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Renato Cisneros: 'La literatura sirve para darle a la vida el sentido que esta no tiene'
- 03/10/2022 00:00

Basada en los abismos de la relación entre un hijo y un padre, la obra La distancia que nos separa es una biografía novelada del periodista, escritor y poeta, Renato Cisneros (1976, Perú), quien a través de una prosa fluida indaga y desvela a fondo dos facetas de un mismo personaje: su padre, Luis Federico Cisneros Vizquerra (1926-1995), mejor conocido como el 'Gaucho' Cisneros, un controvertido militar, ex ministro del Interior en el gobierno de Francisco Morales Bermúdez (1975-1980), y también ministro de Guerra en el segundo periodo de Fernando Belaúnde Terry, desde 1980 hasta 1985.
En esta obra literaria publicada en 2015, el escritor limeño, trata la vida de su polémico padre en varios episodios que van desde la familia, el poder, la fama controversial y su muerte en 1995.
“Es una novela que escribí luego de la muerte de mi padre. Decidí hacerla, primero, para intentar comprender quién había sido él, tanto en el ámbito político, ya que fue un militar muy importante en una época muy convulsa en el Perú en los años ochenta, pero independientemente a su faceta como militar, también me interesaba desarrollar o explorar su aspecto más íntimo, sobre todo, porque los hijos no conocemos nunca realmente el pasado de nuestros padres...”, menciona durante una entrevista con La Estrella de Panamá.
En esa búsqueda, Cisneros añade que así como en toda familia existen secretos y un pasado que no siempre se quiere mostrar; también las sociedades esconden en su memoria momentos trágicos de los que no quieren hablar. “De ahí que esta novela se puede entender como una crónica, pero también como una carta de amor de un hijo hacia un padre que ya no está, y, al que recién reconoce después de muerto”.

Aunque esta es la tercera obra del escritor peruano, insiste en que es la primera, ya que, las dos novelas anteriores eran extremadamente juveniles y muy poco ambiciosas, “tal vez porque en ese momento estaba dedicado mucho más al periodismo que a la literatura y esta novela sobre mi padre la venía rumiando desde hace mucho tiempo y sentía que no podía no escribirla”.
Para el periodista quien se considera un fiel obsesionado por la literatura, ser periodista y escritor es una transición muy común. “Existen muchos periodistas que han incursionado en la literatura y muchos escritores que también son colaboradores periodísticos”, resalta.
Y es que en su familia siempre hubo gente vinculada a las letras. “Mi abuelo y bisabuelo fueron poetas, entonces, era de esperarse que tarde o temprano me dedicara a escribir. Pero, en mi caso creo que esa toma de decisión era más bien de gustos, porque si fuera por el ADN, entonces todos mis hermanos también serían escritores y no lo son. Desde muy pequeño intuía que mi vocación estaría vinculada con las letras”, manifiesta.
Cisneros tiene bien claro que entre el periodismo y la literatura hay mucha diferencia, sin embargo, considera que son dos oficios que se complementan porque ambos trabajan con la palabra, el lenguaje y son un esfuerzo de comunicación. “De ahí que un buen periodista tiene que pensar siempre en el lector y preguntarse todo el tiempo lo que el lector requiere, mientras que un buen escritor no debe pensar nunca en el lector, ni en la familia, ni el editor hasta ni en el mercado, sino que una vez el libro esté editado tratar de interactuar con quienes puedan leerlo”, comenta.
En ese sentido, el poeta y periodista expresa que el periodismo es una de sus pasiones y su trabajo alimentario. “Sobrevivo gracias al periodismo, pero, lo que más me define es la literatura. Estoy la mayor parte de mi tiempo haciendo proyectos literarios y en poder componer una obra que a la larga pueda ser como una casa donde los cuartos se intercomunican entre sí”.
“No me imagino haciendo otra cosa. Creo que son las únicas dos actividades con las que me quedo por ahora”, sentencia el escritor y también señala que pese a que aún no ha encontrado la función principal de la literatura, con lo que sí está de acuerdo es que esta sirve para darle sentido a la vida cuando no la hay.
“Cuando uno piensa fríamente ¿qué cosa es la vida? uno puede llegar a concluir que se trata de un sistema de rutinas muy bien aprendidos al cual nos acostumbramos y que en esa estructura cumplimos un papel muy monótono, uno se levanta va al trabajo, regresa, hace unas cuantas cosas diferentes entre un día y otro pero a la larga parece que la vida transcurre con un sistema memorizado”, dice.
Asegura que el hecho de ser periodista, lo obligó a obsesionarse con esa búsqueda de información sobre su padre, la cual empezó indagando toda la documentación familiar, revista periódicos, fotografías. “Hay que reconocer que para un escritor, las fotografías, las partidas de bautizo, certificados médicos son muy útiles para poder preparar una novela con toda esa dimensión de importancia”.
Par esta obra “había hecho un manuscrito de 800 páginas porque me había obsesionado con todo el árbol genealógico familiar y creía haber escrito mi propia versión de Cien años de Soledad (una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez) pero al final con el editor llegamos a la conclusión de dividir ese manuscrito en dos partes”.
“Lo que me interesa con esta novela es que los lectores se sientan incómodos al terminar de leerlo, es decir, que se hagan preguntas, porque creo que la literatura es el territorio de las preguntas y no de las respuestas, ni moralejas, ni de las versiones… Por ejemplo; preguntarse uno mismo ¿hasta dónde conocemos a la gente que más amamos? ¿qué tanto saben del pasado de los padres? Realmente conocer todo de nuestro pasado es como caminar por un territorio ignoto, todo se nos escapa como una arena movediza… información de la que tenemos referencias muy puntuales a partir de anécdotas que se cuentan o de las propias versiones de los padres, que por cierto, siempre son muy convenientes”, detalla.
Este viaje literario empezó por su amor a la poesía, la cual ve como una suerte y un fenómeno muy distinto al narrativo.
“Considero que uno puede levantarse o despertar y puede intentar escribir un cuento y trazar una trama. Pero no se si un día uno se puede levantar y decir voy a escribir un poema. La narrativa tiene que ver más con la carpintería y con dominar determinados elementos, en cambio la poesía es quien decide cuando debe ser escrita y no uno”, destaca el escritor.
El escritor que participó en la Feria Internacional del Libro de Panamá (FIL) el pasado mes de agosto, explica que el periodismo fue neutralizando su voz lírica y espera poder incluir en alguna de sus próximas novelas algo de poesía para que este género no se pierda en su memoria.