El universo de la pollera panameña, un arte entre brillo, joyas y maquillaje

Actualizado
  • 25/07/2018 13:10
Creado
  • 25/07/2018 13:10
Esta vestimenta femenina tradicional de Panamá ha llegado a ser catalogada como "el traje más bello del mundo", y "el más costoso"

Una obra de arte en movimiento digna de la realeza, así es la pollera, un atuendo típico de Panamá que destaca por su joyería, ornamentos y finísimos tocados al que dan vida y esencia a las mujeres, solemnes emperatrices con labios carmesí y guardianas del folclore.

Esta vestimenta femenina tradicional de Panamá ha llegado a ser catalogada como "el traje más bello del mundo", y "el más costoso". Es el resultado de técnicas y orfebrería europea y del lejano oriente, y prueba de la herencia española en la cultura panameña.

Esta compuesto de tres partes, una fina camisa con encajes, enaguas y un elegante faldón elaborado, en el caso de las originales, a mano, por laboriosas artesanas.

Pera tener uno, los interesados suelen ir a la pintoresca ciudad de Las Tablas, unos 300 kilómetros al oeste de la capital, uno de los pocos lugares donde se encuentran maestras de la confección, la mayoría con encargos y clientes en espera.

Una de ellas es la artesana Berta Vergara, oriunda de San José, un poblado donde al llegar y en cada esquina hay una mujer cosiendo sin parar, en gran parte, ancianas que dejan su vista al pasar agujas con hilos de colores sobre telas.

La artífice, con 43 años de experiencia, relata a Efe que hacer una pollera involucra tener socios por los pasos que conlleva, desde el patrón, diseño, confección de mundillo, cuerpo de pollera y unión de la pieza.

Señala que utiliza una de las técnicas más difíciles, que es la marcada de punto en cruz, llamada así porque se cuenta cada hilo para plasmar el punto de diseño, aunque otras técnicas aplicadas son las bordadas, zurcidas y sombreadas, por lo general en colores rojo, azul, turquesa y negro.

"No puede haber ningún error al coser la pollera", destaca la artesana, ya que la mayoría son encargadas para participar en certámenes y para reinas de Carnaval, el honor máximo que la mayoría de féminas desean en este país centroamericano.

Expresó que el costo de una pollera, que incluye mano de obra y tela, sin los accesorios, oscila entre unos 9.000 a 15.000 dólares, lo que, dijo, no refleja el esfuerzo y dedicación que requiere crear esas piezas.

No muy lejos, en el poblado de Las Tablas, suena el nombre del aclamado artesano y coleccionista de polleras Bolívar González, que con ojo crítico muestra a Efe una veintena de ellas que guarda celosamente en el taller de su vivienda.

Este hombre que junto a su hermano, Luis González, ayudan a vestir a mujeres diferentes tipos de pollera, desde la montuna, la gala sin labores, hasta la pollera de cintas, señala que para ataviarlas correctamente deben pasar por un tipo de ritual, en que familiares y amigos aprecian cómo se coloca cada paño, joyas y maquillaje, un proceso que puede durar hasta 3 horas.

Destacó que uno de los elementos llamativos son los "tembleques" en la cabeza, llamados así porque se mueven cuando la empollerada baila al ritmo del "tamborito", una comparsa de música típica.

Los tembleques, accesorios compuestos por perlas, chaquiras, gusanillos de plata y cristales de Swarovski, oscilan en el mercado entre los 800 y los 1.000 dólares.

González afirma que el traje es un lujo que pocos pueden costear por su escrupulosa elaboración, ya que pueden valer con accesorios: enaguas, joyas, zapatos, abanico y tembleques, unos 25.000 dólares, y en otros casos hasta más.

El profesional, que este año ganó la Medalla Margarita Lozano del Concurso Nacional de la Pollera, que premia a la mejor del país, dijo que el reconocimiento meritorio es del grupo de artesanas, y el favor y gracia de Santa Librada, la patrona del pueblo tableño.

En ese certamen participaron este año 250 mujeres en varias categorías, para exaltar el trabajo de artesanos y perpetuar el uso correcto del vestido.

Vergara y González coinciden en que urge una ley para reglamentar el uso de la pollera en escuelas y centros culturales del país, un fin que mantendría la esencia de ese vestido que muestra la evolución e identidad intacta de las panameñas.

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