Costumbrismo panameño en un mundo de fantasía

El artista plástico Mario Saldaña nos lleva a un recorrido por su trabajo artístico que abarca desde arte abstracto, personajes folclóricos y su más personal interpretación sobre la ciudad de Panamá
Costumbrismo panameño en un mundo de fantasía

El Hotel W celebró el día del arte con una exhibición fuera de lo común. En un ambiente festivo, cocteles y música alegre, poco usuales para una muestra plástica, Mario Saldaña presentó una exposición con motivos muy panameños. Además de sus reconocidas polleras e indígenas guna, modernos edificios se combinan con abundancias de peces y un estallido de colores. Lo figurativo se mezcla con detalles abstractos y un toque de fantasía. En la velada fueron presentados bailes típicos. Así son las muestras pictóricas de Saldaña.

El dibujo y la pintura siempre estuvieron presentes en la vida del artista. Su tío, Verísimo Castillo le da nombre a la escuela de pintura en Puerto Armuelles, su tía, la hermana de su madre, le enseñó las primeras nociones de arte. Pero en un país en el que se persuade a los jóvenes a no dedicarse al arte porque “van a morir de hambre, dedicarse a la plástica es algo que no se decide tan fácilmente.

Saldaña estudió diseño gráfico y trabajó pro mucho tiempo en el mundo editorial, para librerías y empresas de desarrollo cultural, en el área de mercadeo. Más adelante, se acercó a la tecnología laborando para Apple y el contacto con las aplicaciones artísticas lo acercó nuevamente al dibujo, esa labor que lo cautivaba desde pequeño.

Al inicio sus creaciones estuvieron ligadas al mundo literario. Sus separadores de libros se tornaron populares en La Feria del Libro. “Ahí me di cuenta de que todo está en la mente, en cómo uno lo quiere proyectar, como uno lo quiere y empecé entonces nuevamente a retomar el tema de la pintura. Entonces trabajaba con la tecnología de día y en la noche trabajaba la pintura”, recuerda Mario.

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En el 2012 se le ofreció la oportunidad de presentar una exhibición en el entonces Hotel Trump. Echó mano de sus conocimientos de mercadeo y también de esa red de amigos que cuando uno los necesita colaboran y con los que se es recíproco. “Yo esperaba esa noche unas 50 personas, que hubiese estado bien. Llegaron 275. De verdad, es bonito ver que la gente te apoye. Por eso, trato siempre cuando a mí me invitan algo ir a apoyar. Pienso que el éxito de una actividad está también en como tú apoyas a los otros”, dice.

En esa exhibición pensada como una reunión de amigos, un medio para que el público viera las inquietudes artísticas de Saldaña, el artista vio el potencial de su trabajo. La mitad de las obras presentadas se vendieron.

Saldaña fue conservador en sus pensamientos y vio este resultado como “el inicio de algo para lo que seguir trabajando y mejorando”. En ese momento, su obra constaba de abstractos, que con el tiempo fueron evolucionando para dar cabida a imágenes costumbristas, con elementos muy específicos del folclor. “Todo lo que es folclor me gusta y lo que hice fue fusionar esa explosión de colores con todo lo que tiene que ver con Panamá y es lo que ves hoy en día, yo veo ahora la primera obra que hice y de esa a la que hay ahora el cambio es grande, pero es muy positivo”, reconoce.

En este recorrido el pintor se ha armado con útiles herramientas del mercadeo, así como del asesoramiento de folcloristas para plasmar de forma correcta sus imágenes. Luego de haber visto afianzado su trabajo en tres exhibiciones (una por año), Saldaña decidió abandonar su trabajo en el campo de la tecnología y zambullirse de lleno en el mundo del arte, de una forma muy singular.

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“Me di cuenta de que las exhibiciones eran muy estáticas y la gente era muy reacia a participar. Entonces empecé a hacer actividades involucrando a artistas de otras disciplinas. Cantantes como Ani Tovar, Miroslava Morales, un saxofonista; algo que entretenga, pero que también está ligado con las obras. En una ocasión trabajé con personas que hacen body paint y ya en lo folclórico, incluimos personajes ataviados exactamente como las figuras que aparecen en las pinturas. Era como ver las obras caminando por el lugar”, comenta.

Otro elemento a considerar son los espacios donde se hacen las exposiciones. “Me voy donde está el tráfico. Y ha funcionado, ha sido un éxito”, afirma.

Por ello, sus exposiciones han ocupado lobbies de hotel así como espacios en centros comerciales. ”En todo que presentamos nos esmeramos en que haya un factor sorpresa, que no se convierta en una reunión estática ni aburrida”, comenta.

Y así, a manera de fiesta, destacando las costumbres y el folclor panameño, Mario Saldaña ha llevado su arte a 17 países.

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“Expuse en Perú en la Feria del Libro de Lima, fui a talleres de pintura y a enseñar a los niños a pintar separadores de libros, estuve en Estambul, en Ankara, en Buenos Aires y ahorita mismo hay casi 500 obras mías alrededor del mundo”.

Los meses de encierro

Dejar un salario fijo no es sencillo, los primeros años de trabajo fueron difíciles, pero el encierro obligado que nos trajo la pandemia ayudaron a Saldaña a organizarse. “Había que aprender cómo vivir del arte en un momento muy crítico, entonces me dije, pues tienes que aplicar todo lo que estudiaste y aprendiste en publicidad y mercadeo”, señala.

Mario empezó a hacer transmisiones en vivo, mostrar su trabajo, la forma como trabajaba… “lloré reí, canté, le di la vuelta a ese momento tan malo, y nace una serie muy importante llamada Híbridas con imágenes que de un lado mostraban todo el folclor panameño y del otro lado, toda la parte artística mía. Fueron 16 piezas, conservo una que se llama Rogelia”, rememora.

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Con un grupo de conocidos organizó un negocio de envío de regalos durante el confinamiento. Se desarrollaron productos económicos, ofreció tómbolas. “Al día de hoy estamos cinco personas activas. En una exhibición virtual vendí muchas obras. La gente necesitaba ese contacto ese amor”, recalca.

El tiempo sigue su paso, la pandemia terminó, volvimos tal vez no a la misma vida, pero a una muy parecida. Desde el inicio hasta hoy, Mario Saldaña ha presentado unas 19 exhibiciones. Una de las más recientes, dedicada al skyline de la ciudad, organizada por la Superintendencia de Bancos de Panamá en su 25 aniversario.

“Imagina que tienes un apartamento moderno, ¿cómo vas a poner una obra costumbrista? Lo que hago es dar ese toque creativo y dinámico”, asegura el artista.

De vuelta al W, su muestra ofrece un recorrido por el trabajo que ha hecho a lo largo del tiempo. A la gente le gustan mucho los edificios, igual están las obras de las polleras y demás”, con personajes nombrados de la forma más autóctona.

“Para mí, los nombres son la esencia real de nuestra cultura”. Así, además de Rogelia, se encontrará con personajes como Teófila, Efigenia, Eulalia, Bienvenida, Trinidad Tomasa o Encarnación. Una especie de homenaje a su abuela Petra.

De estas figuras no solo hay lienzos sino souvenirs como postales, vasos térmicos, portavasos, los separadores de libros y pañoletas; artículos que un turista puede transportar fácilmente para llevarse un recuerdo de u visita a Panamá.

Saldaña le demostró a conocidos y no conocidos que indudablemente se puede vivir del arte.

“El que el chiquitico aquel de cinco años que tenía ese proyecto, ese sueño de dedicarse a pintar, lo haya logrado, yo no olvido eso. Siempre me acuerdo y la verdad que es bonito, muy bonito”, concluye.

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