La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 06/07/2024 00:00
- 05/07/2024 19:32
“Hermana, yo sí te creo.”
Nunca entenderás que mi cuerpo era un cuarto cerrado,
jamás escuchaste los “no” que pronuncié con insistencia
o que mi voz se apagaba mientras rasgabas mi blusa
y mi espíritu recorría esqueletos entre flores marchitas.
Cada uno de mis espacios está atosigado,
me restriego para expulsar las escamas de tus restos
y este hedor a vergüenza que no desaparece
y descansa sobre mí
como años envejecidos en los oráculos de un parte
donde me veo en mayúscula cerrada
sin que la intimidad me pertenezca.
Tal vez, la muerte hubiese sido mejor aliada,
el delito estaría marcado en la habitación roja
y no tendría que dar explicaciones en un juzgado
que me exhibe como otra cifra sin paradero.
¿Y si mi vida valiese?
Si fuese un coche robado o una cuenta bancaria
mi vida no sería ceremonia de limosnas,
tal vez me creyeran
y crecerían de mi cuerpo desbaratado
ramas verdes exprimiendo olivos.
Ahora, nada se me es permitido,
mi apellido es la renuncia de todos los estragos,
hay minotauros que me persiguen
y tu voz aún se desliza por la noche
como una pesadilla que me cose golpes en seco,
gangrena mi vientre
y no quiere saber de otros nombres por el recuerdo.
Si aunque sea hoy,
un pedazo de mí aún guardara la sangre
que de mi derramaste al entrar a la fuerza,
o los restos de tu piel entre mis uñas mientras peleaba,
o los crujidos de mis gritos atorados en mi pecho,
si no hubiese querido arrancarme la vida después de esa noche,
si no hubiese querido inmolar mi alma,
tal vez, hoy, me creyeran.