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- 30/03/2014 01:00
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Es verano, tiempo de playa y sol, donde las mujeres hacen alarde de sus medidas. O por lo menos aquellas cuyos cuerpos se adaptan a los cánones de belleza establecidos por los boutiques que reproducen sus vallas por toda la ciudad, con sus imágenes de sirenas exhibiendo su belleza en trajes de baños de dos piezas.
Pero no todas las sirenas son perfectas. También las hay ventrudas, inseguras de su físico, incluso con desórdenes alimenticios. Es esta realidad la que la artista María Raquel Cóchez intenta plasmar en sus obras: el conflicto de la mujer que no puede amoldar su físico para que sea atractivo (según la caprichosa visión que la sociedad ha impuesto). Y lo ha vuelto a hacer con ‘Otra Sirena’, una pieza de arte pública que se levanta a varios metros de altura sobre la transitada Vía Brasil.
¿ARTE O FARSA PUBLICITARIA?
El concepto de Cóchez es simple: ubicar una imagen tomada por el fotógrafo Fernando Bocanegra en una gigantesca valla publicitaria. La foto se asemeja a la que aparece en otra valla publicitaria que forma parte del paisaje citadino, la de una conocida cadena de almacenes de moda. En realidad las dos fotografías son casi similares: una chica tumbada en una piscina, refrescándose en un sugerente vestido de baño negro de dos piezas.
La diferencia la hacen las modelos y el ‘copy’ que acompaña cada pieza publicitaria. Cóchez es la modelo de su valla, exponiendo un abdomen en donde se pueden apreciar las marcas que los sucesivos aumentos y pérdidas de peso han dejado a lo largo de los años; mientras que una modelo profesional adorna el otro espacio publicitario.
El mensaje también difiere. Frente al slogan ‘Las sirenas sí existen’ Cóchez recurre a la ironía: ‘Otra sirena’. ‘Al crear un valla casi igual, con un texto que me añade a el discurso publicitario de belleza, puedo cuestionar el tabú de utilizar otros tipos de cuerpo en los medios, cuerpos que reflejan más a la realidad de las personas’, puntualiza la pintora y creadora de instalaciones artísticas.
EL ARTE COMO TERAPIA
Dentro de el parámetro de belleza impuesto por los medios de comunicación, la mayoría de la población resultaría imperfecta, una situación que para Cóchez está cargada de ironía. Comenta que esta puede ser la causa de ‘tantos desordenes alimenticios y comportamientos auto destructivos que practican muchas personas jóvenes que terminan sintiéndose completamente inadecuados’.
Es algo que Cóchez ha experimentado en carne propia. Durante años la hija del diplomático Guillermo A. Cóchez vivió obsesionada con su peso. Hasta que poco, gracias a la terapia, las libras de más dejaron de ser un tormento y se convirtieron en algo que la artista fue capaz de sobrellevar. ‘No me peso más que una vez cada tres meses. No tengo ni balanza. Mi peso ya no me da la validación que me otorgan mis logros profesionales y mi familia’.
Cóchez continuará ahondando en esta temática en mayo, en una muestra que se realizará en Galería Arteconsult, después de que Otra sirena - que se mantendrá en exposición hasta el 6 de abril- sea retirada del espacio público que ocupa actualmente en Vía Brasil. Bajo el título de ‘Wet ‘n’ Wild’, su próxima muestra continuará ‘expandiendo y rompiendo un poco con los estándares’.