Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 15/06/2013 02:00
- 15/06/2013 02:00
PANAMÁ. Es una tarde lluviosa. Se oye una canción en portugués, los presentes en el gazebo de la Cinta Costera se preparan para iniciar su entrenamiento. Lo hacen todos los martes y jueves a las seis de la tarde. La voz de David Short —instructor de capoeira— se eleva sobre la música y sus manos en el tambor dan sonidos precisos y cortantes. Todos —con vestimenta blanca— en un círculo van aplaudiendo con ritmo, mientras que los capoeristas de dos en dos se apoderan del centro e inician con la roda (lucha amistosa sin contacto): patadas en lo alto, vueltas con velocidad, saltando hacia atrás dan volteretas y otros los relevan. Su sincronía crea una coreografía fluida y artística. La energía dentro del grupo es magnética. Este es un juego de reacciones donde es importante predecir: hacer estrategias para ser mejor que tu contrincante. De alguna forma es la exteriorización del diario vivir.
A simple vista no es tan fácil y no es para menos, la capoeira lleva movimientos furtivos, uso de la concentración y sobre todo pasión.
Sin ser experto la envolvente música te atrapa y hace que tu cuerpo fluya a su ritmo con movimientos que producen una bella danza.
Esa misma danza era la que utilizaban los antiguos esclavos africanos cuando estaban en Brasil, para disimular su adiestramiento a fin de combatir a sus amos (los portugueses) lo que explica por qué actualmente este deporte se muestra como una mezcla de técnicas de lucha y un baile fluido. ‘La capoeira era utilizada marcialmente sin levantar sospechas, al agregar música y cantos a su arte marcial, los portugueses lo relacionaban con gritos religiosos y no se oponían. La realidad era que ellos se preparaban para liberarse’, exterioriza Short.
Sin embargo, en Brasil se impidieron sus practicas en 1860 porque algunos consideraban que promovía actos violentos. No fue hasta el año 1930 que se reavivó y se mantiene vigente hasta la actualidad.
CAPOEIRA PARA TODOS
A un costo de 3 dólares por clase cualquiera que tenga intención de practicar esta disciplina puede hacerlo. ‘Las dos primeras sesiones son gratis’, indica el experto. También ofrece la opción de pagar una anualidad y mensualidad de 25 dólares, para estar inscrito en Cordao de Ouro, la academia que viene directamente desde Brasil. La anualidad tiene fines específicos. Terminado el curso se trae a un contramestre internacional para hacer el batizado, una especie de graduación. Al final cada miembro recibe su cinta de avance de grado.
Este deporte no solo es para ejercitarte, algunos se ven impregnados de la espiritualidad que emana la capoeira.
‘Esta danza cambió mi vida, me limpió de la contaminación que era víctima producto del sistema. Llegué con ganas de aprender a patear porque sentía la necesidad de estar lista para atacar; después de disfrutar su música y envolverme en su tranquilidad, me ayudó a reconocer mi condición de humana, aprendí a no estar a la defensiva, dejar que las cosas pasaran’, comenta Lourdes Luna, quien practica capoeira desde hace 10 meses.
Desde los 5 hasta los 54 años de edad todo el que desee ser caporeista puede lograrlo. ‘Esto es para grandes y chicos. De hecho, hay grupos que trabajan con discapacitados’, señala Short.
CON VALOR SOCIAL
‘La idea de esta academia es llevar el deporte a una labor social, organizarla para trabajar en las escuelas, porque la capoeira no solo es ejercicios o bailes, sino que es mente y cuerpo, una combinación de todo’, menciona David.
Más que una moda, la capoeira es cultura. Al involucrar el cuerpo, la mente y la espiritualidad se aplica a cualquier momento de la vida. ‘También es mística y tradición. Se trabaja con cada individuo y no se le prepara para una sesión, sino para toda la vida’, resalta el instructor.