Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 23/12/2023 11:06
- 14/12/2023 17:00
Si algunos dudaban o se preguntaban sobre si hay una tradición de jazz en Panamá, este libro de Patricia Zárate de Pérez, profesora de terapia musical y Global Jazz, de la universidad de Berklee, en los Estados Unidos, nos muestra con un buen repertorio de material que el Jazz en Panamá es de vieja data, que podemos hablar de tradición del Jazz e incluso, del Tambo Jazz como un aporte específico al Global Jazz.
La autora, en efecto, junto con Danilo Pérez (con quien ha fundado una familia) es organizadora y promotora del Festival de Jazz en Panamá desde 2003, un festival que ha contribuido decisivamente al acervo cultural del país que, tras la invasión de 1989, había quedado devastado culturalmente. Aunque la autora se abstiene, por ser tremendamente “complejo” y “multidimensional”, de dar una definición de jazz (“no one person has the authority to define jazz or global jazz”), como de una historia completa del jazz en Panamá y de entrar en los viricuetos de la idea de nación en Panamá, encontramos en este libro una historia bien investigada sobre la presencia trasnacional del jazz como expresión afroamericana.
Según la autora, no se puede entender el jazz reduciéndolo a los Estados Unidos, a pesar que se le considere un género musical “clásico” de aquel país, sin considerar el aporte de la diáspora africana en América Latina y el Caribe y, especialmente de Panamá, donde llegaron cientos de miles de trabajadores de las Antillas inglesas, desde la mitad del siglo XIX, para construir el ferrocarril y los dos canales, el francés y el norteamericano, con sus improntas culturales.
Es de aquí que la autora afirme que si la historia de panameños en el jazz desapareciera, entonces, se perdería una “importante conexión de los Estados Unidos y América Latina”, una conexión que además borraría, según creo, la historia diaspórica de los africanos en América, cuya música ha sido y es trasnacional, desde lo “popular”, hasta lo “culto”, pues el cosmopolitismo cultural no está reservado a las élites.
Ciertamente, es un libro que se escribe desde una perspectiva cultural postnacionalista y, por lo tanto, postromántica, un libro que, aunque no se desgaste en las torcidas narrativas de identidades culturales esencialistas, no pierde de vista que, tras esa conexión, hay una historia de injusticia social, esclavismo y deportación, imperialismo, imaginarios coloniales y colonialistas, racismo y discriminación de clase, género y raza (tanto en los Estados Unidos como en Panamá y, especialmente, a través de la música), del cual el jazz, como género musical, trasnacional y pan afro americano, ha sido parte desde que la modernidad entrara en la fase vaporina e industrial donde la mano de obra afro-caribeña viajaba de un lugar a otro en el mundo del Atlántico.
Es un libro que nos lleva de la mano a través de la compleja historia de las relaciones y los conflictos culturales y humanos que se articulan con los Estados Unidos como poder emergente en la región, que crea estereotipos del Otro, ¨Jim Crown with the Panamanian Hat¨ y Panamá como nación que, con la música, busca articular un imaginario nacional. En este sentido, nos informa, además, de la importancia de las bandas panameñas de música desde el siglo XIX, como la Banda Republicana y la de Bomberos, que también intervinieron en la formación de músicos desde la época colombiana.
No hay muchas referencias con respecto a la música colonial, punto que es comprensible, y la autora no deja de mencionar los silencios de Alfredo Castillero Calvo, especialmente, con la presencia musical afro que, en la época colonial, no dejo de estar allí. El libro, en efecto, tiene el subtítulo de Panamanian Suite, que es una figura musical, compuesta por varios movimientos y, en este caso, el libro está dividido en tres capítulos, el primero se ocupa de la creación de imaginarios antes del jazz en el contexto de figuras estereotipadas y racializadas del Otro desde los Estados Unidos, el segundo de las tachaduras del aporte de músicos no estadounidendes al jazz, desde Luis Russell (1902-1963) hasta el presente, una tachadura que también es ejercida por los panameños mismos, proyección de la “supremacía blanca”, al no reconocer el jazz como parte de la música del país, aunque el Tambo Jazz es un aporte original al género, y el tercero de la música como poder (se toma como ejemplo la invasión a Panamá en 1989) y del Jazz Global, que es la emergencia de músicos desde la década del 90 del siglo pasado que ha conectado el jazz con sus su tradiciones locales y folklóricas y ha sido como un contrapunto a la “hiperglobalización” cultural. No podemos entrar a describir con detalle aquí la riqueza de aportes, informaciones y análisis de cada capítulo, pero es evidente que a la autora le favorece toda la amplia discusión postcolonial, postmoderna y decolonial, que va desde un Edward Said con respecto al “orientalismo” hasta un Walter Mignolo con su “pensamiento fronterizo” o “un otro pensamiento”, permitiéndole así hablar de “jazz apartheid”, que es la práctica de exclusión de América Latina y el Caribe, de las mujeres, de la comunidad LGTB+ y de los indígenas de la historia del jazz y la educación. Como educadora que es la autora también nos habla del Jazz, en el último capítulo, como un filosofía de vida, una filosofía que se apoya en toda la tradición del jazz que, como Miles Davis (1926-1991) y Wayne Shorter (1933-2023), consideraban que no había nota falsa, sino que todo dependía del contexto, y que la educación musical debería ayudarnos a entrar en espacios desconocidos e inexplorados.
Este libro de Patricia Zárate de Pérez se une al corpus panameño de investigación sobre la música del país y no deja de ser tremendamente cuidadoso en mencionar y citar los trabajos ya realizados al respecto, pero solo sentí la ausencia de Roque Cordero (1917-2008) que, a pesar que no fue un jazzista, intervino decisivamente en la música del país y de la región. Pero esto no desmerita, de ningún modo, este trabajo excepcional, debidamente investigado y publicado, que seguramente marcará un hito en el corpus de la investigación musical y cultural en el país y la región.