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'Atleta A', un crudo relato de abusos y presiones en la gimnasia
- 16/07/2020 00:00
- 16/07/2020 00:00
Cuerpos voladores, leotardos multicolores y muchos huesos lastimados son los ingredientes de uno de los deportes más vistos en los Juegos Olímpicos: la gimnasia.
Generalmente liderada por mujeres, las atletas se enfrentan al dolor, largas horas de entrenamiento y tiempo limitado para otras actividades, en su búsqueda por el oro y el reconocimiento internacional. Sin embargo, tras las puertas a donde no llegan los camarógrafos –ni los padres de familia–, hay mujeres jóvenes y niñas sufriendo los abusos de una organización enfocada en mantener su reputación por encima de todo.
El documental Atleta A, titulado en honor a la entonces gimnasta anónima, retrata décadas de abuso por parte del doctor Larry Nassar. A través de una investigación del medio Indianapolis Star se reveló la cultura tóxica de USA Gymnastics, basada en proteger la marca y no a las niñas.
Muchas de las aspirantes a ser gimnastas olímpicas empezaron sus entrenamientos a temprana edad, muchas de ellas desde los tres años, otras desde los 12 como máximo, siendo el foco de maltratos emocionales y físicos a manos de sus entrenadores, quienes eran lo suficientemente estrictos para considerar un golpe, un motivador efectivo.
En la cruda pieza audiovisual, los directores Bonni Cohen y Jon Shenk muestran la realidad de lo que fue una de las revelaciones más impactantes en el mundo deportivo estadounidense, incluso con algunos cabos sueltos en países europeos. En 1976, tras la victoria de la joven de 14 años Nadia Comaneci que la hizo merecedora de la medalla de oro con un “perfecto 10”, la estética de la gimnasia en Estados Unidos cambió. Fue entonces cuando el foco de atención eran las niñas, las jóvenes de mediana estatura y con complexión fuerte, en vez de mujeres adultas entrenadas.
Eso no habría sido un problema, si no hubiera sido porque, con el tiempo, el enfoque de la organización USA Gymnastics –como de muchas empresas– se centró en la reputación y el dinero. En el documental conocemos la historia de Maggie Nichols; su testimonio inició una cadena de reportes en cuanto a abuso sexual por parte de Nassar, quien era el terapeuta y doctor asignado a las atletas. Tras dos décadas y más de 500 mujeres abusadas –registradas hasta mediados de 1990–, Lassar recibió el castigo de la ley en 2018, tras una sentencia de 40 a 125 años en prisión dado que ya poseía dos sentencias anteriores bajo acusaciones de abuso sexual y posesión de imágenes de abuso infantil.
Cohen y Shenk nos envuelven en historia sobre los riesgos que sufren las apasionadas a este deporte, con una visión extendida hacia los horrores que muchas niñas pasaron a puertas cerradas en un campamento de entrenamiento privado en Texas, conducido por el matrimonio de entrenadores olímpicos Béla and Márta Károlyi, quienes habían entrenado a Comaneci anteriormente. Sus métodos de entrenamientos eran estrictos, privados y aisladores para las jóvenes, alejándolas de familia, amigos y personas externas de la organización, creando mayor vulnerabilidad para los abusos de los que fueron víctimas.
Durante el documental lo que más salta a la vista son los constantes gritos a las niñas, los golpes por ser un poco menos que “perfectas” y la exigencia sobrehumana de aterrizar con excelencia en cada tapete, pese a padecer de huesos rotos o esguinces.
Estas prácticas de “tortura” se corroboraron cuando la exgimnasta de élite Jennifer Shey, autora del libro Chalked Up, contó sus experiencias dentro de la organización y los constantes abusos de poder de los entrenadores, médicos e incluso administradores como Steve Penny, quien fue presidente de USA Gymnastics desde 2014 hasta 2018. Una de las imágenes más desgarradoras en la cinta es la grabación de la gimnasta Kerry Strug, excampeona olímpica en 1996, cuando al caer en un salto se le ve cojeando y volviendo al inicio, solo para lograr un aterrizaje perfecto en su segundo salto y ser coronada como “atleta competitiva definitiva”, cuando en realidad estaba sufriendo un dolor intenso por una lesión severa.
Al conocer las historias detrás de estas grabaciones, los insultos de los Károlyi hacia las chicas cuando ganaban peso y las incontables sesiones de “tratamientos” realizadas por Nassar, los actos que el mundo consideró “heroicos” y hasta llenos de valentía se reducen a un comportamiento basado en el miedo al que estaban atadas las chicas, conscientes de que, de perder o no obedecer incondicionalmente, sus días en una de las organizaciones más elitistas y reconocidas a nivel deportivo, podrían estar contados.
“La línea entre el entrenamiento duro y el abuso se vuelve borrosa”, comentó una exgimnasta en su testimonio, y esta frase se vuelve algo obvio para los que seguimos viendo el documental lleno de verdades crudas y dolorosas. Los padres de Nichols confiaron en que Penny se encargaría de llevar a Nassar a las autoridades luego de dar el reporte de su hija, solo para ser engañados y obligados a mirar hacia otro lado para proteger el futuro deportivo de ella. Por otra parte, el equipo de Marisa Kwiatkowski, periodista de investigación para el Indianapolis Star, junto con los periodistas Mark Alesia y Tim Evans, bajo la atenta mirada de su editor Steve Berta, se dedicaba a revelar caso por caso de jóvenes que los contactaron tras un artículo sobre los abusos sexuales en USA Gymnastics en 2016.
Las exgimnastas Rachael Denhollander, Jessica Howard y la excampeona olímpica Jamie Dantzscher enviaron correos a Berta, siendo testigos clave para la investigación del periódico y llevando consigo información que hizo que Berta investigara, con varios médicos deportivos, si había algún tipo de lesión que pudieran sufrir las atletas que requiriera penetración digital vaginal o anal para un chequeo de rutina, a lo que descubrió que no, que era simplemente un método de abuso de Nassar.
La bola de mentiras fue creciendo de tal manera, que para cuando los reporteros del Indianapolis Star encontraron evidencia sobre Nassar, también desenmascararon una serie de violaciones a la ley de los estados de Michigan y Texas, donde especificaba que Penny, al no reportar de inmediato los testimonios de Nichols y otras gimnastas sobre Nassar, había permitido el abuso continuo de las mismas por cinco semanas antes de transferir los reportes al FBI.
Mucho podrá contarse en un futuro sobre los sucios secretos que salieron a la luz durante estos tiempos de incertidumbre, pero a la vez de las sobrevivientes que lograron tener la suficiente valentía para lograr hacer justicia para ellas y las demás atletas que sufrieron el haber conocido a depredadores sexuales como Nassar. En una cultura de streaming continuo, documentales como Sobreviviendo a R Kelly, Dejando nunca jamás, Intocable (sobre Harvey Weinstein), Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico y otros, han dejado abierto un camino de investigación y cuestionamiento.
También deja un rastro que abre los ojos ante la protección de malhechores entre sí, únicamente para satisfacción de sus deseos sin un deje de importancia ante la violación de derechos y destrucción de autoestimas y sueños de sus víctimas. La importancia de estos documentales no es saciar la sed de curiosidad de los espectadores, sino dejarnos ver que hay un camino largo que recorrer para unir a personas buenas dispuestas a obtener justicia en medio de un sistema gubernamental incapaz de cumplir el propósito de protección y servicio por el bien de la población.
"En un momento de gran revuelo por la protección de los derechos humanos se unen los documentales como 'Atleta A' que dejan ver el largo camino que nos espera para lograr transformar un ejercicio jurídico cada vez más teñido de incapacidad e indiferencia contra los jóvenes. Encapsular sus historias en formato audiovisual para el mundo es un pequeño homenaje a la valentía de las mujeres que lucharon por su libertad tras años de abuso y maltrato".