Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 18/06/2023 00:00
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Hoy domingo 18 de junio se conmemora el 93 aniversario de uno de los eventos más importantes del boxeo panameño y latinoamericano, la pelea por el campeonato mundial peso gallo de la Comisión Atlética del estado de Nueva York (NYSAC), en el Queensboro Stadium de la ciudad de Long Island, en 1929.
Esa noche, unos 14 mil espectadores pagaron entre $29 y $32 cada uno para ver el encuentro entre el español Vidal Gregorio, de 21 años, y el panameño Teófilo Al Brown, de 27 años.
En voz alta se nombraba a como favorito al hábil y veloz español, un recién llegado al ambiente boxístico internacional que no obstante traía una trayectoria importante, especialmente su reciente triunfo sobre la sensación cubana del momento, el famoso Kid Chocolate.
Las apuestas se inclinaban, sin embargo, abrumadoramente a favor del “negro panameño”, un boxeador más experimentado que sobrepasaba a Gregorio en altura (media 5 pies 11 pulgadas y tenía un alcance de 76 pulgadas).
Los apostadores demostraron tener la razón. La noche del 18 de junio, Al Brown arrojó al piso a Gregorio tres veces y los jueces le dieron la Victoria por decisión unánime. El panameño se registraba esa noche como el campeón de peso gallo pero, en el ambiente boxístico del momento, muchos intentaron disminuir su triunfo.
En lugar de celebrar al primer latinoamericano que se alzaba con un campeonato mundial de boxeo, los periódicos de la ciudad de New York hablaban al día siguiente de la “poca impresión que había causado” Al Brown entre los espectadores, de los abucheos que le habían lanzado y protestaban de que había sido una pelea monótona que “mostraba por qué Brown no era popular”.
“Nunca hemos visto a un boxeador arrojar tantos jabs izquierdos como este esqueleto negro… pero en lugar de intentar arremeter contra el contrincante se retiraba de inmediato como un bully escolar…. Ha sido una pelea desagradable, cada asalto siendo una copia del anterior”.
Para Panama Al Brown, las críticas de la prensa de NY no eran nuevas. Lo más pronto que pudo viajó de regreso a París, donde residía desde 1926, buscando un sitio donde se le aceptara y ofreciera una dosis de respeto y admiración.
Alfonso Teófilo Brown había nacido en la ciudad de Colón, república de Panamá, el 5 de julio de 1902, hijo de un inmigrante y ex exclavo originario de Tennesse llamado Horacio Brown, que murió cuando él tenía apenas 13 años. Su madre era la empleada doméstica Esther Lashley, originaria de Martinica.
Descubrió el boxeo siendo adolescente, cuando trabajaba en el US Shipping Board de la Zona del Canal y se contagió de la fascinación que este deporte ejercía sobre los soldados estadounidenses. Empezó a frecuentar el gimnasio de Colón y poco después participaba en peleas de aficionados. Al cumplir los 20 años, debutó como profesional, ganando el 19 de marzo de 1922 su primer título contra José Moreno.
Sus extraordinarias condiciones físicas para el boxeo convencieron a sus amigos y mentores de que no tenía razón para quedarse en su patria y de que debía viajar a Nueva York a buscar suerte, siguiendo el ejemplo de su admirado Kid Norkolk, quien había vivido y peleado en Panamá durante muchos años.
Brown se embarcó a la ciudad de los rascacielos como pelador de papas y allá encontró a su ídolo, quien lo conectó en el ambiente y lo ayudó a encontrar un gimnasio para entrenarse, el Grupp Gymnasium and Athletic Club, en la calle 116.
Brown perfecciona su técnica, pero de acuerdo con José Corpas, uno de sus más reconocidos biógrafos, Estados Unidos era en esa época un lugar de intolerancia y discriminación. El ambiente del boxeo en especial, era uno contaminado por hombres poderosos que no gustaban de los boxeadores latinoamericanos a los que consideraban una amenaza a sus intereses.
Su propio manager, Dave Lumiansky, un joven abogado propietario de una pequeña compañía de seguros, era un explotador que retenía el 75% de sus ingresos.
Pero Al Brown era demasiado bueno. Aun en ese ambiente tan desfavorable hizo una carrera meteórica. Un año después de su llegada a la ciudad, bautizado como “Panama” Al Brown, logró 11 triunfos consecutivos antes de perder ante Jimmy Russo, en diciembre.
En 1925 se anotó otros 11 triunfos en 13 combates. En 1926 peleó por primera vez en el ansiado Madison Square Garden, donde ganó a Teddy Silva en un nockout en el tercer asalto.
Ese año se mudaría a París, en busca de un ambiente más abierto y tolerante. Allí obtuvo respeto por su inteligencia, su original personalidad y su interés en las artes. Allí conoció el amor en los brazos del poeta Jean Cocteau, que más tarde le brindaría apoyo para salir de la ruina privada y profesional.
Desde la Ciudad Luz allí seguía enfrentando rivales en combates escenificados en Francia, Italia, España y Noruega. Pero el problema era que los mejores boxeadores preferían pelear en Estados Unidos. Brown regresaría allá en múltiples ocasiones para encuentros importantes como el de 1928, por el título de peso gallo de la NBA. Su rival era Kid Francis, una joven promesa del boxeo que hasta entonces solo había perdido tres de setenta y tres peleas.
Kid parecía perfilarse como ganador, pero el día del encuentro, Brown lo dejó fuera de control y le ganó en 12 rounds. Se le nombró por primera vez campeón, pero los amos de este turbio deporte no tardaron en denigrar su triunfo.
“La decisión, aunque justa, no gustó a los fanáticos. No hubo nockout, y el único daño lo sufrió la nariz de Francis, que sangraba un poco hacia el final del encuentro, repetido objeto de la izquierda de Brown”.
Días después, varios oficiales de la NBA de alto rango, que se habían opuesto a que Brown peleara por el título en primer lugar, pidieron una reunión con el nuevo presidente de la Asociacion. Un mes después, esta emitió una nota de prensa que leía: “En la lista previa de la Asociación parecía que la Asociación reconocía a Al Brown como campeón del peso gallo, pero el puesto ha sido declarado ahora vacante”.
No hubo ninguna explicación, pero muchos estuvieron convencidos de que no era otra cosa que racismo y discriminación. “Brown no gustaba porque era demasiado negro, demasiado gay, demasiado bueno o tal vez todo junto”, diría José Corpas, uno de los biógrafos que en los últimos años se ha interesado en rescatar su figura (José Corpas: Black Ink, 2016).
“Dentro del ring era el rey, era poderoso.. pero fuera era un indocumentado, negro y gay, que luchaba por salir de la pobreza siendo sujeto de todo tipo de burlas y vejámenes (Eduardo Arroyo: Panama Al Brown, una vida de boxeador, 2017).
Con el éxito llegaba el escrutinio público de su estilo de vida y en un momento en que el racismo ni siquiera se intentaba disimular y cuando ser homosexual era considerado una enfermedad. No le ayudaban sus borracheras o uso de drogas en los nightclubs de Harlem o sus apariciones en los bares de dudosa reputación.
Su conducta fuera del ring afectaba su destino. Se le despojó de su título y permaneció como un campeón no reconocido. La prensa homofóbica continuó denigrándolo.
Afortunadamente, la historia le ha reconocido su lugar como uno de los más grandes pesos gallo de todos los tiempos, un boxeador excepcional, víctima de su tiempo. En los últimos años, su vida ha cobrado gran interés, y además de las biografías de Corpas y Arroyo, en Panamá se filmó un documental sobre su vida en el año 2017, con guión de Delfina Vidal y bajo la dirección de Carlos Aguilar. Como segunda parte de este proyecto, se encuentra actualmente en post producción lo que en términos del mercado panameño es una mega producción con más de 450 participantes.
La cinta de ficción está protagonizada por el actor cubano colombiano Leo Fuente y por Gabriel Pérez Mateo, Gabriela Gnazzo y producida por Sixta Díaz y codirigida por Ricardo Aguilar y Manolito Rodríguez.
La noche del 18 de junio de 1929, Alfonso Teófilo Brown alcanzaría definitivamente su posición como primera figura mundial del boxeo en los pesos gallo, una que mantendría durante varios años.
En diciembre de ese mismo año, setenta y cinco de los más importantes críticos del boxeo de Estados Unidos hicieron una votación para elegir a los mejores peleadores del año.
Brown recibió 57 votos para el primer lugar, trece votos para el segundo. Tres votaron por él en el tercer lugar. Uno lo eligió de 5 y otro de octavo, para completar los 75 votos.
Era una diferencia notable con respecto a Bushy Graham que alcanzó el lugar, elegido número 1 por 12 críticos, 44 para el segundo lugar. Los seguían Andy Martin, Newsboy Brown, Kid Francis y Franke Anslem.
Las hazañas de Panama Al Brown abrirían un capítulo nuevo en los anales de la historia del boxeo, suscitando la admiración de los fanáticos en todas partes del mundo y despertando el sueño y la convicción para los noveles peleadores de que los pobres y marginados también pueden llegar a ser campeones.