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Estrés térmico, una amenaza para la productividad laboral
- 16/05/2023 00:00
- 16/05/2023 00:00
El calor no solo tiene un gran impacto en la salud humana, el rendimiento y la calidad de producción de los trabajadores también pueden verse afectadas por la sensación térmica, así lo deja claro la Organización Mundial del Trabajo (OIT) en la conferencia de dos días, 'Estrés térmico ocupacional: implementar prácticas, compartir experiencias', que se realizó en Doha, Catar.
En esta se reunieron representantes de gobiernos, trabajadores y empresarios de los Estados árabes, así como destacados investigadores en el campo que se ha denominado como estrés térmico.
“El estrés térmico también reduce la productividad de los trabajadores. Calculamos que cada año se perderá el 2% del total de horas de trabajo en todo el mundo, bien porque hace demasiado calor para trabajar, o porque los trabajadores tienen que trabajar a un ritmo más lento”, destacó Ruba Jaradat, directora regional de la OIT en los Estados árabes.
Jaradat también señaló que es necesario el compromiso de los gobiernos y el sector privado para mitigar el impacto del estrés térmico en los trabajadores alrededor del mundo, así como prevenir las peores consecuencias en cuanto a este fenómeno.
Algunos países, como España, ya han tomado cartas en el asunto. El Gobierno de la nación europea ha prohibido el trabajo al aire libre durante las olas de calor, como resultado del alza en la temperatura de los últimos años.
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, comentó que se harán cambios legislativos para la prohibición del trabajo al aire libre en caso de haber alerta roja o naranja decretada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), de acuerdo con el diario español Cinco Días.
Díaz también destacó la necesidad de incorporar otras medidas que obliguen a cumplir normas laborales adaptadas a la meteorología por altas temperaturas y el cambio climático. Anteriormente en España se han registrado casos graves debido al aumento del calor y el cambio climático.
De hecho, el año pasado un empleado de limpieza del Ayuntamiento de Madrid murió a causa de un golpe de calor. El Instituto de Salud Carlos III, que brinda apoyo al Ministerio de Sanidad en España, también atribuyó el año pasado 360 muertes a las altas temperaturas que se registraron en los seis primeros días de una ola de calor que azotó a la nación europea en julio.
Desde esta pérdida se ha abogado por prohibir las actividades laborales en alerta naranja o roja por olas de calor. Por otro lado, sindicatos de trabajadores han reclamado por la falta de un protocolo de seguridad y campañas de conciencia pública sobre las olas de calor y el estrés térmico.
El estrés térmico no es una novedad. De hecho, en 2019 la OIT publicó el estudio 'Trabajar en un planeta más caliente: el impacto del estrés térmico en la productividad laboral y el trabajo decente', en el cual se ahonda sobre el aumento de la temperatura en las diferentes regiones del mundo.
“Los trabajadores agrícolas y de la construcción serán los más afectados [por el estrés térmico]. (...) Un aumento aún mayor de la temperatura haría que algunas de esas áreas fueran completamente improductivas, desplazando a un gran número de trabajadores.
Según las previsiones, otros sectores clave del empleo ocupan una parte cada vez mayor de las horas de trabajo mundiales perdidas como consecuencia del estrés térmico. Así, cabe prever que el sector de la construcción represente el 19% de las pérdidas totales en 2030”, señaló esta investigación.
El estudio también destaca que este aumento de temperatura puede variar entre los diferentes países, sin embargo, el impacto es mucho más alto en las ciudades, refiriéndose al fenómeno de “isla de calor urbana”, es decir, a las áreas metropolitanas que son más cálidas que las rurales y que por consecuencia tienen una mayor absorción del calor por los edificios y carreteras.
Según el estudio, esto puede deberse a la intervención humana y la configuración de las áreas urbanas, ya que a diferencia de la vegetación, los materiales de construcción como el hormigón o el asfalto pueden absorber calor durante el día e irradiarlo en la noche.
Por esta razón, la investigación alega que la diferencia de temperaturas entre las zonas urbanas y las rurales pueden ser pronunciadas, aunque un país esté pasando por el mismo fenómeno.