Juan, el pollito

Actualizado
  • 30/03/2019 01:00
Creado
  • 30/03/2019 01:00
Frente a mí estaba mirándome el pequeño animal con sus ojos diminutos y negros. No supe qué hacer en ese momento. 

Sucedió una mañana de septiembre. Me encontraba buscando una palabra en la enciclopedia cuando de pronto, entre las páginas, algo cayó en mi escritorio.

Al principio pensé que se trataba de un billete de cinco dólares que suelo guardar entre las hojas de mis libros y se me había quedado olvidado. Para mi sorpresa no era ningún billete. ¿Saben qué era? Pues nada más y nada menos que un pollito. Sí, así como lo oyen: ¡Un pollito!

Frente a mí estaba mirándome el pequeño animal con sus ojos diminutos y negros. No supe qué hacer en ese momento. Era la primera vez que me sucedía algo extraño, que un pollito se me apareciera por arte de magia sobre mi escritorio. Por suerte, mi gata Inés no andaba por allí, si no, se lo habría tragado de un solo bocado.

—Buenos días, señor —me dijo de repente.

Quedé pasmado. Jamás me imaginé que un animal pudiera hablar. Pensé que estaba soñando. Esperaba que me dijera: Pío, pío, pío, como todos los pollitos. No me quedó más remedio que preguntarle.

—¿Dónde aprendiste a hablar?

—¡En la escuela! —respondió entusiasmado.

—¿Y acaso los pollitos van a la escuela? —pregunté desconcertado.

—¿Acaso los animales no tenemos derecho a ir a la escuela y aprender como todo el mundo?

Me rasqué la cabeza llena de miles de preguntas.

—¿Y cómo te llamas?

—Juan

—Ahora, Juan, explícame, ¿cómo fue que llegaste aquí?

Juan, el pollito, era amarillo, apenas le estaban saliendo las plumas. Tenía una gorra azul con las iniciales YN bordadas con letras blancas.

—Bueno, te voy a contar. Me encontraba en la biblioteca buscando una palabra en la enciclopedia cuando de repente una fuerza misteriosa me haló y me encontré en tu escritorio.

‘Al principio pensé que se trataba de un billete de cinco dólares que suelo guardar entre las hojas de mis libros y se me había quedado olvidado. Para mi sorpresa no era ningún billete...'

—Ya veo —respondí estupefacto.

Hizo un breve silencio. Empezó a caminar pensativo de un lado para otro. Cargaba en la espalda una pequeña mochila azul. Vestía un suéter rojo, pantalón caqui y zapatillas Nike blancas. De pronto, hurgó el bolsillo de uno de sus pantalones, sacó una libreta y se quedó leyendo algo.

—¿Sabes qué quiere decir ignorante? —me preguntó al fin.

Miré los centenares de libros que se apilaban por toda la sala de mi casa.

—Según el diccionario Larousse, ignorante quiere decir no saber nada o ser analfabeto.

—¡Ohhh! —exclamó.

Seguidamente me formuló la siguiente interrogante:

—¿Y qué significa analfabeto?

—Bueno, aquel que no ha ido nunca a una escuela y no sabe leer ni escribir.

Se quedó pensativo un rato. Me miró fijamente a los ojos.

—Entonces, no soy ningún ignorante ni analfabeto —dijo de forma triunfal—, sé leer y escribir.

Luego miró mi computadora, mi escritorio lleno de papeles y libros.

—¿Te gusta leer mucho?

—Es lo que más me gusta —respondí—. ¿A ti no?

—No leo mucho, leer me aburre. Además, los libros se hicieron para personas inteligentes y yo no soy inteligente.

Me di cuenta que el pollito tenía una baja estima de su persona.

—¿Por qué dices eso?

—Mis compañeros de clases se burlan de mí cada vez que la maestra me envía al tablero y no sé qué contestarle cuando me pregunta algo.

Entonces comprendí por qué estaba buscando la palabra ignorante. Traté de levantarle su autoconfianza.

—Nadie es ignorante. Sabes leer y escribir, eso ya es suficiente. Lo que sucede es que no todo se aprende de la escuela o la universidad, también se puede aprender de los libros.

—Tú crees...

—¡Claro!

—¿Como qué?

—Un famoso escritor llamado Jorge Luis Borges dijo una vez que los libros son la alfombra mágica que nos llevaba a la imaginación. Por ejemplo, si nunca has viajado a China, puedes conocer sobre ese país lejano a través de los libros. De hecho, puedes aprender muchas, muchas cosas si sabes leer.

—¿De verás?

—Vamos a hacer un trato. Te regalaré un par de libros. Escoge los que más te gusten: Moby Dick, Las aventuras de Tom Sawyer, Viaje al Centro de la Tierra, El Principito, etc., etc., etc.

Antes que acabara de citar los tres mil títulos de mi biblioteca, Juan, el pollito, estaba revisando el lomo de cada uno de ellos mientras me decía: éste, éste y éste.

LEADIMIRO GONZÁLEZ C. (KUBILER)

Autor

Nació en la isla de Sasardi Mulatupu, en Kuna Yala. Desde muy niño se trasladó a la ciudad capital de Panamá con sus padres.

En su adolescencia descubrió la literatura y desde entonces se dedica a escribir cuentos, sobre todo para niños.

El cuento ‘Juan, el pollito' abre su libro bilingüe, La tierra de los sueños , publicado en 2010.

Actualmente trabaja como periodista de crónica roja en el diario El Siglo .

Ha publicado: Bajo el calor del fuego , Cuando conversé con ellos , El contador de estrellas y La ola .

—Muy buena elección —le dije.

Y los metió en su mochila.

—¿No está muy pesado? —pregunté.

—No —dijo—. Hoy mismo, cuando llegue a casa, comenzaré a leer para aprender más. Ahora debo marcharme. Mamá debe estar esperándome para el almuerzo.

Entonces me pidió que abriera la enciclopedia. Así lo hice. Juan, el pollito, se colocó al borde de la hoja con su mochila azul y volteó a mirarme dulcemente.

—Gracias —me dijo.

—De nada.

Cerré el libro y desapareció por arte de magia. Una pequeña pluma amarilla quedó revoloteando en mi habitación. Es el único recuerdo que conservo de esa extraña visita.

Desde aquella mañana nunca más lo he vuelto a ver. A veces me pregunto si no habrá sido producto de mi imaginación, si no lo habré inventado como otros tantos personajes de mis cuentos, pero hace un rato, mientras buscaba una palabra, abrí la enciclopedia y encontré una carta con letras claras y una caligrafía envidiable:

Me gustaron mucho tus libros, sobre todo El Principito, porque hacía muchas preguntas. Gracias.

Sonreí feliz. Había contribuido de alguna manera a que una criatura descubriera el placer de los libros. Solo espero que algún día, Juan, el pollito, me vuelva a visitar y espero que sea pronto.

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