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- 06/06/2019 02:00
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E sto fue lo que ocurrió con el caso de Verónica, una española que recientemente tomó la vía del suicidio al sentirse acosada y señalada por sus compañeros de trabajo, quienes hicieron viral un video sexual que ella misma había grabado hacía cinco años y que luego se lo envió a quien era su pareja, en ese momento. Seguramente, Verónica jamás pensó que este video compartido desde la confianza de una relación de pareja podía ser luego la razón de su muerte. Después de unos años, el hombre que recibió el video quiso volver a intimar con ella; al no recibir el consentimiento, la amenazó diciéndole que si no accedía al encuentro íntimo, iba a difundir ese video sexual. Lastimosamente, días más tarde lo hizo y ella se suicidó.
¿Manipulación sexual o ‘sextorsión'?
Como quiera que se le llame, indiscutiblemente es un acto atroz, no solo por la difusión y violación de la intimidad sexual de otra persona, sino también por el oscuro resultado que esto provocó. Es importante señalar que todo material subido en la web queda en la web; aunque lo eliminemos de nuestros móviles, tabletas u ordenadores, difícilmente se puede tener el control de todo lo que se divulgue en el ciberespacio. En este sentido, cualquier información publicada puede ser objeto de extorsión o de manipulación por personas que deseen hacer daño.
Es común, en la actualidad, el uso de material sexual íntimo para dar lugar a la ‘sextorsión', que no es más que un tipo de chantaje en el cual el extorsionador utiliza imágenes sexuales o videos de una persona para obtener favores sexuales a cambio.
Los riesgos del ‘sexting'
Hasta ahora, todo lo que hemos leído surge a partir del avasallante mundo de la tecnología y de la masificación de los contenidos a través de las redes tecnológicas y redes sociales, mecanismo de comunicación que hemos utilizado en las últimas cuatro décadas. Hoy nos arrastra la corriente de los smartphones , dispositivos inteligentes que, a través del uso indiscriminado ejercido por el mismo hombre, atentan contra la intimidad y dignidad de la persona.
Las nuevas generaciones, movidas por la onda del desbordante exhibicionismo hedonista y narcisista, se han conectado con la necesidad posmoderna de ser y valer a través de la publicidad o divulgación frívola de su imagen; haciendo uso de textos, audios, fotos y videos, jóvenes y adultos crean una nueva forma de cortejo o de ‘cita a ciegas' denominado sexting. Sin duda el sexting ha revolucionado la era de la seducción y el erotismo, ya que de manera virtual se puede provocar la activación sensorial y dar lugar a la excitación necesaria en una pareja que se encuentra distante físicamente,
La confianza transgredida
Si bien es cierto que alguien puede compartir algún material de tipo personal y con contenido sexual, lo hace desde la libertad y también desde el nivel de afinidad y credibilidad que pueda tener con esa otra parte; sin embargo, esta acción no le otorga al receptor el permiso para la difusión o divulgación de dicho material: aquí es donde ocurre la transgresión sexual, romper el secreto de lo afectivo y confidencialmente compartido.
Por otra parte, también entran en escena los demás actores (compañeros, conocidos, público en general) que se encargan de proliferar dicho material, y que sin ningún tipo de escrúpulos ni revisión de las consecuencias de su impacto, reenvían la información, ocasionando el daño irreversible como el que padeció Verónica.
Derecho a la privacidad sexual
La ligereza moral de los últimos tiempos ha contribuido a la violación de los derechos personales, con toda su amplitud, inclusive los de carácter sexual; por ello, es importante dejar dicho que la Organización Mundial de la Salud (OMS) contempla los derechos sexuales de las personas, y entre uno de los más relevantes destaca el derecho a la privacidad sexual, un derecho que ha sido grotescamente violentado en el caso de Verónica y muchos otros que, sin ser notorios o públicos, viven miles de personas a diario.
La recomendación que emerge ante este problema es fortalecer la discreción moral que debe prevalecer ante información tergiversada o privada de contenido sexual que nos pueda llegar en medio de las interacciones cotidianas con el mundo. Quizá no se pueda evitar que este tipo de informaciones llegue a nuestros móviles, pero sí es determinante la decisión que moralmente toma cada persona para difundirla o no. Antes de reenviar cualquier material a las redes, revisa tu conciencia y el daño o beneficio que ello puede producir. Nos vemos en la próxima entrega. Si desea realizar alguna pregunta relacionada con temas de salud sexual o pareja, puede hacerlo a través de: sexsaludenpareja@gmail.com.