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- 26/06/2022 00:00
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En fecha reciente, la oficina de Promoción Cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Türkiye (como ahora se llama este país euroasiático) invitó a los embajadores a una interesante visita por tres instituciones que son el orgullo de una nación que se caracteriza por preservar su pasado y enaltecer el presente. Estos son la sede de los Archivos Otomanos, el Museo de Arte islámico y turco y el Museo de Pintura y Escultura de Estambul del Palacio Dolmabache. Fue una jornada interesantísima que abarcó más de lo que uno pueda imaginar.
Con el Presidente de Archivos Estatales ya habíamos tenido contacto, desde el año pasado, en que, por iniciativa de la misma oficina de promoción cultural organizamos una exposición de documentos históricos en ocasión de la celebración del Bicentenario de Independencia de España de los países que estamos representados en Türkiye, que son Perú, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, México y Panamá, a los que se añadió Brasil en virtud de que ese país celebra su independencia este año 2022. Mientras planeábamos esa importante exposición y recibíamos, de nuestras respectivas cancillerías, las actas de independencia y otros documentos relacionados, nos íbamos maravillando de lo que los archivos otomanos, que tienen su sede en Estambul, habían ido rescatando de cada país, la mayoría de ellos en turco-otomano, que era el lenguaje que se usaba antes de la constitución de la república, en 1923.
Pudimos inaugurar la muestra el 20 de enero de este año, en el sobrio espacio de la Galería de Arte del Palacio Dolmabache, antigua sede del gobierno turco, un imponente edificio a orillas del Bósforo, donde vivieron seis sultanes antes de la caída del imperio otomano. El padre de la patria, Mustafá Kemal Atatürk, se trasladó a vivir allí desde 1927 hasta 1938, cuando murió. Se siguió utilizando como residencia presidencial hasta el año 1949 y fue redecorado y abierto al público como palacio-museo en 1984. En su interior las alfombras Hereke, las imponentes lámparas (que pesan varias toneladas) de Baccarat y Bohemia, las porcelanas de Sevres y Yildiz rezuman elegancia y riqueza. Los regalos de los presidentes de varios países y los cuadros de pintores occidentales son de un valor incalculable.
La galería del Palacio queda a un costado, aunque está conectada al mismo. Es una construcción de piedra, con gran altura y diseño industrial que permitió montar allí una exposición memorable, inaugurada por el Canciller Mevlüt Cavusoglu. Su nombre en turco es Dolmabahçe Sanat Galerisi.
Los Archivos Otomanos en Estambul son una institución que depende directamente de la Presidencia y ocupa un moderno edificio que reúne todas las condiciones para la clasificación, preservación y digitalización de más de 95 millones de documentos. En Ankara manejan unos 40 millones de documentos. Cuentan con un magnífico auditorio, donde se nos hizo un reconocimiento a los embajadores presentes, así como a la Directora de la Oficina de Promoción Cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajadora Deniz Cakar, que pronto asumirá el cargo de embajadora en Finlandia.
Seguidamente se nos guio en un recorrido por las modernas instalaciones, dirigido por el Dr. Ugur Unal, Presidente de los Archivos Estatales de la Presidencia y se nos explicó en detalle el proceso de catalogación, restauración y cómo han ido recuperando diferentes archivos que estaban en varios distritos. En este complejo, que cubre unos 100 mil metros cuadrados de área abierta (12 mil de área cerrada), y tiene todas las facilidades para que tanto las personas que consultan como los empleados tengan no solo lugares de esparcimiento sino de alimentación, se reflejan casi todos los períodos históricos de la era otomana, desde la época del Sultán Fatih Mehmet (también llamado “El Conquistador”), hasta el último del imperio, Mehmed VI.
Hay documentos que cubren diferentes temas de la historia social, política, cultural y económica otomana. La restauración y preservación son una de las características más importantes en este centro, en donde la temperatura del edificio está regulada con celo, así como el nivel de humedad. Recientemente se agregó un lote de libros que pertenecen a los años del Sultán Osman II (1618-1622), también conocido como el Joven Osman.
Después de un almuerzo ofrecido a los embajadores y sus familias (que viajamos a Estambul en un avión fletado por las autoridades), procedimos a la obligada “foto de familia” y partimos hacia el Museo de Arte turco e islámico. Situado en lo que se conoce como el Hipódromo, en Sultanameth, frente al obelisco de Teodosio, fue abierto al público en el complejo Süleymaniye Mosque en 1914, bajo el nombre de “Evkaf-i Islamiye Müzesi” y su nombre cambiado a como hoy se le conoce en 1924. El edificio que actualmente ocupa desde 1983 es el antiguo palacio del Pashá Ibrahim, y tiene grandes colecciones de arte seléucida y otomano, especialmente alfombras, manuscritos, piezas de madera, piedra, metal y vidrio, así como cerámicas que datan desde el siglo VII.
Impresiona la puerta de madera de dos hojas del período de la dinastía Artuqid, (que comprendía desde el siglo XI al XIII en las regiones tanto de Anatolia, norte de Siria e Irak y cuyas más importantes manifestaciones se aprecian en Mardin, donde reinó) traída de la Mezquita Cizre Ulu, al sudeste de Türkiye, recubierta de bronce y placas y tiras de cobre y latón. En cada hoja de la puerta hay tres medallones que se yuxtaponen sobre el otro y que simbolizan la eternidad. En el centro de estos medallones hay estrellas de 12 puntas. Una cabeza de león se ubicó en el centro de los pomos de las puertas, con dos dragones que se conectan entre sí. En el vano de la puerta se resalta una inscripción de broce con la caligrafía típica otomana.
Las exposiciones de alfombras, de documentos de Damasco, que incluyen miles de folios del Corán que datan del temprano período islámico, el arte de empastar los libros, documentos que relatan el desarrollo de las ciencias y la historia sociocultural de esa región, son impresionantes y fueron traídas al museo en 1917.
También se muestra una exposición etnográfica que muestra la vida en Estambul en el siglo XIX y refleja las costumbres de esa época, y sus tradiciones, como las “kahvehane” o casas de café, las mansiones, las habitaciones del calígrafo y un típico baño, así como joyería, vestuarios y alfombras de ese período.
En la sección de las alfombras se aprecian las de la región de Anatolia de tradición seléucida, e incluyen las que se usan para rezar, con diseños de animales del siglo XV, alfombras hechas entre los siglos XV y XVII, conocidas como Holbein y Lotto, así como las Usak, que tienen medallones y estrellas.
Finalmente llegamos al Museo de Pintura y Escultura de Estambul, fundado en 1937 por petición del entonces presidente Mustafá Kemal Atatürk. Se le estableció como misión mostrar el desarrollo de la pintura y la escultura turca y tiene piezas de los siglos XIX y XX. Montado con preciosismo y bajo las más estrictas reglas museográficas, ocupa la histórica ala del palacio Dolmabache conocida como de los príncipes.
Tiene además una valiosa colección de pintores europeos famosos como Rubens, Dürer, Rembrant y Titiano y una serie de pinturas del período de transición del imperio otomano a la república de Türkiye, incluyendo las obras del último calígrafo otomano, Abd ül-Mecid, de 1922 a 1924. Otra colección muy interesante de ver, es la de 85 pinturas hechas por artistas turcos por solicitud del Parlamento, entre ellos de Osman Hamdi (1842-1910), fundador de la Academia de Bellas Artes y su primer profesor, el escultor Yervant Osgan (1855-1914).
Sus hermosos jardines, a orillas del Bósforo, recreados con pequeños lagos y cisnes hicieron que esta visita concluyera con la alegría que da el conocer tan magníficos testimonios de compromiso con la historia y la cultura.