Crisol de razas

Panamá no fue acreedora del nombre ‘crisol de razas’, sin razón alguna. Hay fundamento: es uno de los países del mundo con la mayor cant...

Panamá no fue acreedora del nombre ‘crisol de razas’, sin razón alguna. Hay fundamento: es uno de los países del mundo con la mayor cantidad de etnias y aunque apenas está en el puesto número 131 del ranking mundial de población, tiene siete grupos indígenas y se calcula que más de quince etnias extranjeras distintas. Según el censo hecho el año pasado, en Panamá viven 3.322.576 de personas. De todos lo que habitan este país, 545.281 son jóvenes y adolescentes de entre 15 a 24. Y la mayoría de ellos son parte de una raza, grupo étnico o indígena. Muchos de los jóvenes panameños tienen descendencias diversas, algunos muy cercanas en la línea genealógica y otros no tanto. Lo que sí comparten, cada uno con su particular color, son culturas que siguen por haber sido educados en la costumbres de la raza con cual se criaron.

Costumbres

‘Me encantan las costumbres de mi descendencia’, dice Yomira Jones, joven mulata de 16 años que desde pequeña criaron como toda una afropanameña.

En Panamá hay tres razas marcadas: indígena, negra y asiática. Cada una sigue sus propias costumbres peculiares, que sobresale entre las demás: idiomas, bailes, comidas, cultura, comportamientos. Esto llega y marca al adolescente panameño, que se comporta según su raza lo imponga.

Pero en este país, con el tiempo y su extenso ‘crisol de razas’ que brinda intercambios culturales más amplios, los hábitos y costumbres se han mezclado. Sergio Ramírez, por ejemplo, tiene una madre española y un padre mestizo. Este joven de 17 años nos cuenta que no sólo aprecia el legado de su descendencia: ‘hace tres fin de semana voy a la comarca Ngäbe-Buglé y me fascina cada vez más su cultura’, dice Sergio.

Cultura

Panamá, por sus grandes cantidades de etnias, siempre ha sido un punto de encuentro entre culturas, que se extiende desde creencias religiosas, arte, comidas, etcétera. La profesora en antropología Mariza Linares, nos comenta como los jóvenes panameños, desde pequeños, le sacan provecho a esta diversidad de razas: ‘al convivir cada una de éstas, llegan ha alimentarte con información de una forma u otra’, dice Linares. Pero el problema es que ‘muchas veces en lugares de enseñanza no aprecian y mucho menos le sacan el jugo a estas culturas que tienen mucho que dar’, acota Mariza, puntualizando que las etnias y sus hábitos estimulan un amplio aprendizaje.

En los adolescentes de Panamá podemos ver un respeto muy grande hacia la cultura que los forma: ‘yo sigo al pie de la letra mis creencia ’, dice Arshed Mahmood, joven de 18 años nacido en Panamá pero de padres musulmanes. Arshed fue criado con las enseñanzas del islam. A pesar de que hoy puede ser difícil definirte en una cultura o religión, los jóvenes de este país siempre han demostrado el orgullo de, siendo miembro de una, la panameña, poder ser parte de todas.

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