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- 30/08/2023 00:00
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El actor y escritor Roberto Thomas-Díaz atravesó por una desagradable situación junto a su abuela octogenaria cuando ella se quebró la cadera. Su familia esperó aproximadamente cuatro semanas para conseguir un “cupo” en un hospital.
Con su abuela sedada en la habitación, Thomas-Díaz miraba el trato que ella recibía. En ese lapso, el actor se preguntaba cómo una persona que trabaja en el sector salud trataba a los pacientes de esta forma. Tras esa cruda vivencia redactó Un elefante en la habitación, obra de teatro que resultó ganadora del Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró en su edición 2022.
Sin embargo, esta pieza en escena no sataniza a los trabajadores de la salud, ya que su autor considera que ellos actúan así debido a la violencia sistemática que reciben. “No les pagan a tiempo, tienen horarios extensos (...) Es toda una cadena de cosas que de alguna manera cae sobre el paciente, [y] no te das cuenta”.
La vivencia que compartió con su abuela despertó en Thomas-Díaz esa visión del manejo interno de un hospital. “Me hizo sentir empatía con la gente que trabaja en el sistema, entender que deben sobrevivir”, agrega durante una entrevista con La Estrella de Panamá,
Los diferentes problemas por los que atraviesa este sector son un tema presente y recurrente, recalca el director de la pieza que será presentada del 5 al 8 de octubre en el teatro Anita Villalaz. Se escuchan en las noticias, añade el director, dos temas recurrentes en cualquier año o década: la salud pública y la escasez de agua.
“Hay un asunto sobre la salud pública y es esta violencia silenciosa de la que nadie habla. Todos nosotros hemos [vívido y] conocido una experiencia en una institución pública [de salud], y hemos sobrevivido. En vez de recibir ayuda, recibimos más problemas, hay una especie de violencia muy silenciosa de la que no estamos muy conscientes. La obra expone un poco esta situación”.
Se habla mucho de la forma en que se ven afectados los pacientes, comenta Thomas-Díaz, pero no de “los tomadores de decisiones en el sector salud que no resultan afectados, sin embargo, las personas que ponen en marcha esas decisiones, entiéndase una enfermera, o encargada de limpieza, ellas son las realmente afectadas por eso, y sus acciones afectan a los pacientes”.
“Hay un estigma de que todas las personas que trabajan en el sector de salud –las señalan como desconsideradas–, son cara dura. No hay esa consideración de pensar qué es lo que los empuja a actuar de esa forma. Como la corrupción que esos superiores les permean; ellos quedan con las manos atadas sin poder hacer mucho”, sostiene.
En Un elefante en la habitación participan los actores Marisín Luzcando (Alma /enfermera), Yimara Pérez Royko (doctora Caballero), Xochil Vergara (Yariselis/ auxiliar de limpieza), Rosa García (Anarily /auxiliar de limpieza) y Gilberto Aranda (el pelao).
La enfermera, la doctora Caballero y las auxiliares de limpieza se ven atrapadas en un depósito tras el cierre de una protesta del hospital con mayor tráfico en la ciudad de Panamá. Las cuatro mujeres que allí laboran descubren algo inusual: un chico que viste uniforme del hospital ha entrado a robar. Nadie puede salir ni entrar. ¿Quién es este sujeto? ¿Qué hacen con él?, se lee en la sinopsis de Un elefante en la habitación.
“En la obra hacemos énfasis en la presencia femenina. Cada mujer que trabaja en un área diferente del hospital, con diferencias jerárquicas y socioeconómicas, ve cómo su vida personal es afectada por su vida laboral. El hecho de que ellas no tengan un salario digno para sus familias, el hecho de que ellas tengan que aceptar trabajos físicamente complicados dentro de un hospital... ”.
Cuando Thomas-Díaz habla de mucha violencia silenciosa, se refiere a las mujeres que sobreviven dentro del sistema de salud pública. Son situaciones silenciosas y normalizadas que exploran estas cuatro mujeres dentro de la obra.
Además, se busca en la puesta en escena, “evidenciar una realidad que es parte de nuestro sistema de salud. El 73% del personal que trabaja en el sistema de salud pública en Panamá es mujeres. Siempre que pensamos en un médico, pensamos en el doctor, y no en una doctora. El encargado del hospital es el encargado del hospital, y no una encargada. Entonces, ¿qué pasa con ese 73% de mujeres que hace esta fuerza laboral, y que mantiene, sea como sea, el sistema andando?”, cuestiona.
“Toda la obra ocurre dentro de una caja que parece un depósito”, explica el director, fuera de esta realidad, “Las acciones que ocurren son monólogos de [personajes de] alta jerarquía que dan un mayor contexto de cómo se mueven los hilos dentro del sistema. Todo esto, un poco más fantasioso, sucede fuera de la caja, pero en el mismo escenario”.
Para solucionar el problema de salud pública, hay que reconocer que es sistemático. Además, no abarca solo el sector salud, ya que “se trata de una serie de aristas complicadas que se ha tratado resolver por años, pero esto no se ha dado, justamente por el tema de la corrupción”.
“Muchos médicos, no todos, pero muchos llegan al sector salud, o por cumplir, o para hacer suficiente dinero para poder irse al [sistema] privado. El sistema de salud [público] queda desatendido, a la deriva. Es un problema sistémico desde cómo se presupuesta, quién vigila eso, cómo aseguramos que eso llegue a los trabajadores, y se inyecte dentro de toda la red de hospitales. No sé si hay una solución per se, pero pensaría que [el problema] viene desde arriba”, concluye.