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- 02/03/2020 06:00
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Vivimos en un mundo que tiene prisa y en el que las necesidades de los demás son una bofetada al aire porque a nadie le importan. La empatía se ha convertido en la basura enlodada de alguna cuneta. “Habla”, suelen decir. Quiero hablar, pero nadie escucha y son pocos en los que se puede confiar. La frase “no estás solo, habla conmigo”, se ha escrito cientos de veces en comentarios en Facebook como si fuera un emoticón más. Quizás algunos creen que hacen algo bueno y de verdad lo hacen. También hay otros que solo la dicen por decir. ¿Es normal la depresión?
Este año, la última ganadora de los premios Grammy, Billie Eilish, ha descarnado entre susurros la tristeza. Esa que tan presente está en una sociedad desesperada por encontrar respuestas y un lugar amable al cual pertenecer, porque encontrar personas que estén dispuestas a escuchar sin criticar es muy difícil.
La doctora Karin Schwank, psicóloga clínica, especialista en adicciones, codependencia y procesos intensivos, explica que la depresión es la ausencia de la expresión, por lo tanto, la cura es la expresión misma. “Sí, tienen razón en decir habla, habla, porque el hecho de no hablar nos hace sumergirnos en esa espiral que nos lleva a caer cada vez más profundo y el pensamiento distorsionado de que no hay salida”.
Y es que, en la vida, la tristeza tiene muchas formas y motivos cuando se instala. Puede ser desde el rompimiento de una relación hasta un sueño inalcanzado. Historias de abandono, abuso y pérdida que te hacen sentir que perteneces a un abismo del cual no logras salir.
“La distorsión de “nadie me quiere”, “no soy bueno”, “no sirvo para nada”, “no sé por qué nací”, etcétera, alimenta más la ansiedad; y por lo tanto, la espiral hacia abajo. Ahí es donde los seres humanos, de forma muy personal, podemos reconocer que existe esa distorsión y que nosotros somos nuestro propio agente de cuidado en donde, si queremos preservar nuestra vida, será importante encontrar esas personas seguras que puedan darnos la experiencia de hacernos sentir escuchados”, menciona Schwank.
Para la también líder en programas, Onsite Nashville, la expresión no es solo el hecho de hablar con alguien, sino que la persona escuche las dimensiones del miedo, la inseguridad o la historia personal y que exista un interés genuino de conocer quiénes somos.
“La desconexión está ocurriendo porque ahora estamos inmersos en varias necesidades que antes no existían y buscamos, con desesperación, sentirnos conectados; es ahí donde entra la expresión. Si expresamos lo que somos y hay una persona que genuinamente escucha, eso garantiza una sensación de pertenencia que es esencial”, indica Schwank.
Aunque aislarse parece ser normal, dado que se convierte en una cadena de indiferencia, también ocurre el hecho de no demostrar la tristeza, en la era de la simulación. “La razón por la cual nos aislamos es porque sentimos que no tenemos personas que nos van a comprender y ver, sino que, tristemente, nos encontramos con personas que nos dicen que lo que estamos sintiendo está mal y nos dan una serie de consejos que no necesitamos; entonces preferimos hacer uso de nuestra propia creatividad, excluyéndonos de las situaciones sociales y separándonos de la necesidad básica de pertenencia”, dice la psicóloga.
Ante el fenómeno global de la desconexión se puede decir que nadie es culpable, pero todos somos parte. Y la forma de revertirlo, según Karin, es regresando al arte: “Volviendo a las formas naturales simples de ser y de relacionarnos, es lo que el ser humano necesita. Ya nos dimos cuenta de que alcanzar el “tener” no es lo que nos está dando una calidad de vida”.
“La solución es ir hacia adentro y entender qué es lo que está pasando, aceptar que está bien ser quien eres, ser diferente y ser lo que somos es lo único que podemos ser. Muchas veces simplemente por pensar diferente la gente nos discrimina, entonces la idea es aportar al desarrollo de la multiculturalidad, la tolerancia ante las diferencias, la no desvalorización; la idea es romper esas paredes de nuestras diferencias y que, al contrario, la celebremos, creo que allí reside la solución a las barreras”, concluye la especialista.