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Hombres en casa: entre la eliminación de etiquetas y la ruptura de estereotipos
- 21/12/2020 00:00
- 21/12/2020 00:00
El último Censo Nacional de Población y Vivienda se realizó en 2010. En la actualidad, Panamá no cuenta con datos precisos de la cantidad de hombres que han dejado a un lado su profesión para dedicarse al hogar. Pero más allá de las cifras, ¿por qué sigue siendo este tema un estigma social?
De acuerdo con el sociólogo José Lasso, muchos países se rigen bajo una sociedad patriarcal, y como resultado de la organización histórica y de los discursos religiosos se ha escudado una “supuesta superioridad” de hombres sobre mujeres que ha ocasionado una forma de organización discriminatoria, ubicando a los varones y a las damas en roles diferenciados, de forma injusta, reproduciendo en la comunidad lo que se espera de los comportamientos de cada individuo, es decir, generando modelos esperados y aceptados.
Para el especialista, el hecho de que el hombre o la mujer decidan permanecer en casa, no debería verse como algo socialmente extraordinario. “Las relaciones hoy deben construirse sobre los cimientos de la igualdad, establecer acuerdos en el caso de que ambas partes laboren, con el objetivo de trabajar hacia un futuro en conjunto”.
A lo largo del tiempo la división de roles ha quedado atrás, por lo que paulatinamente la población masculina ha reconocido el papel y la importancia de la mujer en la sociedad, ha ido experimentando nuevos comportamientos incluyentes en su relación con la comunidad femenina. Estos hombres que reconocen la importancia de la igualdad y el mérito de las mujeres en diferentes espacios, se entienden como 'el grupo de las nuevas masculinidades'.
“No se puede decir que cuando un hombre hace oficios, ayuda a la mujer, cuando realmente es parte de un hogar en donde se coopera y la igualdad de responsabilidades se reproduce en el espacio. No podemos decir que haya hombres amos de casa o mujeres amas de casa, eso es ubicar o dividir roles dentro de este espacio”, arguye.
Sobre lo profesional, comenta que si se abandona o no algún proyecto, tampoco debe verse como una situación extraordinaria que un hombre lo haga.
Para erradicar estas percepciones, Lasso recomienda robustecer la cooperación y acuerdos de parejas y familias. “Sería útil que transitáramos aceleradamente hacia la construcción de nuevas masculinidades, insertas en la socialización familiar, el sistema educativo y la aceptación institucional de esta condición”.
La socióloga Ana Lemos concuerda con Lasso en que los roles parten desde una construcción social histórica, donde se le ha asignado a cada género qué hacer: la mujer es de casa (para el cuidado del hogar y los hijos, y las labores domésticas) y el hombre es de la calle (es el proveedor, el que tiene que responder por las necesidades económicas de la familia).
Lemos sostiene que dejar a un lado el desarrollo profesional para dedicarse a las labores de la casa no debe percibirse como un buen o mal aspecto, puesto que es una decisión individual; sin embargo, asegura que los hombres que toman estas determinaciones son cuestionados por la familia y amigos, situación que puede ser contraproducente para la salud emocional de la persona, si no tiene convicciones firmes en su determinación.
La razón por la cual continúa el estigma de ser amo de casa va ligada a las masculinidades mal entendidas. “Antropológicamente hablando, desde la era primitiva los hombres eran los que salían a cazar; eran los encargados de proveer la alimentación. La mujer solo se dedicaba a la agricultura y la recolección. Eso es lo que da el mal entendimiento de que el hombre es fuerte y la mujer indefensa. Es por ello que existe ese estigma con un enfoque machista que hace que la sociedad insista con estos antiguos pensamientos”.
Anota que el primer paso para combatir dichos idealismos inicia con romper los paradigmas que se han construido desde el principio de la humanidad, donde es necesario educar a los hombres y a las mujeres en forma integral en sexualidad, en principios basados en derechos humanos, donde se respete la integridad de las personas por el hecho de ser personas y no por distinción de un género u otro.
Por su parte, el sociólogo Alonso Ramos afirma que desde todos los canales de socialización (familia, escuela, comunidad, medios de comunicación) se recibe constantemente un bombardeo de mensajes diferenciados para hombres y para mujeres; informaciones de estereotipos que perpetúan modelos muy tradicionales de masculinidad y feminidad.
Una realidad que resalta Ramos es que Panamá sigue siendo un país desigual, donde la calidad de vida se ha desmejorado y el tema del cuidado es hoy un reto para muchas parejas jóvenes, donde ambos necesitan trabajar para sumar la cantidad de dinero necesario para saldar las cuentas mensuales. “En la actualidad no existe una oferta pública de calidad que le garantice a las familias de clase trabajadora espacios donde dejar a sus hijos, sobre todo cuando están en la etapa de primera infancia. Es así cuando algunas veces entra la disyuntiva de que alguno de los dos deje la vida profesional, para dedicarse al trabajo del cuidado y de la reproducción de la vida”.
Ramos señala que actualmente en el istmo, el cuidado en el espacio familiar recae mayormente en las mujeres; sin embargo, se debe esperar el censo para tener datos actualizados. “Las últimas encuestas de hogares y las del uso del tiempo libre de 2011 dan cuenta de que son las damas las que destinan tiempo al trabajo de la reproducción de la vida, trabajo que es socialmente necesario, pero que es invisibilizado, no aparece en el PIB ni en ningún indicador de productividad y riquezas del país”.