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- 17/10/2021 00:00
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Cuando pensamos sobre aquellas acciones que llevamos a cabo, en el trabajo o en nuestra vida diaria, para alcanzar nuestros objetivos describimos un sinfín de actividades como: planificar, enviar mails, realizar informes, negociar, vender, delegar, atender clientes, etc. La lista de tareas puede ser extensa y variada, sin embargo, hay un punto en común en ellas. Todas suceden en conversaciones que mantenemos con otras personas o incluso con nosotros mismos.
Desde este punto de vista, prácticamente todo el tiempo estamos manteniendo algún tipo de conversación y el poder de las conversaciones que establecemos puede determinar el resultado que obtendremos de nuestras acciones.
Desde que nacemos aprendemos a comunicarnos con otros a través de gestos y más adelante aprendiendo un lenguaje en común. Sin embargo, no necesariamente aprenderemos a conversar de una manera eficaz. Rafael Echeverría (1997), autor del libro Ontología del lenguaje hace hincapié en la acción generativa del lenguaje; refiriéndose con ello al poder que tiene la comunicación y las conversaciones para construir sentido, orientar acciones con otros y moldear nuestras relaciones personales. Desde esta perspectiva, el autor define la conversación como “la danza que tiene lugar entre el hablar y el escuchar, y entre el escuchar y el hablar” (Echeverría, 1997).
Entonces, si las conversaciones son tan importantes en nuestra vida: ¿existe alguna manera de lograr conversaciones más efectivas?, ¿podemos influir positivamente en los resultados de nuestras acciones mejorando nuestras conversaciones? La respuesta es afirmativa. Es cierto que no siempre somos conscientes de nuestras conversaciones, simplemente lo hacemos tan naturalmente como conducir, sin advertir que la calidad y la competencia con que las llevemos adelante serán variables que determinen los resultados que obtengamos. Conversar efectivamente es una aptitud que se puede adquirir, entrenar. Desde el Coaching Ontológico hablamos de “competencias conversacionales”, y se refieren a:
Hablar de forma responsable. Se refiere a ser conscientes que el lenguaje es acción, genera realidad. ¿Para qué estamos conversado?, ¿qué quiero obtener de esta conversación?, son algunas reflexiones que pueden ayudarnos en este sentido. Cualquiera sea el idioma del que se trate, encontramos en las conversaciones acciones universales, que el Coaching Ontológico llama actos lingüísticos: afirmaciones, juicios, declaraciones, pedidos, ofrecimiento, compromiso. La competencia con la que llevemos adelante estos actos lingüísticos impactará en la calidad de la conversación y nuestros resultados.
Escuchar en profundidad. Muchas veces, cuando nos referimos a mejorar habilidades comunicacionales, se pone exclusivo énfasis en la capacidad de expresarse y se subestima la acción de escuchar. Sin embargo, debemos considerar que escuchar es mucho más que oír las palabras del interlocutor. Escuchar es oír más interpretar, es decir asignar un significado a todo lo que oímos y vemos de nuestro interlocutor. Atender al lenguaje verbal y no verbal.
Indagar con maestría. Es lo que nos va a permitir profundizar en el discurso de nuestro interlocutor, obtener más información y llegar al sentido de la conversación.
Entrar en sintonía. Podemos definirla como el vínculo que se establece en la conversación, propiciando un clima de confianza y entendimiento mutuo. Cabe resaltar aquí que la sintonía se genera más desde el cómo se dice, que desde el qué se dice.
Conversar en forma constructiva. Tiene que ver con tomar conciencia de la actitud con la que asumimos nuestras conversaciones. Podemos tener una gran habilidad comunicativa y utilizar nuestra habilidad para imponer nuestro punto de vista o desacreditar a nuestro interlocutor y exaltar nuestro ego o bien para expresar nuestra opinión de un modo genuino y siempre abierto a escuchar la perspectiva del otro. Las creencias y valores que sustentan nuestros vínculos impactaran en la generación de conversaciones constructivas.
A través de un proceso de coaching, todos podemos aprender a comunicarnos y conversar de manera efectiva. Mejorar la competencia conversacional es posible. Cuanto más conscientes nos volvamos del poder del lenguaje y de cómo creamos realidad, mayores serán las posibilidades de alcanzar nuestros objetivos y crear la vida que deseamos. No olvidemos, el lenguaje genera realidad: ¿cuál es la realidad que quieres construir con tus palabras?