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- 11/07/2023 00:00
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La historia de los afrodescendientes es presentada en el nuevo Museo de la Memoria Afropanameña, ubicado en el edificio de la Aduana de Portobelo –patrimonio material e inmaterial–, en la provincia de Colón.
“Desarrollar la curaduría y el diseño de las exhibiciones del nuevo museo fue un proceso complejo que me tomó varios meses de trabajo”, aseguró el museógrafo encargado Jonathan Hernández Arana.
Primero se realizaron varias reuniones con el equipo de la dirección de Museos y de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura y del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales AIP. Esto le permitió entender a Hernández el tipo de exhibición que se buscaba, las necesidades del proyecto y el tipo de experiencia que se deseaba transmitir a los visitantes.
“Posteriormente se revisó el guion de la Dra. Guillermina De Gracia para seleccionar los temas a tratar, distribuirlos en el espacio y redactar los textos finales de una exhibición enfocada en presentar el pasado desde una perspectiva que permita entender el rol de la población afropanameña en la conformación de la sociedad, más allá de la esclavitud”, explica Hernández durante una entrevista con La Estrella de Panamá.
El resultado de este trabajo concluyó en el diseño de dos salas que ocupan la planta baja del histórico edificio. La primera, detalla el museógrafo, aborda temas relacionados con la llegada de los africanos al continente, su distribución demográfica a lo largo de los siglos en la sociedad, su importancia económica, los oficios que desempeñaban, la abolición de la esclavitud y su incorporación a la estructura social, destacándose en lo militar y comercial.
Marixa Lasso, directora del Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales AIP, estuvo encargada de la curaduría de la primera sala. Explica que la curaduría tenía un reto interesante, como contar una historia tan rica y compleja en un pequeño espacio.
La decisión fue enfocada en tres conceptos básicos, asegura Lasso. El primero sobre el papel de Panamá y Portobelo en el tráfico de esclavizados; el segundo, la contribución de la población afropanameña a la historia de Portobelo y a la historia durante la época colonial y el siglo XIX.
“Los visitantes aprenderán que fueron los esclavizados y sus descendientes los que construyeron nuestros caminos coloniales que unían a Portobelo con Panamá, los arrieros que llevaban el comercio en las mulas, y los boteros que las llevaban en los barcos. También fueron ellos quienes hicieron el dificilísimo trabajo de construir nuestras fortalezas coloniales, incluyendo las de Portobelo. Ellos también fueron los artesanos que elaboraron mucho de nuestro arte colonial”, asevera Lasso.
Y el tercer concepto, agrega, resaltar el protagonismo de los esclavizados y sus descendientes en construir su propia historia. “El cual estuvo directamente ligado a las solicitudes de los moradores y en las entrevistas que hizo la antropóloga Guillermina De Gracia”.
Sobre la sala dos, el museógrafo Hernández comenta que este espacio aborda algunos aspectos culturales que han sido identificados como herencia de la presencia africana en Panamá.
En la parte externa de la Aduana, añade, se han instalado paneles con información sobre algunos temas de la historia de Portobelo y el proceso de restauración del edificio, que pueden ser visitados en cualquier hora del día. “Todos los textos fueron sometidos al Ministerio de Cultura y al Centro de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Culturales para su revisión y aprobación”, dice el museógrafo.
En su rol como curador estableció un programa de artistas de la comunidad panameña y portobeleña, como Giana de Dier, Yeiza Mosquera, Reinaldo Esquina, Ariel Jiménez, Manuel Golden, Virgilio Esquina de la Espada, Jiseel Muñoz, Yarabi Guevara y Miriam Lemus, a quienes se les comisionaron obras para ilustrar los temas tratados en la exhibición.
“Esto porque uno de los grandes retos de esta exhibición fue la falta de representaciones gráficas de la población afropanameña entre los siglos XVI al XIX. Además, se utilizó inteligencia artificial para la generación de imágenes del mapping interactivo desarrollado por Libélula Fractal”, asevera el museógrafo.
Para el diseño de los espacios se buscó crear una diferenciación entre las salas a partir de un fuerte contraste visual entre ellas. Por un lado, la sala histórica se contempla solemne y austera, con la creación de mobiliario adherido a la pared que respeta la arquitectura del edificio, apoyándose en su forma para no competir con él, y que está enlazado por una mesa con un mapping interactivo, un cañón de bronce y una ventana arqueológica con los cimientos de la aduana destruida en el siglo XVIII.
Mientras que la sala dos se presenta llena de color y alegría, a partir de la representación de un espacio sagrado confeccionado con diversos elementos del vestuario congo e intervenido por artistas de la comunidad, un área con tambores y pilones para tocar los temas relacionados con la música y la gastronomía, y finalmente le dan un toque especial a la sala el Cristo Negro de Portobelo y una túnica confeccionada en los años 70, testimonios de la fe hacia el santo. “De esta manera busqué transmitir la austeridad material de los esclavizados a su llegada con la riqueza cultural que nos heredaron. Por otra parte, en la parte externa del edificio se buscó un diseño más neutral, relacionado con las características del mismo edificio”, concluye el museógrafo encargado.