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- 09/12/2009 01:00
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L La disposición genética, los cambios hormonales, las oscilaciones de peso, los embarazos, el inevitable paso del tiempo y los malos hábitos como el consumo de tabaco, grasas y alcohol configuran un explosivo cóctel que afecta al colágeno y la elastina, soporte natural de la piel.
Ante este desequilibrio, el cuerpo produce metaloproteinasas, enzimas que destruyen y aceleran el deterioro de la piel, y como consecuencia aparecen arrugas, manchas, sequedad, aspereza y opacidad en la dermis, problemas que requieren el cuidado diario para mejorar o desaparecer.
La envoltura cutánea corporal, que posee menos glándulas sebáceas que la piel del rostro y también sufre las agresiones de los rayos solares, exige exfoliación semanal e hidratación diaria para reafirmar, alisar y reponer la película hidrolipídica que se eliminada tras la ducha.
Además, el simple gesto de aplicar leche hidratante evita la acumulación de células muertas en la superficie y calma las irritaciones. Resultan más eficaces los productos reafirmantes, ya que actúan como una malla flexible que tensa el cuerpo. Sin embargo, es insuficiente cuando se han cumplido los cuarenta.
A una edad madura es necesario un producto de efecto global que prevenga el deterioro celular con antioxidantes, ilumine y suavice la piel con vitaminas e hidrate durante todo el día con fórmulas ricas en glicerinas y mantecas.
Glúteos y brazos
La falta de firmeza empeora la celulitis y afloja la piel de la cara interna de los brazos y los muslos, zonas del cuerpo que ceden sin pudor ante la ley de la gravedad. Con ejercicio y tratamientos específicos es posible recolocarlas y mantenerlas en su sitio.
Los glúteos, los músculos más grandes de la anatomía humana, suele perder su redondez y firmeza cuando la grasa y las toxinas se acomodan sobre ese mullido colchón.
Se recomienda exfoliarlos una vez a la semana para acabar con las células muertas y dejarlos en condiciones óptimas para que reciban las bondades y beneficios de los productos anticelúltiticos es muy recomendable. Además de frotarlos con un guante de crin, siempre con movimientos ascendentes para estimular la circulación, oxigenar los tejidos y suavizar la piel.
La vida sedentaria y el paso del tiempo permiten que la ley de la gravedad actúe sobre ellos a capricho y los torne flácidos y blandos. Caminar una hora, subir y bajar las escaleras, comer fruta y verdura y beber agua ayudan a mantenerlos en su sitio.
Los cirujanos plásticos y estéticos abordan este problema mediante una lipo-gluteoplastia, que viene siendo una intervención que elimina el tejido adiposo, esculpe las nalgas y alrededores y aumenta el volumen donde es necesario.
Cuello, escote y senos
El cuello, el escote y los senos están unidos por un manto de piel común que actúa a modo de sostén natural. La falta de firmeza provoca el desvanecimiento y desplome de los senos.
La escasez de grasa junto a la ausencia de soporte óseo y un menor número de melanocitos convierten el escote y el cuello en una zona altamente sensible al envejecimiento prematuro. Los cambios hormonales mensuales y la lactancia también explican el deterioro de los senos.
Si las arrugas verticales y las manchas sustituyen al sensual y femenino canalillo, se deben tomar cartas en el asunto para que el envejecimiento no adquiera mayor protagonismo.
Limpiar, exfoliar e hidratar son buenos hábitos que ayudan a preservar su juventud. Geles, sueros y cremas específicas son un plus para combatir la pérdida de firmeza. ©PUBLICACIONES SEMANA