La República de las Islas Marshall ha creado su primer santuario marino para proteger dos ecosistemas vírgenes alrededor de los atolones Bikar y Bokak,...
- 01/01/2011 01:00
- 01/01/2011 01:00
T odo muy lindo: el pavo, el jamón, el brindis que no para nunca. La familia reunida, los amigos celebrando, los ñiños abriendo regalos. La época es de festejo, una excusa para pasarse con lo que comemos y tomamos. Lo hacemos con una alegría desorbitante, reímos hasta que duelen los músculos y abrazamos como robots bien programados. Y levantamos la copa llena una y otra vez.
Esos días, en navidad y año nuevo, todo está bien. Las despedidas de año y sus respectivos brindis -por los sueños, por lo que pasó, por lo que seguro viene, por lo que cada uno quiere que venga, por la amistad, por la familia, por el vil metal o la salud, cuestiones sin sentido o con un sentido tan amplio que no puede siquiera rozarse en un chinchín circunstancial-, se amontonan en estas épocas como alfileres en el imán
El problema es al siguiente, cuando aparece el malestar estomacal, gastritis, sueño irresistible, dolor de cabeza... En fin, todo eso que la sabiduría popular agrupa con el término "goma". ¿A qué recurrir en ese momento en que se siente un retumbe que atormenta la cabeza y una acidez que amaga a no abandonarnos nunca? ¿Se puede evitar la goma?
Con ese interrogante, Facetas consultó a nutricionistas y médicos. A uno y a otros llamamos con la intención de descubrir la fórmula mágica que permita disfrutar hasta no dar más y al otro día levantarse como nuevo, como si nunca se hubiese tomado todo ese ron o comido todo ese frito. Insistimos con la duda, no nos resignamos con una negativa, ni con dos o tres.
Lamentablemente, la respuesta siempre fue la misma: la goma, una vez que llega, no se saca. Se puede evitar, pero para eso hay que evitar los brindis y la comida al por mayor. O sea: no celebrar tanto.
No se puede huír de los desastres que dejan los excesos, pero sí se puede entender por qué se tiene que padecer más que los egipcios con las diez plagas después de una noche de festín. Van, a continuación, algunas justificaciones y aclaraciones.
POR QUÉ HACE MAL
El exceso de alcohol hace mal porque cuando se toma cerveza -o cualquier líquido que contenga alcohol- de más, baja la cantidad de azúcar en sangre que, al eliminarse muy rápidamente, produce una sensación de debilidad y cansancio.
También provoca que el líquido que se ingiere se elimine como torrente, por lo que el organismo busca el agua en otros órganos y da más sed que beduinos en peregrinación a La Meca. Además, en esa carrera por saciar la deshidratación las membranas que recubren el cerebro (las meninges) también se secan y se dilatan los vasos sanguíneos.
Entonces... Bueno, está bien: sólo era un intento de darle un contenido científico al zapateo que se le mete en la cabeza dándole y dándole a la mañana siguiente de una borrachera.
¿SE ESQUIVAN LAS CONSECUENCIAS?
Ahora, ¿se puede esquivar? No, no y no.
Si se come y toma de todo, indefectiblemente va apadecer goma al día siguiente. La única manera de eludir el malestar es con la práctica de la moderación: la precaución no trae consecuencias negativas. Eso, lo sabemos, no es divertido. Pero tal vez pueda moderarse en lugar de abstenerse y, por ejemplo, seleccionar consumos capaces de aceptar y tolerar sin que se produzcan desajustes o alteraciones orgánicas, para no sufrir tanto luego.
Entonces, la receta que permitirá disfrutar sin padecer es que cada uno vigile su propio cuerpo para saber cuál es el piloto de ajuste que tiene que manejar, hasta dónde puede llegar sin alteraciones.
Los especialistas recomiendan, además, tener cuidado con las comidas compradas. Sobre todo aquellas que tengan salsas pesadas o mayonesas. Y reemplazar condimentos como el ají molido, ajo, pimienta y chimichurri, por el orégano, albahaca y laurel.
Otro tip: no mezclar alcohol (ron y cerveza, por ejemplo) y procurar que su calidad sea excelente y moderada, en lugar de mucha y mala.
¿CÓMO TERMINAR CON LA ‘GOMA’?
Una vez adquida, ¿la goma se extirpa? Una vez que el daño está hecho, vaya a lo simple: una taza de té o agua con jugo de limón. Coma livianito, especialmente alimentos que cumplan una función desintoxicante, como los licuados de frutas con agua, vegetales crudos y cocidos.
Olvídese de ese cuento de que el alcohol se mata con más alcohol. Esto lo único que hace es prolongar la borrachera y hacer esperar un poco más a la goma que, indefectiblemente, llegará.
Al contrario: dele un descanso a estas bebidas por 48 horas. También se recomienda incorporar alimentos que tengan valor energético, que sean de fácil digestibilidad como arroz con vegetales, polenta, pan disecado.
Después, lo conocido: aspirinas, dormir mucho y la promesa mentirosa de siempre: ‘Nunca más tomaré de más‘.