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Conectando a la diáspora: ‘Afro-Latin Soul Music and the Rise of Black Power Cosmopolitanism’

- 20/04/2025 00:00
En la construcción identitaria de los Estados nacionales en la región, el soul planteaba, como contrapartida, la articulación de un discurso hemisférico que conectaba a los afrodescendientes de Estados Unidos, de América Latina y del Caribe.
Entrar en la década del sesenta y setenta a través de la música y, especialmente, a través del género soul, un género que marcó a toda una generación, es la oportunidad que nos brinda Matti Steinitz, profesor e investigador, en la Universidad de Bielefeld, Alemania, con su libro Afro-Latin Soul Music and the Rise of Black Power Cosmopolitanism (2025).
Es un libro que conecta, como lo afirma en el subtítulo, tres espacios americanos que son el Spanish Harlem, Black Rio and Panama, espacios diaspóricos de una presencia humana y cultural marcada por la presencia afrodescendiente, una presencia que se nos revela de enorme importancia en estos tiempos de esencialismos identitarios, cierre de fronteras, racismo y persecución de inmigrantes y suspensión o eliminación de derechos civiles, políticos y culturales.
Para aquellos que, como yo, éramos jóvenes latinos adolescentes, en la primera mitad de la década del setenta, urbanos y sensibles a todo lo que viniera de “afuera”, es decir, lo que no era música folclórica o típica, el soul estaba en la misma categoría del rock, expresiones de unos jóvenes que llevaban el pelo largo o el afro, zapatos plataforma, camisas psicodélicas y pantalones de pata elefante.
Eran expresiones que levantaban la desconfianza, para no decir el desdén de los mayores, que se aferraban todavía al mundo como lo conocían. Es interesante constatar que el libro de Steinitz nos mete en la memoria de una época que va más allá de la frivolidad de la moda, entendida esta como algo efímero, para revelarnos un mundo, una generación, que hizo suya la letra de James Brown Say It Loud – I’m Black and I’m Proud (1968), en plena época de reivindicación de los derechos civiles y Black Power en Estados Unidos y de revuelta juvenil y estudiantil, tanto en Europa como en América Latina.
En este contexto, hay que decir que el 68 atrapó a Panamá en medio de un régimen militar y de un movimiento estudiantil y juvenil que vivió a espaldas del espíritu de esta época que se caracterizó por cuestionar, no solo el orden político, que en Panamá lo representaba la tradicional oligarquía, profundamente antiliberal, y la presencia norteamericana en la Zona del Canal, sino la estructura racista, patriarcal y misoginia del poder, una constelación que explica cómo y por qué, no solo en Panamá, sino también en Brasil, se veía el soul, como afirma Steinitz, como un género de música que trastocaba los discursos racistas de mestizajes, crisol de razas o de democracia racial a la que habían apostado los Estados nacionales.
En la construcción identitaria de los Estados nacionales en la región, el soul planteaba, como contrapartida, la articulación de un discurso que conectaba a los afrodescendientes de Estados Unidos, de América Latina y del Caribe, y es de aquí que Steinitz, entonces, ve el Afro Latin Soul, con sus formas musicales específicas, que se derivaban de la presencia y la tradición musical latina en New York, como el puente que conectaba a los afroamericanos de Estados Unidos, de América Latina y el Caribe para dar paso a lo que el designa como la “afrolatinidad”, bajo un concepto que él propone, “Black Power cosmopolita”, no esencialista, que “transcended the boundaries of communities, cultures, ethnicities, neighborhoods, and nations, appealing to audiences throughout the Americas”.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con Panamá? Ayudado por testigos e informantes como Gerardo Maloney, Melva Lowe de Goodin, Carlos Russell, Ines Sealy, George Priestley y Alberto Barrow, Steinitz reconstruye la escena intelectual y cultural de los años setenta que se dirimía entre la necesidad del apoyo, por parte del régimen torrijista, de la comunidad afrodescendiente, especialmente, antillana, que además tenía una historia de inmigración en Nueva York, muy bien estudiada, por cierto, por Corinealdi (https://www.laestrella.com.pa/vida-y-cultura/panama-in-black-de-kaysha-corinealdi-IJ5913684 ), y la negociación de los tratados del Canal.
Es en esta atmósfera, entonces, que el soul entra en escena y, además, se trasmuta con los combos nacionales, cuyos orígenes se remontan a la década del cincuenta, ayudado por la creación de los night of fun, conocido popularmente como los naitofón: “The increased availability of imported vinyl records from the United States and cheap record players was a crucial factor in the emergence of a vibrant soul scene in Panama.
These records, distributed on 45rpm singles, became essential in the emergence of so-called nights of fun in Colón and the Rio Abajo, Parque Lefevre, Calidonia neighborhoods of Panama City”.
Como le confirman los testigos Barrow, Sealy y Maloney al autor, los naitofón no eran solo para los miembros de la comunidad antillana, sino para todos, y las casas de Río Abajo, por estar sobre un alto, se prestaban para los eventos de la comunidad en la planta baja. Leer el libro de Steinitz, que está dividido en seis capítulos, es hacer un viaje por el continente americano, desde Brasil hasta Estados Unidos, donde Panamá, por su posición cultural y geográfica, juega un rol transnacional y cosmopolita, un rol que es perfectamente representado por la larga tradición inmigratoria del país, y de una presencia afroamericana y antillana que, por su propia experiencia diaspórica, permite realizar estudios transareales y transdisciplinarios que vayan más allá de los esencialismos románticos de la región.
Es por esto que el autor, además, propone la creación de un hemisférico Black Studies, conectando “African American, Caribbean and Latin American Studies”, que rompa finalmente las demarcaciones coloniales y postcoloniales de los imperios.