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- 02/04/2021 00:00
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En la corte celestial brilla por su humildad, sus virtudes y su gran amor a Dios, a su Santísima Madre y a la humanidad, san Martín de Porres, hijo de la madre panameña, la piadosa Ana Velásquez, natural de La Chorrera, y el noble español don Juan de Porres.
San Martín de Porres nació en la ciudad de Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579, y subió su alma al cielo prometido el 3 de noviembre de 1639. Inmenso júbilo embargó a san Martín de Porres cuando ingresó como hermano lego en la Orden de Predicadores de Santo Domingo, en cuyo convento sirvió a Dios y a su Santísima Madre y se complació en servir a la humanidad con la mayor consagración.
El sumo pontífice Juan XXIII cuando lo canonizó elevándolo a la gloria de los altares, el 6 de mayo de 1962, lo llamó el más humilde y fiel siervo de Dios. El invocado Ángel de Lima se distinguió por su vida de santidad, por su generosidad, por proteger a los pobres y servir con consagración a los enfermos y a todos los necesitados. El hermano Martín lo era en realidad para servir y para amar, y todas sus acciones complacían al supremo Creador que le dio el más noble y humanitario de los corazones.
Millones de fieles en el mundo invocan diariamente al glorioso san Martín, para solicitarle su intervención ante el Ser Supremo y el don de sus gracias. Y su humilde corazón es tan generoso que su santo nombre es en todas partes símbolo de amor y de acciones caritativas. Su vida de intensa dedicación a Dios y de servicio a la humanidad constituye un dignísimo ejemplo.
La satisfacción de servir distinguió siempre a san Martín de Porres, por ello en vida fue muy amado y después de su ingreso al celestial paraíso, sigue siendo inmensamente amado e invocado. En todos los tiempos se dirá: Gloria al santo de la humildad, al protector de los pobres y los necesitados, al consagrado enfermo y al fiel siervo de Dios y de su Santísima Madre. Panamá, el Perú y el universo entero tienen para san Martín de Porres eterna gratitud y devoción que se han arraigado en todos los corazones de sus múltiples devotos.
Invocamos hoy como siempre, al glorioso san Martín de Porres para que prodigue sus gracias y su santa protección a su tierra nativa, el Perú, a la tierra de su cara madre, Panamá, y todos los pueblos del mundo donde su nombre se invoque.
Nota del editor: Este escrito fue publicado originalmente en La Estrella de Panamá el 5 de noviembre de 1971.