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- 16/11/2015 01:01
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Como todos los días, el caricaturista mexicano Arturo Kemchs, termina su caricatura antes de las cinco de la tarde y la manda por correo electrónico a la redacción del diario El Universal de México. Presiente que su trabajo, en el que se muestra el escudo nacional de su país, con un águila que, en actitud rampante, sujeta una culebra sobre unas hojas de marihuana -en vez de los tradicionales nopales- no pasará el filtro. Al día siguiente su sospechas son confirmadas, cuando otra caricatura aparece en su lugar. ‘Era obvio que no me la iban a publicar, pero ahí es donde entra el tema de la autocensura. A mi lo que me correspondía era terminar el trabajo y enviarlo', dijo durante una visita a La Estrella de Panamá , en la que estuvo acompañado por dos periodistas mexicanos y un caricaturista colombiano.
Pero Kemchs, que tiene 35 años como caricaturista, no se estresa por el hecho de que sus superiores hayan preferido el trabajo de algunos de sus cinco compañeros que integran el resto del staff de caricaturistas de El Universal. Sencillamente cuelga las caricaturas que, por una u otra razón, no son publicadas en Facebook. El resto es historia. ‘Nuestro cobijo es el ‘Face'. Hoy las redes sociales te permiten dar a conocer tu trabajo, independientemente de que no te publiquen en el formato impreso', comentó. Kemchs forma parte de un grupo que busca la integración entre caricaturistas locales, mexicanos y colombianos.
Más allá de la utilización de un símbolo nacional en una caricatura, un ‘rollo' en el que es difícil que se metan los rotativos mexicanos, Kemchs asegura que ‘a los periódicos nacionales aún no ha llegado a invadirnos la censura en un grado extremo'.
En el tema de la censura, el veterano caricaturista hace una distinción entre los periódicos del D.F. y los de las diferentes provincias. ‘En provincia está más marcad esta situación. Es un hecho que los políticos, los narcos, tienen una censura para el editor, director y dueño', aseguró.
Como caricaturista de El Universal , Kemchs niega haber sido presionado para descartar una idea o temática. Eso sí, en ocasiones sus caricaturas no aparecen, independientemente de que si utiliza el escudo nacional para referirse al tema de la legalización de la marihuana en su país o no. ‘Nosotros somos cinco caricaturistas. Eso nos tiene en desventaja, por que allá sino salgo yo salen los otros tres. Si fuéramos dos podríamos tener un poquito más de libertad'.
No obstante, el caricaturista, que dentro de un par de semanas publicará el libro Los cartones no premiados de Kemchs , reconoció que cuando comenzaba su carrera sí conoció la censura. ‘Cuando tú te inicias como caricaturista, como periodista, y tu firma todavía no tiene el peso suficiente, tienes más posibilidades de ser censurado en tu trabajo'.
SIN MARCAR TARJETA
Kemchs recuerda que cuando comenzó su carrera, una vez terminaba una caricatura agarraba un ‘camión' para entregarlo en el periódico. Después, cuando el salario le alcanzó para comprarse un carro, manejaba para entregarla. Las cosas cambiaron cuando apareció el fax y luego internet. Hoy en día, ya no tiene necesidad de aparecer por la sala redacción, ni siquiera cuando es quincena, porque el salario se lo depositan en una cuenta.
Aunque en la actualidad la gran mayoría de los caricaturistas trabajan desde sus casas, Kemchs señala que todavía quedan románticos que ‘añoran saludar a los amigos' o tomarse una café. ‘Se rompe lo que es la relación humana. Creo que va a llegar un momento en que a los nuevos caricaturistas les va a aburrir estar en la sala de redacción... En tu casa te encierras y la concentración es absoluta'.
El hecho de los caricaturistas no cuenten con un horario de trabajo establecido agudiza esta tendencia. ‘La idea para una caricatura te puede llegar en cinco minutos, y te puede tomar 10 minutos hacerla, o pueden pasar ocho horas y no se te ocurre nada. Es muy difícil que llegues a tener un horario en tu periódico. El creativo no puede ir por el tiempo'.
Esperar a las musas no es una opción válida en este oficio. ‘Eso de la inspiración es una ‘jalada'. En el periodismo gráfico tienes que resolver. Es muy difícil saber si lo puedes hacer en ocho horas u ocho minutos'.
En ese tiempo el caricaturista debe sopesar diferentes enfoques y realizarse una serie de cuestionamientos. ¿Por qué? ¿para qué? ¿para quién? ¿quién pierde? ¿quién gana? Son preguntas que después debe trasladar a la parte gráfica. Es un proceso complejo, que no puede estar desprovisto de humor, de ese chispazo al que el caricaturista siempre le cuesta conseguir, no importa si comienza a trabajar su caricatura a las 8 a.m. o una hora antes de la fecha de entrega. Conseguir el resultado o no va a depender, como afirma Kemchs, de la maña que se ha ido acumulando con los años.
Kemchs, su colega colombiano Fernando Pica y los periodistas mexicanos José Uriel Rosas Martínez y Zaira Rosas asistieron el viernes a un homenaje que la Alcaldía de Panamá le dispensó al veterano caricaturista panameño Wilfi Jiménez.
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DÍA DEL CARICATURISTA