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El 'jazz': celebrando la multiculturalidad musical en el Istmo
- 02/05/2022 00:00
- 02/05/2022 00:00
El jazz se conoce como un género musical de gran valor cultural, rico en historia y con miles de intérpretes en el mundo. Sin embargo, su utilidad, versatilidad y funciones van más allá de su génesis musical, siendo también una herramienta de promoción de la libertad, la educación, identidad cultural y esperanza desde sus inicios en el corazón de Nueva Orleáns.
Cada 30 de abril, desde 2011, se celebra el Día Internacional del Jazz, por mandato de la Unesco, como una fecha para dar voz al mensaje de diálogo y libertad, y en reconocimiento de que el jazz une a las personas para reforzar el respeto por los valores compartidos, los mensajes universales de paz, libertad y solidaridad que transmite este género musical.
Asimismo, fue lanzado para dar a conocer las virtudes del género como herramienta educativa, un vehículo para la paz, la unidad, el diálogo y para mejorar la cooperación entre los pueblos. Su génesis en el corazón de esclavos africanos, caribeños, criollos libres y otros, fue plantado en Estados Unidos y enraizado en las tradiciones africanas.
Actualmente, el jazz ha adoptado nuevas formas en culturas de todo el mundo, aprovechando la diversidad del mundo, cruzando sin esfuerzo las fronteras y acercando a las personas y las culturas. “Aprovechar la diversidad cultural es una tarea que todos compartimos. No olvidemos que el jazz resuena alegremente como una fuerza de paz, hablando al corazón”, mencionó un comunicado general de la Unesco este año.
Según expresó la cantante de jazz y compositora, conocida como la High Priestess of Soul (Alta Sacerdotisa del soul), Nina Simone, “el jazz no es solo música; es una forma de vida, una forma de ser, una forma de pensar”; por esto, celebrar esta distintiva fecha es un recordatorio de muchos intérpretes y la razón principal del jazz: un estilo de vida.
La integración de este género en la educación musical y cultural de la población panameña representa las cualidades que aporta a la sociedad, destacadas por la Unesco como: romper barreras y crear oportunidades para la comprensión mutua y la tolerancia, mostrar una forma de libertad de expresión, simbolizar la unidad y la paz, reducir las tensiones entre los individuos, los grupos y las comunidades.
Además de fomentar la igualdad de género, reforzar el papel que juega la juventud en el cambio social, promover la innovación artística, la improvisación y la integración de músicas tradicionales en las formas musicales modernas, y estimular el diálogo intercultural, así como facilitar la integración de jóvenes marginados.
Para el saxofonista enamorado del jazz y profesor en los programas educativos de la Fundación Danilo Pérez, Luis Carlos Pérez, el jazz va “más allá de la música en sí”, sino que forja un camino educativo que “permite a los jóvenes unirse entre ellos e identificarse consigo mismos”. Para el músico, el jazz presenta una oportunidad de atraer a los jóvenes a nuevas fronteras, por su raíz camaleónica en otros géneros actuales.
“La importancia del jazz como un elemento educativo y desarrollo humano a través de la música se realza con cada concierto o curso”, comentó a La Estrella de Panamá, “en el jazz se lleva a cabo una democracia musical donde la voz musical de cada músico es escuchada e impulsada en la improvisación”.
Asimismo, destacó que el género abre conversaciones de provecho intergeneracional, siendo un instrumento de aprendizaje en todo aspecto. “El jazz es un sonido de esperanza, un elemento que viene heredado de los esclavos africanos, pero que sirve de conector en otros países”.
Desde sus pasos en Estados Unidos, pasando por las ciudades de Nueva Orleáns y Chicago, hasta llegar a Panamá, el jazz se ha mantenido como un conector de personas, familias, hitos históricos y multiculturalidad que se ha detallado en un sinnúmero de publicaciones.
Luis Carl Russell (Bocas del Toro, 1902 – Nueva York, 1963) es un ejemplo de esto, siendo uno de los principales exponentes panameños del jazz en Estados Unidos en la década de 1920 y 1930, la 'era dorada del jazz' en el país norteamericano. Cuando tenía 16 años comenzó tocando piano en The Broadway Theatre, que luego se llamó Balboa Theatre de Bocas del Toro. Su primer trabajo como músico fue como pianista de películas mudas y obras de teatro en Colón (1918), donde logró crecer como artista.
Luego, al llegar a Nueva Orleáns en 1921 logró asentarse con diversas orquestas ya establecidas como la banda de Alberto Nicholas. Luego, en 1924 viajó a Chicago donde tocó en clubes como pianista y organista. En 1925 pasó a formar parte de la banda King Oliver y se convirtió en director de la banda más adelante. Se estableció en Nueva York en 1927 y en 1929 comenzó su carrera como parte de la banda de Louis Armstrong, con quien luego su banda firma un contrato en 1935 y se mantiene de gira hasta 1943.
Así, Russell se posicionó como una de las estrellas del jazz y aportó a asentar las bases de lo que sería el Swing. De él se ha escrito la obra 'Pionero' (2022), del escritor y músico panameño Ariel Pérez Price, que se centra en una investigación rigurosa sobre los pasos de Russell siendo el primer panameño en llegar y establecerse en la escena del jazz inicial. “Poco se conoce y poco se habla de Russell, una figura que contribuyó al desarrollo de un género musical que es universal que es el jazz”, comentó a La Estrella de Panamá el pasado enero en el marco del Panama Jazz Festival.
“Este tipo de personajes no son producto de la casualidad sino de la causalidad que tiene que ver con su entorno. Bocas del Toro y Colón son lugares que merecen más análisis más entendimiento de qué es lo que ocurría allí”, agregó.
Actualmente, se cuentan con múltiples representantes del Istmo en el género, tales como el maestro Danilo Pérez, Patricia Zárate, Luis Carlos Pérez, la 'dama del jazz' Idania Dowman, Sabrina Camarón y las Hijas del Jazz, Carlos Ward, Oscar Cruz Jr., Samuel Batista, Adolphus Hall y la agrupación The Panama Sounds, entre muchos otros.
Como comentó Dowman a La Estrella de Panamá en pasadas ocasiones, el interés de las nuevas generaciones ante el jazz ha aumentado, dando mayor importancia a la historia que se entrelaza entre este género y los pilares culturales del Istmo. “Ahora más jóvenes están animados a incursionar en este tipo de género gracias al festival de jazz que ha quitado ese tabú que existía, ya que antes estaba condicionado a gente de otras clases sociales o solo a las personas afro en el país”, indicó la 'dama del jazz', “la gente poco a poco se ha dado cuenta de las diferentes corrientes del jazz. Eso ha despertado el interés en los jóvenes en este ámbito”.
De igual forma, Pérez indicó que el jazz es una música que “tiene mucha creatividad” y unión de diversos estilos, por eso los jóvenes “se identifican cuando escuchan jazz”, ya que aunque ha tenido un gran recorrido histórico, “sigue siendo fresco y actual”. Para el profesor, cuando los jóvenes se acercan al jazz “se dan cuenta de su riqueza y lo entienden”, ya sea solo para escucharlo o estudiarlo para desarrollarlo.
“Los sonidos de jazz están en casi todos los géneros que escuchamos hoy día en el mundo”, apuntó, “existe una evolución de sonidos frescos, que integra la libertad de opinión, el desarrollo individual del músico y la interacción cultural de la herencia africana en el jazz en una conversación musical”.
La riqueza del jazz lo mantiene como evidencia de la creatividad humana, trascendiendo generaciones y dando aún más de qué hablar en un intercambio multicultural y multigeneracional a través de las distintas latitudes del mundo, siendo una herramienta de integración social, como destacó Pérez: “El jazz hace partícipe al público”.