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Renace la música para piano del panameño Gonzalo Brenes
- 23/04/2023 00:00
- 23/04/2023 00:00
A eso de las 3:30 de la mañana algunas aves empiezan a anunciar el inicio del día. Con el largo cambio de estación que estamos viviendo este año, pareciera que los mirlos, conocidos folclóricamente como chorotecas, capisucias o cascá, han tenido trabajo adicional. Incluso, para el productor audiovisual Luis Troetsch hijo, un elemento más aporta diferencia: pareciese que la iluminación led de las calles las hace madrugar aún más.
A pesar de ello, a esa hora es mucho más sencillo lograr el silencio suficiente para llevar a cabo una grabación fuera de un estudio profesional de sonido. Luis está acompañando a su padre, el pianista Luis Troetsch Turner en un singular proyecto: el registro sonoro de las obras de piano solo del maestro Gonzalo Brenes.
Se trata de dieciséis obras cuya edición y publicación serán presentadas el próximo 18 de mayo en la Biblioteca Nacional. Un trabajo a la fecha inédito y muy poco conocido del compositor panameño más conocido por sus rondas infantiles y trabajos corales. El proyecto lleva más de 10 años de preparación, pero finalmente empieza a ver la luz.
Las sesiones de grabación finalizan poco antes del amanecer. Con el tránsito de un sinnúmero de trabajadores a sus sitios de empleo, es imperativo detenerse, incluso por allí puede aparecer el comprador de chatarra o el vendedor de verduras.
Se aprovecha el momento para un café y para conversar con los involucrados sobre este interesante proyecto.
“Este proyecto en realidad comienza el día que que llega a mis manos y posteriormente a mis oídos, una partitura de una obra de piano de Brenes. Brenes se conoce generalmente por La Cucarachita y Mandinga, por Trópico niño y aunque yo llegué a tener algún contacto con el maestro Brenes, lejos de mi cabeza estaba que él había escrito muchas obras para piano”, reconoce. Estas obras son prácticamente desconocidas.
Un estudiante de Troetsch le mostró la partitura de una pieza titulada Punto Santeño, punto tradicional que Brenes tomó para desarrollar una suite de 11 piezas, “una obra fantástica desde el punto de vista de composición”, asegura el pianista.
Con esa obra en mano, Troetsch decidió indagar más sobre el trabajo de Brenes para piano solo. Para una tesis de grado, un estudiante realizó una investigación sobre Brenes y le mostró a Troetsch el manuscrito de una pieza llamada Pindín. El manuscrito procedía de la Biblioteca Nacional, donde reposa el archivo musical de Gonzalo Brenes. Es entonces cuando el pianista decide reunirse con María Magela Brenes, directora de la Biblioteca Nacional y sobrina del compositor.
“Le propuse hacer un estudio sobre la obra de piano del maestro Brenes. Ella estuvo de acuerdo y me dijo que incluso el maestro le había dejado un listado de las obras que él había escrito, no solo las de piano”, recuerda. Allí empezó a tomar forma el proyecto, aunque el proceso debió detenerse pues Troetsch tomaría posesión como decano en la facultad de Bellas Artes de la UP, cargo que ocupó por dos períodos y que lo alejó de este proyecto personal.
Una tesis de una estudiante de música incluyó la catalogación de la obra de Brenes. El catálogo completo incluye algunos bosquejos que no han podido ser identificados y también ha señalado la falta de algunas partituras.
“El trabajo que hice terminó en un compendio de 16 obras para piano que han sido editadas: cuatro preludios, las 11 piezas basadas en el punto santeño dedicadas a Manuel Zárate y a Dora Zárate y Pindín”, resume. Los esposos Zárate fueron grandes aliados de Brenes en cuanto a investigación cultural y folclórica.
“Es un trabajo muy interesante porque Brenes es un nacionalista puro y eso se refleja no solo en su vida como docente; él fue político, llegó a ser suplente de diputado, trabajó en el ministerio, pero básicamente fue un compositor. Se dedicó a viajar por todo Panamá para absorber la esencia de la cultura a través de la música en su obra”, destaca.
Gonzalo Brenes cursó estudios de composición en Alemania, “es una persona muy instruida, que conocía perfectamente lo que estaba haciendo. Armónicamente, tenía una coherencia tal que demostraba que es un gran erudito de la música, estudió con los grandes maestros y aplicó esos conocimientos a su música que es una música nacionalista – romántica”, asegura.
Dieciséis piezas completas resultaron de la búsqueda de su acervo musical. “De la música de piano traté de hacer todo lo que encontré porque hay obras que no aparecen. Algunas piezas que compuso en Alemania no se encuentran. Posiblemente las obsequió y no sabemos en manos de quién están. De los manuscritos, hay piezas que no tienen ni nombre; son esbozos, pero muy bien escritos con una caligrafía hermosa. Alguien tendrá que hacer ese trabajo más adelante, de revisar ese material o incluso de completar alguna pieza que no esté terminada”, sugirió.
En marcha ya está la segunda edición de esta publicación, mientras los Troetsch avanzan en el registro sonoro de este material.
“Ha sido muy interesante la grabación de esta forma. He de confesar que para iniciar este trabajo me levantaba a las 4 de la mañana es la mejor hora para aprender. Ahora mismo tengo las piezas memorizadas, pero no es solo el trabajo de memorizar sino de madurar cada una de esas piezas. Es un proceso que toma tiempo, llevo año y medio y tomará más tiempo”, afirma.
“Hace un año mi papá me dijo que quería grabarlas estas piezas y pensamos qué estudio podríamos conseguir con un piano de cola”, recuerda el cineasta. “Un amigo y estudiante de mi papá tiene un estudio con piano de cola, pero fueron pasando los meses y luego nos dimos cuenta que habría que hacer todo el proceso en casa”, dice.
Por más de 10 sesiones, Troetsch hijo ha fungido como productor de audio, coloca los micrófonos y arma todo el equipo. “Lo interesante es que es otra escritura, la escritura de la interpretación sucede por primera vez”, describe Troetsch hijo la escena que atestigua. “Es la primera vez que mi papá escucha la obra como audiencia, inmediatamente después de ser grabada. Es un proceso de retroalimentación, un proceso nuevo porque él siempre había grabado en vivo, pero no con esta atención al detalle”, desmenuza.
No se puede imitar una interpretación pues no existe ningún parámetro. Es un proceso de exploración y de creación. “Una obra puede tocarse de diversas maneras. ¿Cuál es la correcta? Hay que encontrarla”, asevera.
Este proceso sería imposible de llevara a cabo en un estudio de grabación, con tarifa por hora y sin un instrumento tan de tan alto nivel como el piano de concierto que los Troetsch (los esposos Luis y Margarita, ambos pianistas) poseen en casa.
“En la parte sonora ya hemos alcanzado la mitad, pero ya estamos montados en un tren que nos llevará en un par de meses a la mezcla”, asegura Luis padre.
Y es que el trabajo más arduo fue el de editar las partituras. “Fue escribir nota por nota, signo por signo. Aquello demoró como un año. Pero al escribir y revisar te empapas de la música y facilita este otro proceso. No existiría la grabación sin eso”, sostiene Margarita Troetsch, quien también ha sido partícipe de este proceso.
Con la primera etapa del proyecto finalizada y la segunda -el registro sonoro- en franco avance, gracias al apoyo del Instituto Confucio y el Bank of China Panama Branch, los planes de la familia son de llevar la música de piano de Gonzalo Brenes a salas de concierto tanto en la ciudad de Panamá como en el interior de la República a Coclé Veraguas y Chiriquí. Más adelante, la intención es de llevar estas composiciones fuera de Panamá, inicialmente a un festival de música latinoamericana en la ciudad de Washington, donde se interpretarán piezas de otros compositores panameños, mientras se gestionan las posibilidades de conciertos en países vecinos como Costa Rica y Colombia.
Las composiciones para piano de Brenes son un gran aporte a la cultura nacional, llevarlas a la vida es más que una gran oportunidad, es prácticamente una obligación. “Lo único que me duele es no haber podido compartir algo de tiempo con el maestro. Lo hice con su hermano, que era pianista, pero no con él, es una pena”.