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- 17/05/2022 00:00
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El Festival de Cine de Cannes levantará el telón de su 75 edición, que apostará por “mirar al futuro” y en la que un total de 21 filmes –solo cinco dirigidos por mujeres– se disputarán la Palma de Oro entre el 17 y el 28 de mayo. Como parte de esa mirada al futuro el certamen acogerá, entre el 24 y el 25 de mayo, un simposio organizado por el mexicano Guillermo del Toro en el que un grupo de cineastas debatirá sobre el futuro de su oficio, ha anunciado en rueda de prensa su delegado general, Thierry Frémaux.
“Cuando cumplimos 70 años nos centramos en la historia del festival y ahora queremos mirar al futuro”, ha dicho Frémaux, un análisis que tendrá en cuenta “todo lo que ha ocurrido en estos cinco años: la explosión de directoras y de jóvenes cineastas, y lo que ha sufrido el cine” en los dos años de pandemia.
El festival, que arranca hoy con la proyección fuera de concurso de la comedia de zombies Coupez!, de Michel Hazanavicius, ha sufrido en esta jornada previa un ataque a sus sistemas informáticos que ha bloqueado durante horas el sistema de reserva de entradas. A pesar de ello, Frémaux ha asegurado que el sistema ha mejorado con respecto al año pasado, cuando se puso en marcha por primera vez para evitar las colas en las entradas de las salas de proyección.
En su tradicional equilibrio entre el cine de autor, los blockbusters de Hollywood y su compromiso político, Cannes recibirá este año a maestros del cine como David Cronenberg o George Miller y a estrellas como Tom Cruise, Anne Hathaway, Tilda Swinton o Idris Elba. Tom Cruise recibirá un homenaje el próximo miércoles y presentará en una proyección especial su secuela de Top Gun: Maverick (2022).
“Es uno de los actores con más éxito en sus proyectos en la historia del cine y que ha guardado fidelidad a los directores con los que ha trabajado”, manifestó Frémaux, que también ha destacado su entrega total al cine ya que nunca ha hecho “series o publicidad”.
Con respecto a la situación política, Frémaux comenzó la rueda de prensa ayer expresando su apoyo “total y no negociable” al pueblo ucraniano y a su presidente, un apoyo que se hará palpable con proyecciones como Mariuopolis 2, el documental póstumo rodado en Ucrania por el cineasta lituano Mantas Kvedaravicius, abatido por soldados rusos en Mariúpol el pasado 2 de abril.
Sobre la presencia rusa, ha recordado que mantienen la posición anunciada al comienzo de la guerra de no recibir “ninguna representación oficial”, ni de instancias gubernamentales ni de periodistas que trabajen en medios oficialistas. Sí compite en sección oficial el disidente ruso Kirill Serebrennikov (Tchaikovsky's Wife), quien logró recientemente salir de su país tras cumplir arresto domiciliario. Sobre la postura de quienes piden “boicot total”, Frémaux ha dicho que puede comprenderlo ya que se trata de “gente que está bajo las bombas, en un país agredido e invadido”.
Sobre las cinco mujeres directoras en sección oficial –Claire Denis, Kelly Reichardt, Valeria Bruni Tedeschi, Leonor Serraille y Charlotte Vandermeersch– ha defendido que “no son pocas”, y que ese 25% se corresponde con el porcentaje de postulantes mujeres.
También ha subrayado que en el caso del cine francés las mujeres representan un 65% en la sección oficial, porque “Francia es un país con muchas directoras”, ha recordado que hay paridad en los jurados y que el año pasado en todas las secciones ganaron mujeres. “Las cosas evolucionan de forma positiva”, ha insistido.
A partir del 1 de julio será también una mujer quien tome el relevo en la presidencia del festival a Pierre Lescure, la alemana Iris Knobloch, que se mantendrá al frente durante los próximos tres años.
Desde hoy y hasta el 28 de mayo, este privilegiado enclave de la Costa Azul francesa experimenta una transformación tanto de su actividad como de su población, que se triplica y pasa de las 76 mil personas censadas a unas 200 mil.
Son dos semanas en las que, según cifras de 2019, las últimas disponibles, el festival genera unos 200 millones de euros de ingresos y crea 2 mil 300 puestos de trabajo, del total de 850 millones y 13 mil 400 empleos que el turismo de negocios origina allí a lo largo del año. La alcaldía no difunde los datos del año pasado ni los de 2021 porque no los considera representativos del impacto económico del certamen.
Fabrice Viard, fundador de la empresa de gestión de yates de lujo Liberty Yatchs, no necesita cifras concretas para constatar la mejoría general. 2020 fue un año difícil, en 2021 su actividad experimentó una ligera recuperación ya que hubo gente que se confinó en sus barcos, y en 2022 los dos puertos de Cannes están completos, asegura a EFE.
Su firma trabaja para propietarios de yates privados: familias europeas, estadounidenses que veranean en la costa francesa, clientela de Oriente medio, de Arabia Saudí a Catar, y también muchos rusos, aunque el embargo sobre ese país debido a la guerra en Ucrania hace prever un descenso importante.
Y durante el festival, que le supone el 10% de su facturación anual, a esa cartera se le suman las estrellas que buscan en un barco la privacidad que no les ofrece un hotel, y empresas de organización de eventos, porque las fiestas allí tienen la ventaja de controlar mejor quién entra. “Eliges a quién quieres a bordo”, apunta.
Ian Rouault, comercial de la empresa de venta y alquiler de propiedades de lujo Europa Hymson, mira también con buenas perspectivas esta 75 edición. Su establecimiento está ubicado justo enfrente de la fotogénica alfombra roja y ha sido desde hace 40 años un testigo directo de la efervescencia propia de estos días.
“Para alguien de Cannes, como yo, el festival es motivo de orgullo. Se habla de Cannes en todo el mundo y es una ciudad conocidísima por su festival”, apunta sobre un certamen que en dos semanas les hace facturar el equivalente a un mes entero de temporada alta.
Las restricciones a la circulación y la mayor presencia policial no echan para atrás a turistas como Carmelina, italiana de 62 años que desde hace 40 hace coincidir parte de sus vacaciones con su celebración. “Me gusta el ambiente festivo y la gente es muy amable. Nos damos una vuelta, comemos un helado, vamos al restaurante, al casino, jugamos, unas veces ganamos y otras perdemos, compramos cosas... Me gusta todo de Cannes”, señala.
El paseo marítimo congrega así a asiduos y a recién llegados. “Me alegro de que la gente venga, tanto de Francia como del extranjero. El festival da vida a toda la ciudad”, sostiene Francis, residente de 85 años al que no le preocupa el potencial riesgo que un acontecimiento como este pueda suponer.
La alcaldía ha movilizado a agentes por tierra, mar y aire. Hay 766 cámaras de video-vigilancia, lo que supone una por cada 97 habitantes, la red más densa de todo el país, y jardineras de más de una tonelada cuya principal función es evitar que algún vehículo pueda abalanzarse sobre la multitud en zonas peatonales, como cuando el 14 de julio de 2016 un atentado mató a 86 personas en Niza.
Más allá de ese refuerzo de seguridad, los numerosos carteles con la imagen del certamen en comercios y todo tipo de establecimientos no hacen olvidar que todo oscila estos días en torno al mundo del cine.
“Cannes es un pequeño pueblo que se viste de fiesta”, resume Lita, belga de origen y residente desde 2008, que ha organizado diversos actos para mostrar a los turistas la vida local, diferente del brillo de un certamen en el que antes la gente se cruzaba por la calle con las estrellas y ahora, lamenta, apenas las ve unos segundos en la alfombra roja.