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- 12/06/2022 00:00
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La internacionalización de las empresas en un mundo globalizado, cuestiones políticas y económicas, entre otros factores, derivan en la decisión de muchas empresas de recurrir a las asignaciones internacionales de sus empleados.
En el otro lado, la mayor flexibilidad que están adoptando gran parte de las compañías luego de la pandemia, despertó en muchas personas la intención de emigrar a otros destinos sosteniendo un trabajo remoto, o bien abriéndose a nuevas oportunidades laborales.
El entusiasmo y la buena predisposición para enfrentar el reto de trasladarse a un nuevo país no son suficientes para asegurar la adaptación al nuevo contexto, especialmente cuando es acompañado de un núcleo familiar. De hecho, según estudios realizados por IESE y PWC la principal causa de fracaso en un proceso de expatriación se debe a la falta de adaptación del grupo familiar al país de destino. La mayoría de las compañías asisten en asuntos relacionados a los trámites del tipo logístico, como la mudanza, la búsqueda de casa, entre otros, facilitando el traslado enormemente. Pero, ¿es esto suficiente para asegurar la adaptación del expatriado y su familia? Lo cierto es que las dimensiones de la adaptación emocional y familiar son muchas veces subestimadas por las compañías a la hora de preparar una asignación internacional, pese a ser una de las principales causas de fracaso.
El concepto de “choque cultural” fue introducido por primera vez por el antropólogo canadiense Kalervo Oberg (1901-1973) para referirse a la experiencia de la persona que se traslada de un entorno cultural a otro, que muchas veces involucra sentimientos de confusión o desorientación. El choque cultural se caracteriza por cuatro fases:
- La luna de miel: durante la primera etapa, se caracteriza por sentimientos positivos, de asombro, curiosidad y hasta la idealización de la nueva cultura.
- La transición: ocurre cuando la comparación entre la cultura de origen y la nueva comienza a generar ansiedad y aparecen sentimientos como frustración, irritabilidad, confusión. Incluso, a veces, rechazo por todo aquello que antes resultaba novedoso o atractivo. En esta pueden aparecer síntomas como insomnio, irritabilidad, alteraciones en el humor, dificultad para establecer nuevos vínculos, crisis de identidad, entre otros.
- El ajuste: pasado un tiempo, algunos meses o hasta un año, las personas empiezan a consolidar su propia rutina en el nuevo país. Hay una mayor comprensión y asimilación de las costumbres y normas. La persona empieza a sentirse parte de ese nuevo mundo, en realidad ya no tan nuevo. En esta etapa la persona puede alcanzar una visión más objetiva de la cultura actual.
- La adaptación: finalmente en la cual la persona siente que “domina” la cultura, es decir, logra desenvolverse en ella sin experimentar sobresaltos o conflictos emocionales o de relación.
Por último, el choque cultural inverso ocurre cuando la persona transita este mismo proceso al regresar a su país de origen luego de haber vivido un tiempo en otro destino.
Aunque existen diferencias entre las personas y en la manera en que transitan cada una de estas etapas, todos aquellos que se embarcan en la aventura de un proceso de cambio cultural atraviesan, de manera más o menos consciente, estos períodos. La importancia de conocer este proceso y cómo se está llevando a cabo permitirá a las personas hacer los ajustes necesarios para alcanzar con éxito su adaptación y la de su familia, capitalizar la experiencia de vivir (de manera permanente o transitoria) en otro país.
El coaching profesional para expatriados ha demostrado ser un aliado para acompañar a la persona y su familia a transitar los procesos de adaptación cultural con éxito y potenciar la experiencia. ¿Por qué? Porque es un proceso orientado a la definición de nuevos objetivos, alineados a la actual situación de la persona en el extranjero, trabajando sobre creencias, valores y limitaciones; acompañando y empoderando a la persona para transitar y potenciar su experiencia en el exterior.
La autora es 'coach' ejecutiva y líder del Comité de Comunicaciones de ICF capítulo Panamá