Con nocturnidad y alevosía

A nosotros puede parecernos raro que en Japón los murciélagos sean portadores de buena fortuna o felicidad

Hoy vamos a presentarles a un animalito japonés incomprendido que nos causa escozor, específicamente, el komori —murciélago— se encuentra en todos los continentes salvo en la Antártida y son más de mil cuatrocientas especies diferentes en el mundo. En Panamá contamos con alrededor de ciento veinte y en Japón, treinta y siete; y a pesar del miedo que puede causarnos, en el país del sol naciente la figura del murciélago tiene otras connotaciones.

Un poco de historia

A nosotros puede parecernos raro que en Japón los murciélagos sean portadores de buena fortuna o felicidad. Me explico, komori está formado por dos kanji, cuando se toma solo el segundo se leería “fuku” que significa felicidad y prosperidad. En las representaciones que se hacen de los mismos en otras obras como ukiyo-e —xilografía— se les ven cerca de árboles de ciruela, bambúes o pinos que representan longevidad o resiliencia. Esto marca un contraste con las representaciones occidentales del folklore global, incluyendo las nuestras, específicamente las del pueblo indígena wounaan.

En Japón, las dos religiones mayoritarias los ven con buenos ojos; para los sintoístas estos animalitos son los protectores de las casas, mientras que para los budistas representan el alma de los familiares que han muerto. Según las leyendas, los komori ayudan a los viajantes a encontrar el camino a casa.

Sin embargo, a pesar de esta aura de buena fortuna, la figura del depredador nocturno es inevitable, en especial cuando recordamos que el murciélago frugívoro de Ryukyu (Pteropus dasymallus) con su envergadura de “gigante” que está entre los 120 y 140 centímetros, es suficiente para asustar a quien lo viese de noche.

El famoso espadachín Miyamoto Musashi se enfrentó a una de las tres representaciones malignas en versión yokai —espíritus o entidades sobrenaturales del folklore japonés— en el ukiyo-e de Tsukioka Yoshitoshi (1839-1892) en que se aprecia a Miyamoto luchando con un gran murciélago y la inscripción dice: “Una vez, mientras entrenaba en varias provincias, se perdió en un camino de montaña y se topó con un gran mal. Miyamoto enfrentó la amenaza con gran destreza, matando a la cosa llamada Nobusuma con la punta de su espada”.

Aunque nos parezca un poco discordante que existan representaciones “malas” de los murciélagos, en el folklore japonés encontramos tres tipos: Nobusuma, Yamachichi y Nodeppo, ya que objetos o animales que superen los cien años pueden convertirse en yokai. En el caso de los murciélagos, el primer paso es un nobusuma, que se alimenta de frutas, nueces, fuego y la sangre que chupan al aferrarse a la cara de los transeúntes solitarios... Aunque ahora sabemos que los murciélagos no “chupan” sangre, sino que la lamen.

Cuando los nobusama se hacen viejos se convierten en Yamachichi, que más bien tienen la apariencia de un mono, mientras sus víctimas duermen les succiona la fuerza vital por la boca, luego les da un golpecito en el pecho que sella su destino: “morirá al día siguiente”. Pero si corre con suerte y el Yamachichi es interrumpido en el acto, se dice que su vida será más larga de lo predestinado. Finalmente, el Nodeppo tiene la apariencia de una ardilla voladora, y al igual que los Nobusuma “chupan” la sangre del rostro de la víctima, con la diferencia que ellos pueden “soplar” enjambres de murciélagos desde su boca para distraer a las víctimas y abalanzarse sobre su rostro.

A pesar de estos tres últimos, la reputación de los murciélagos no ha decrecido en Japón; sus representaciones en el haiku —poema japonés— son abundantes, incluso el maestro Matsuo Basho (1644 – 1694) les dedicó uno:

Sal tú también, murciélago: todos los pájaros entre las flores de este mundo flotante.

En la actualidad

Los murciélagos japoneses son personajes que aparecen en todos los medios visuales: mangas, anime, videojuegos, series y películas, y lo interesante es que debido a esa dualidad de representaciones los podemos ver como antagonistas o protagonistas. Una de las primeras apariciones del Batto —murciélago— la dieron los kamishibaiya —cuentacuentos callejeros— quienes en 1930 presentaban las aventuras de Ogon Batto —el murciélago dorado— héroe que saltó a la fama en películas y series de televisión. Pero no ha sido el único, en la serie animada de Akuma-kun basada en el manga homónimo de Shigeru Mizuki aparecen tres antagonistas: Mekishiko-Komori —Murciélago México—, Komori-Neko —Gato murciélago— y Chibi-Komori —murcielaguito— quienes tratan de frustrar los planes del protagonista.

La representación más “bonita” de un komori se la debemos, por supuesto, al universo de Hello Kitty. Nos referimos a “Dragonia-Pablo-Melancolía-Maurice-Bahamut-DuPont-Drake”, amigo de Kuromi para quien recordar el nombre es un incordio, por lo que le apodó Collimo, una especie de murciélago-unicornio de color verde acua. Podríamos continuar con las alas de murciélago de Devilman o Devilman lady, pero un antagonista que nos llamó la atención y que al día de hoy sigue apareciendo en la serie tokusatsu —películas o series de ciencia ficción con ingentes cantidades de efectos especiales— Kamen Raider (1971-presente) es Komori Otoko —Hombre murciélago— o Ningen Komori —murciélago humano— ya sea como amigo o enemigo.

Definitivamente, los murciélagos ocupan un lugar privilegiado en el folklore japonés, ¡es que existen hasta como pokemones! Y a usted, ¿le gustaría saber más sobre murciélagos? De ser así, le invitamos a que escriba a: gamboabatnights@gmail.com y se inscriba en las Noches de murciélagos, auspiciadas por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, sede Gamboa. Se lleva a cabo el primer domingo de cada mes y no solo aprenderá más sobre estas criaturas nocturnas, sino que comprenderá lo útiles que son para nuestro ecosistema. Aproveche y coopere con los científicos que dejan sudor y sangre para enseñarnos sobre komori o batto, y lo mejor de todo es que los guías —científicos especializados— garantizan que no habrá encontrones con ningún Nobusuma, Yamachichi o Nodeppo.

Rolando José Rodríguez De León es Doctor en Comunicación Audiovisual y Vice-decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Panamá.

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