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Axcel Ureña Ramos y la cultura musical en Veraguas
- 10/08/2020 00:00
Erudito, curioso, investigador, afable y cordial. Mi hermano Axcel, dotado desde su infancia del oído inmensurable para la música, nos guía por los difíciles senderos de la historia de la música veragüense. Aquí nuestra tertulia.

Por supuesto. A mediados del siglo XIX, en 1878, llegó a Santiago el padre José María de Elicegui, de España. Trajo con él a un chantre (cantante de música operística), sobrino del músico José María Iza, introduciendo los conocimientos musicales con métodos de los músicos Bórdese, García, Saint Esteban y Eslava. Y así fue enseñando a niños de nueve años en adelante, entre los que se encontraba Ladislao Sosa, quien sería el maestro de varias generaciones de músicos y virtuosos del piano.
A Veraguas también llegaron instrumentos como: armónium, clarinetes, bajo de viento, trompeta, entre otros... Las prácticas y presentaciones que se hacían eran todas en la iglesia.

No. Algo muy extraordinario es que todo esto también sucedía en el distrito de Soná, gracias a la llegada de las misiones españolas y del padre Antonio María Lanuza, precursor de la música clásica y pianística.
En este distrito, la cantidad de pianos que se concentraban eran traídos por don Francisco Checo Martinelli, a través del caudaloso río San Pablo.
En esa zona se destacaron como grandes organistas y pianistas: Demetrio Martinelli, doña Sara María Pardini de Martinelli, que hizo la música del himno sonaeño en 1903, a raíz de la independencia de Panamá de Colombia.
El ambiente musical influenciado por inmigrantes españoles e italianos, que se originó desde esa época hasta la fecha. nos ha dejado grandes y talentosos artistas como: doña Nena Dutari de Abadía, que hizo una escuela de piano; Toto Dutari, Anani Tristán, Diana de Benavides, Tania Aparicio.
Ladislao Sosa es el padre de la música en Veraguas, además de fundar una imprenta, ser secretario de Estado, y prócer, como músico organizó la primera banda de música en Veraguas, en 1896, con cualidades artísticas extraordinarias. En ella se destacó Ignacio de Loyola Valdés, clarinete y voz; Delfín Ladrón de Guevara, en la flauta transversa y armónium; Manuel Salvador Pinilla, en el bajo y armónium; Bernardo y Casimiro Cornejo, en el canto.
Todo esto ocurría en la iglesia, destacando los talentos en el piano de Las Dickson y doña Hortensia Fábrega de Fábrega, que sería la maestra de piano de ese gran compositor veragüense, Ricardo Fábrega, su hijo.
En Veraguas, los géneros musicales son el folclórico y popular clásica; frutos de mescolanzas de nuestras raíces.
La música es para quien la quiera disfrutar, no tiene dueño y está ahí para diferentes gustos. Un bonito tambor montijano, cantado por Avelina Batista, cadencioso e insinuoso; un bello vals de César Alcedo; o la tamborera 'Mi viejo pueblo', de Carlos Della Togna, interpretado por Carlos Toto Dutari en el piano, sin lugar a dudas son melodías mágicas, universales, no tienen distingo social.
Te cuento, por ejemplo, un famoso músico (violinista) veragüense, que fue juez municipal, zapatero y escribano don Dionisio Águila, tenía un grupo musical muy bueno para la época, con guitarra, arpa, marimba, flauta transversal, triángulo, que actuaba en los bailes de calles como también en la iglesia. Don Dionisio amenizó, con su orquesta, un hecho histórico: el agasajo en una casa de alcurnia veragüense en 1904, que recibió al general Esteban Huertas.
La Escuela Normal trae consigo grandes transformaciones de desarrollo económico, social y cultural. Entre las pléyades de profesores de música nacionales destacamos a Gonzalo Brenes, Graciela Ramos De Croz, Fermín Castañeda, José Luis Rodríguez, Jorge y Federico Lombardo.
Los extranjeros: Teodoro Hengels, Armando Urzúa, Luis Vergara, Tito del Moral, Pablo Ramos Grau.
Sobre 'Chalo' (Gonzalo) Brenes destacamos su bello himno normalista que fue el primero, en la Normal titulado 'Canto de marcha', letra del doctor Agustín Álvarez Villablanca, director de la escuela Normal. Cuando conocí en Boquete a don Chalo me obsequió las partituras de su himno y también el himno actual de la Normal, letra de Teresa López de Vallarino con el que él participó en el concurso abierto en 1942.
Tuve la oportunidad de ensamblar con la estudiantina normalista las dos obras, y me permitió hacer un juicio musical de excelente gusto.
¡¿Cómo distinguir y exaltar a tantos?! Inicio con el acordeonista y compositor Alberto Pepo Barría, con sus grandes éxitos 'Lamento del náufrago'. Don Aurelio Escudero, con su orquesta 'Hermanos escudero'. La orquesta de Ladislao Sosa, dirigida por Teodoro Hengels, La orquesta 'El patio', dirigida por el maestro José Luis Rodríguez. La orquesta 'Santa Cecilia', dirigida por el violinista Francisco Hernández. La orquesta 'Nelson y sus estrellas”, dirigida por don Nelson Tristán Santos.
Desde antes de nuestra República, hay mucha historia y evidencias de los instrumentos típicos, bailes, danzas de la música folclórica. El toque de la mejorana y el socavón, el baile de los diablicos, la noche de placita, “trabadera” en La Barrera de Chicho Chincle, el folclore de La Colorada en el Centeno con Pastorcito Mojica, Chico Franco y Rogelio Mojica; el tambor ponugueño, la construcción de la mejorana por Min Rodríguez y Ricardo por los lares de la cordillera en Santa Fe, son algunos.
Sí. Ha existido el canto a varias voces desde el final del XIX y principio del XX, los presbíteros tenían sus coros con la comunidad, sobre todo en Soná, La Mesa y Santiago. Unos de los grandes coros que tuvimos en la Escuela Normal de Santiago fue el Orfeón Filarmónico de Gonzalo Brenes, con aproximadamente 200 voces, participando en el Teatro Nacional en 1939, con obras de Bach, Beethoven, Mozart.
El maestro Luis Vergara preparó un coro Filarmónico, también Pablo Ramos Grau trabajó la música coral con aproximadamente 150 estudiantes normalistas obteniendo muchos éxitos. También se dieron festivales de coro polifónicos.
Siempre el canto ha sido un medio del desarrollo emocional del niño. Desde el inicio en la Escuela Normal, el canto ha jugado un papel determinante en la formación integral del maestro. Unas de las grandes producciones que tenemos son las creadas por las maestras América de Camarena, Fulvia de Polanco, la maestra Leonor, Teresa de Petrocelli entre otras... En esa perspectiva evoco la influencia de Chalo Brenes con el 'Niño trópico', Tito Del Moral con una producción valiosa que se canta mucho en las escuelas; mencionamos también a Luis Vergara, Chico Changmarín.
Eso no se dice, ni quiero ser pretencioso. Lo más bonito de esta experiencia con los estudiantes de la Escuela Normal es que todos estos primeros lugares en las siete modalidades fueron las investigaciones que realizamos y que rescatamos en la modalidad de canto religiosos, con documentos de don Juan de la Cruz Barrios, y Jesús María Medina Barrios, en el distrito de La Mesa sobre la Semana Santa. Luego en Santiago destacamos las tradiciones de la misa cantada. En la modalidad de cantos de Juegos de Ronda se hizo significativos aportes de investigación, logrando los primeros lugares.
Definitivamente la disciplina, y el amor al trabajo.
Tres temas: 'Plazas asoleadas de Santiago', la tamborera 'El Chuio de la montaña' y 'la marcha de los guerrilleros del Tute' cuya música hice.
Tengo tareas pendientes con Chico Changmarín. Él era multifacético y quien lo vaya a estudiar será por los géneros que cultivaba. La más representativa para mí es 'La niña y el niño del campo', lindo canto típico que aprendí desde la escuela primaria con la maestra Toya de Polo, y luego este canto infantil lo monté con la Orquesta de Cámara de Veraguas.
Preservar al máximo nuestras costumbres y tradiciones, sobre todo en la música. El papel que desarrollen las universidades (Facultad de Bellas Artes) y el Ministerio de Cultura, como también los estamentos sociales, en la formación académica, contribuirá con las nuevas generaciones y potenciará el talento de nuestra niñez y nuestra juventud.