamiento que él había diseñado.
El reto más difícil que tuvo que afrontar fue cuando se lesionó la espalda en medio de su voluntariado, pero a pesar del dolor tuvo que mantener la calma para que sus atletas no se asustaran. Para él resultó gratificante ver cómo sus atletas lo acompañaron y se preocuparon por él. "Definitivamente encontré grandes amigos en Olimpiadas Especiales", subraya.
Una experiencia de vida
Harmodio exhorta a los jóvenes a que asistan al voluntariado, " no solo por las horas de servicio social, sino porque es una hermosa experiencia donde estás ayudando a los demás y a ti mismo".
Además, recalca que todo lo que se aprende sirviendo a los demás, sirve para la vida. "Si eres nervioso, aprenderás a estar calmado; si eres una persona que se enoja fácilmente, aprenderás a tener paciencia. Aprenderás a resolver problemas porque todo puede pasar y tendrás que buscar qué hacer", explica.
Menciona que como voluntario, se aprende muchísimo, y es tanto el crecimiento que simplemente el siguiente paso es convertirse en entrenador. "Esto fortalece tu vínculo con los atletas y aporta muchísimo a tu vida".