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- 22/06/2015 02:00
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‘Tienes que trabajar bastante', le dijo uno de los profesores cuando preguntó en Nueva York cómo debía hacer para audicionar.
Diego se lo tomó en serio, y el resto del verano para él fue de mucha tensión
‘Intenté hacer lo mejor que podía para ser invitado a estudiar en Moscú. Después de la presentación de fin del curso de verano me acerqué para despedirme de los profesores y Valery Victorovich me dijo ‘no te preocupes voy a ver que puedo hacer' con una sonrisa en la cara. Un mes después, en septiembre de 2012, recibí una carta de invitación de ¡la Academia del Bolshói!', recuerda con emoción.
‘Cuando recibí la noticia de que me habían aceptado, salté por toda la casa, corrí a contarle a mis padres. No lo podía creer', cuenta Diego.
Para octubre del 2012 ya estaba en Moscú, junto a sus padres, tuvo que terminar unos meses antes su último año de secundaria para viajar.
EL PRESENTE
Diego, quien nació y creció en Panamá, jugando entre los árboles de las áreas revertidas de la antigua zona del Canal y al ritmo de la música de Vivaldi y las canciones de Silvio Rodriguez, Serrat y Rómulo Castro, estudia 6 días a la semana, un régimen de estudio natural en el país donde reside .
De lunes a sábado organiza sus días entre el ejercicio físico, clases de historia, geografía, matemática, física, química, informática e idiomas.
También toma clases de piano, música, técnica clásica, gimnasia, danzas históricas, danzas rusas, danzas de carácter, y repertorio, además de los ensayos para conciertos o espectáculos escolares de práctica en la escena de la Academia o presentaciones en el teatro Bolshói.
Sus últimos años dentro de la academia los repartirá entre espectáculos y clasesde Historia del Arte, Historia del teatro, Historia del Ballet, Historia del mundo, Literatura Musical, Historia de la Música, Filosofía, Sociología, Literatura mundial y rusa, Economía y Anatomía.
Todas las materias debe tomarlas en ruso, sin excepción. Una dinámica exigente pero que él disfruta junto al paisaje de una potencia cultural extraordinaria como lo es Rusia.
Su entorno lo ayuda a concentrarse, ya que la escuela es un espacio concentrado de lo que se vive en la sociedad rusa como un ‘habitue'. ‘Aquí se respira arte. Eso forma parte de la cultura y tradición del país. Solo con caminar en las calles del centro de Moscú es suficiente para notarlo. Hay museos de historia y de arte por todos lados', explicó.
Joven y viviendo una experiencia única, no olvida a sus primeros maestros: Ivan Herazo, Alexa Gutiérrez, Carlos Díaz, Ricardo Moreno y Raisa Gutiérrez. Todas, personas que lo fueron conduciendo al camino de la excelencia y la disciplina.
Aún recuerda esos días y las clases en el conjunto típico, bailando ‘La denesa' y ‘El arbolito', ‘pero el que más me gustaba y todavía me gusta, es ‘El punto'. También sé bailar salsa, mi mamá me enseñó a bailar en la sala de la casa. Ella me decía que a las mujeres les gustan los hombres que bailan y bueno aprendí a bailar'.
Hoy lunes comienza una semana más de estudios y ensayo. Diego se vuelve a calzar las zapatillas, se escucha de fondo ‘El lago de los cisnes', uno de sus favoritos: 1,2,3 y da un pequeño salto, un ‘pas de chat'. En aquel momento su cuerpo se apropia del escenario, aunque no está solo no ve a nadie, Diego baila como nunca, con pasión, el corazón le late y de nuevo el trance, los saltos, el sudor y el cuerpo y la música se hacen uno, su pasión lo sumerge y el panameño en el Bolshói baila sin detenerse.
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Diego Calderón
‘ Aquí se respira arte. Eso forma parte de la cultura y tradición del país. '
BAILARÍN