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La electricidad de Panamá entre las pérdidas, los costos y la calidad del servicio
- 26/03/2022 00:00
- 26/03/2022 00:00
Confiabilidad, calidad y evitar la pérdida de energía son algunos de los retos que enfrenta el sistema de electricidad de Panamá.
“En la zona de concesión de Ensa estimamos que cerca del 5,3% de la energía que distribuimos mensualmente se pierde en conexiones ilegales y fraudes, esto equivale a la energía que necesita la planta potabilizadora de Chilibre para prestar el servicio de agua a toda la ciudad por un mes o a la energía necesaria para el Aeropuerto Internacional de Tocumen por cuatro meses”, señala Marianela Herrera, vicepresidenta de Ingeniería de Ensa.
En Panamá hay tres distribuidoras de energía eléctrica: Ensa, Edemet y Edechi, las dos últimas de Naturgy.
Edemet abarca desde la avenida 12 de Octubre hasta el puente de las Américas, Panamá Oeste, Coclé, Herrera, Veraguas y Los Santos. Edechi atiende las provincias de Chiriquí y Bocas del Toro, y Ensa cubre las provincias de Darién, Colón, la comarca indígena Guna Yala, las islas del archipiélago de las Perlas y la parte este de la provincia de Panamá.
Según la publicación “Dimensionando las pérdidas de electricidad en los sistemas de transmisión y distribución en América Latina y el Caribe”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “los niveles de pérdidas eléctricas constituyen una importante medida de eficiencia y sostenibilidad financiera del sector eléctrico. En el transporte de energía, estas pérdidas se refieren a la diferencia entre la electricidad que ingresa a la red y la que es entregada para el consumo final, y son reflejo del nivel de eficiencia de la infraestructura en transmisión y distribución”.
Herrera, vicepresidenta de Ingeniería de Ensa, indica que “las pérdidas derivadas por el hurto de energía –en la zona de concesión de Ensa– son de aproximadamente $3 millones por mes, fondos que, de no existir la problemática, podrían ser utilizados por la distribuidora para atender gastos de operación e inversiones, disminuyendo lo que el usuario regular paga en su factura por el servicio eléctrico”.
Sebastián Pérez, director de Distribución de Electricidad de Naturgy, coincide con Herrera y anota que estas pérdidas de energía se atribuyen a conexiones ilegales o asentamientos informales. “En Panamá Oeste la pérdida de energía está en 24%. Esto se produce por uso ilegal o incorrecto”, dice.
Sectores de Panamá Oeste han reportado falta de electricidad en varias ocasiones. Pérez no niega la situación de interrupciones y fluctuaciones, sin embargo, asegura que se debieron a conexiones ilegales y a la capacidad que las redes tenían.
“Cuando esto empezó hace seis o siete años, las redes eran extensas; teníamos interrupciones y muchos clientes se afectaban y no teníamos capacidad de respaldo. Si bien es cierto, siempre habrá interrupciones, hoy tenemos muchas más posibilidades que si esto ocurre en Arraiján, por ejemplo, esos clientes los podemos recuperar de tres o cuatro maneras”, asegura el director de distribución de electricidad de Naturgy.
“Aún hay quejas por interrupciones”, continúa Pérez, “y muchas de esas ocurren porque Panamá Oeste es la zona de nuestra área de concesión con casi 50 mil usuarios indirectos de forma ilegal, eso produce fluctuaciones e interrupciones porque se pegan de forma artesanal”.
El directivo de Naturgy asegura que en busca de solución se han construido siete subestaciones blindadas “cinco de ellas en Panamá Oeste para reforzar la red. Antes, en Panamá Oeste y Arraiján toda la energía que brindábamos llegaba por un solo punto, eso hace cinco años. En La Chorrera, toda la energía de nosotros la recibíamos como distribuidora allí –en La Chorrera– y de allí teníamos líneas muy largas que se extendían hasta Coronado, por un lado, y hasta Arraiján por el otro”, detalla.
Explica que, en el tema de calidad, “hemos puesto otro punto en Burunga, 2018; en 2020 pusimos otro punto con la red de alta tensión en La Chorrera. Ahora se hace desde cuatro puntos distintos, tenemos redes mucho más cortas. Aunque tenemos interrupciones y para trabajos programados, podemos transferir esos clientes para otra red porque tenemos más respaldo”.
Herrera afirma que “las conexiones ilegales afectan a todos los usuarios porque provocan fluctuaciones de voltaje, daños a equipos e interrupciones innecesarias del servicio por el vandalismo que ocurre para lograr el fraude”.
Además, agrega la ingeniera, “representan riesgo de accidentes por electrocución o incendio, y ponen en peligro la vida de quien las hace, de sus familiares o de algún miembro de la comunidad, debido a que la manipulación inadecuada que se hace en el sistema de energía eléctrica puede dejar energizados objetos como cercas, barandales, o dejar cables expuestos en árboles o lugares donde no se espera que haya, porque el trabajo para hurtar se hace tratando de que quede oculto y sin el conocimiento ni materiales adecuados”.
Para Herrera, el reto como país en temas de calidad y confiabilidad está en innovar para presentar al mercado opciones en todas las direcciones del sistema de electricidad, favorables a cliente y empresa. “En nivel de interrupciones y fluctuaciones, nosotros cumplimos más allá de los niveles regulatorios y esa es nuestra meta: brindar calidad de servicio y confiabilidad”, dice.
Añade que según el inventario que realiza Ensa, en áreas “no tan alejadas tenemos más de 6 mil viviendas identificadas que requieren el servicio de electricidad, ubicadas en comunidades de Pacora, Tocumen, Panamá norte y algunas de Colón. Tratamos de hacer un vínculo con el Ministerio de Vivienda para que ellos puedan suministrarnos las servidumbres formales y nosotros poder entrar con redes”.
En áreas dispersas de su zona de concesión, Ensa ha identificado entre 19 mil y 20 mil viviendas sin el servicio que “son las que se están trabajando con la oficina de electrificación rural y que también queremos llegarle”.
Sebastián Pérez, de Naturgy, asegura que la calidad del servicio que ofrece la empresa que representa es “buena y mejorable”. “Lo que más impacta en la calidad es las tormentas, los fuertes vientos y las colisiones. Es buena porque tenemos una disponibilidad de la red en promedio de 94%, es el indicador que usaría para calificarla”.
Llegas a tu hogar, enciendes la luz, quizá la televisión. Puede que requieras cargar tu celular y en algún momento usar el microondas. La energía es esencial para la vida cotidiana. El mundo en el que vivimos hoy, simplemente no puede funcionar sin ella y la demanda de la energía eléctrica aumenta.
De acuerdo con la publicación “Necesidades de energía para América Latina y el Caribe a 2040” del BID, en cuanto a la electricidad, “a menos que las tendencias actuales se reviertan, se espera que los requerimientos aumenten más del 91% para el año 2040, llegando a más de 2.970 Teravatio-hora (TWh). Esto significa que la región va a necesitar agregar casi 1,500 TWh a su producción actual”. Para poner esta cifra en contexto, “esa necesidad de energía va a necesitar el equivalente a planear, construir y mantener 18 nuevas plantas hidroeléctricas del tamaño de la de Itaipú de Brasil y Paraguay (la más grande de la región y la tercera a nivel mundial). Esto sin tomar en consideración el nivel, sin precedentes, de inversión requerida”.
El Plan Energético Nacional de Panamá 2015-2050 reseña que “la demanda de energía en una sociedad guarda relación con su nivel de bienestar y con el grado de desarrollo económico. Esta relación también cambia en el tiempo, según el estado de desarrollo en el que se encuentre el país”.
El documento agrega que “en una sociedad puramente rural el consumo de energía es generalmente bajo y el PIB por habitante es también bajo. En la medida que el país se moderniza, el consumo de energía aumenta más rápido que el ingreso individual, mientras que en los países con economías más maduras el consumo de energía crece menos rápido que el PIB por habitante”.
El Plan Energético Nacional de Panamá establece que, también se sabe que por arriba de ciertos valores de consumo de energía no se aumenta el nivel de bienestar de la gente. No obstante, para elevar el nivel de vida es necesario producir más energía, no menos.
Otro aspecto relevante en el sistema de electricidad en la región es el costo.
En la lista de precio del sector residencial de los países de América Latina, la tarifa panameña no es la más cara ni la más barata.
La Autoridad Nacional de los Servicios Públicos de Panamá apunta que el precio promedio de la electricidad (enero-junio2022 /centavos/kWh) en la empresa Edechi es de 17.012, en Edemet 18.575 y en Ensa 15.665.
“Según las estadísticas, no somos ni el caro ni el barato, estamos en un nivel medio”, manifiesta Herrera. Explica que el precio de la electricidad depende de los recursos de generación que cada país tenga. “Nosotros tenemos una matriz que básicamente tiene un alto porcentaje de energía hidráulica, estamos ya teniendo sol, tenemos viento y ahora las plantas de gas que están reemplazando las térmicas convencionales y eso a la larga nos va a permitir mantener costos estables”, asegura.
La Organización Latinoamericana de Energía (Olade) establece que en Panamá los precios de la electricidad del sector residencial han sido variables los últimos 5 años. Reseña que el precio (USD/Mwh) de este energético en el país es de 200.40.
En la región los precios más altos se registran en: Barbados, donde actualmente el precio de la electricidad para el sector residencial es de 271.85 USD/MWh (primer trimestre 2020). Jamaica, según información estadística de la Oficina de Regulación de Servicios Públicos (OUR, por sus siglas en inglés), para 2019 el precio de la electricidad para este sector de consumo fue de 299 USD/Mwh. En El Salvador, el precio de este energético registra un valor de 217.27 USD/MWh (primer trimestre 2020), según la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones del país.
Los precios más bajos se registran en Ecuador donde, en el año 2019, estuvo en los 54.95 USD/MWh y actualmente alcanza los 38.17 USD/MWh (primer trimestre del 2020). En Bolivia, los precios de la electricidad para el sector residencial han sufrido un incremento progresivo desde el año 2014, donde alcanzaba los 68.62USD/MWh. En 2019, el precio de este energético alcanzó los 80.37 USD/MWh, lo que representa un incremento del 20% a los precios del año 2014, sin embargo, continúa teniendo una de las tarifas más bajas en al región. Mientras que en Paraguay, en el sector residencial, el precio de la electricidad registró su máximo en 2014 con 89.29 USD/MWh. Actualmente el precio de este energético alcanza los 69.72 USD/Mwh.