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- 20/04/2024 01:00
- 19/04/2024 18:49
Siempre empiezo mis conferencias diciendo que si queremos estar en el 1%, no debemos hacer lo que hace el 99%. Mientras unos lloran, otro fabricamos pañuelos; mientras unos ven el vaso medio vacío, otros lo vemos medio lleno; mientras unos se quejan de tener solo limones, otros hacen limonada.
Quiero hablarte de esas personas que forman parte de ese 1% y quienes han marcado mi vida, y que estoy seguro también marcarán la tuya. Esas personas son quienes hoy considero mis mentoras. Varias de ellas ya no están físicamente en este mundo, sin embargo, su legado y ejemplo aún perduran, y en esta ocasión quiero compartirte las enseñanzas de Aristóteles Onassis / empresario y armador griego.
Aris fue el magnate griego más famoso de la industria naviera del siglo XX y el hombre más rico del mundo en su momento. Él tenía una isla propia (Skorpios) y el yate más lujoso del momento (Christina). Nació en Esmirna, actualmente Turquía, en donde su familia disponía de una vida acomodada, pero que tras la guerra greco-turca tuvo que comenzar de nuevo. En 1923, Ari marchó a Argentina en donde realizó todo tipo de trabajos –como lavaplatos, albañil o electricista–. Pronto empezó a hacer negocios con el tabaco que importaba de Grecia. Posteriormente se interesó por el negocio del transporte marítimo. Sería en ese oficio donde alcanzaría la gloria y fama como empresario a nivel global.
¿Qué aprendí de él?
El secreto de un negocio es que sepas algo que nadie más sabe. Eso tiene nombre, se llama “diferenciación” o “ventaja competitiva”. Cuando le preguntaban a Ari cuál era el secreto de su éxito, este respondía: “¿Ve esa silla de ahí? Pues yo la vi primero”.
El mundo de los negocios se basa en identificar la necesidad de un mercado y ofrecer un producto que satisfaga esa necesidad a través de un modelo de negocio que logre que los consumidores te conozcan y compren. Por tanto, anticiparse y tener visión de futuro es la clave del mundo empresarial.
Entender cómo se mueve el mundo empresarial es como entender que jamás el mar estará calmado y hay que aprender a navegar con vientos fuertes. Quienes aspiramos a conquistar cotas altas no podemos esperar a que la vida sea fácil. La riqueza se logra resolviendo problemas y, curiosamente, lo que la mayoría de la gente no quiere son problemas.
No debes dormir demasiado, pues al despertar alguien puede decirle que has sufrido un fracaso. El éxito en los negocios de Ari no fue fruto del azar. Su padre, Sócrates, era un acaudalado comerciante, aunque durante la guerra greco-turca fue encarcelado. Por aquel entonces, Onassis se convirtió en el sostén de la familia, lo que le hizo desarrollar un gran instinto de supervivencia. Fueron años muy duros para él, sin embargo, se había jurado a sí mismo que nunca sería pobre. Para Onassis, la comodidad era una pésima pareja del éxito, la cual aniquila el potencial de los individuos. Él pensaba que el hombre que pasaba por condiciones precarias tenía más posibilidades de adaptarse a todas las circunstancias. Este tenía más posibilidades de triunfar respecto a aquel que carecía de esas experiencias. Un tigre caza mejor cuando tiene hambre. Para Ari, las adversidades eran empujones que permitían reconocer recursos dentro de sí mismos, hasta los más insospechados con el fin de superar y romper sus propios límites.
Lo que distingue al hombre rico del hombre común es que el primero ha desarrollado la facultad de ver lo posible, allí donde los otros no ven más que lo imposible. La historia de Onassis es la historia de alguien que no puso límites a sus aspiraciones. Cuando compró su primer barco en Montevideo, muchos conocidos trataron de disuadirlo advirtiéndole de que fracasaría. Esa fue su primera inversión como armador. Fracasó, pero curiosamente sería en el mundo de los barcos en donde triunfaría y haría una gran fortuna.
Frío y fuerte en la superficie, lleno de fuego y caliente por dentro. Para Aris, el mundo de los negocios era una realidad de color rosa. Las tensiones son frecuentes en el día a día y la capacidad de gestionar esa tensión es una habilidad determinante para estar frente a una empresa. Ari decía que una cierta frialdad en los negocios es necesaria para que los demás no se aprovechen de uno.
Eso sí, la pasión nunca debe faltar para que la energía nunca decaiga, dando lo mejor de uno mismo y al mismo tiempo para ser capaces de entusiasmar al resto de personas.