Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 10/06/2010 02:00
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PANAMÁ. Mejorar la educación superior en Panamá, y por consiguiente el nivel académico de la Universidad de Panamá, es un reto sentido por toda la sociedad y que no ha sido ignorado por las autoridades. Prueba de ello es la Ley 30 del Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior Universitaria, creada en julio de 2006.
Con este instrumento legal nació el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá (Coneaupa), cuyo objetivo es certificar la calidad de la formación superior pública y privada y dar la última palabra sobre la apertura de nuevos centros educativos.
La primera tarea del Coneaupa fue sensibilizar a las autoridades universitarias de la necesidad de autoevaluarse. ‘Si no se evalúan no podrán mejorar’, señala Mariana McPherson, secretaria del organismo acreditador. Con la Ley 30, tanto la UP como las otras cuatro universidades estatales pasaron de ser fiscalizadoras a ser fiscalizadas, al integrarse al Coneaupa el Comité Técnico que éstas conformaban para supervisión de los planes de estudios.
McPherson reconoce que antes no había un organismo que se encargara de vigilar la calidad de la educación. Solamente se revisaban ciertos requisitos para los centros de enseñanza. Con esta ley, se va mucho más allá y se aplica un proceso obligatorio de medición de la calidad.
¿QUÉ SE MIDE?
‘La medición es un asunto bastante complejo’, según McPherson, porque se aplica a los planes de estudios, a la extensión de los centros educativos y a la investigación que se realiza, requisitos que diferencian a una universidad de un colegio. ‘Si una universidad no cumple con estas tres actividades, no puede llamarse universidad’.
Este instrumento, cuya reglamentación está pendiente de ser publicada en la Gaceta Oficial, establece que la universidad que no se acredita la primera vez puede intentarlo de nuevo. Sin embargo, si no lo logra en un segundo intento, se verá obligada a cerrar, sea del Estado o privada.
McPherson lamenta que cuando se creó la ley se perdió un tiempo valioso que las universidades hubieran podido aprovechar para empezar los procesos internos. ‘Como consecuencia de ello, ahora somos uno de los países más atrasados en acreditación’, sostiene la ingeniera.
De las diversas variables de medición, la evaluación por pares es la que McPherson considera más objetiva. Esta alternativa consiste en que colegas de universidades del extranjero evalúan el centro educativo, lo cual permite tener una visión diferente de la que se tiene internamente.
LAS VENTAJAS
La guía con la cual las universidades serán evaluadas ‘la tenemos casi hecha’, asegura McPherson, y agrega que el documento lo han validado con los gremios empresariales, los docentes y las autoridades universitarias para establecer estándares alcanzables. ‘Si nos trazamos niveles muy bajos nadie nos va a respetar en el extranjero’.
Entre los aspectos que medirá esta guía están la cantidad de estudiantes que debe tener un aula, el espacio físico que necesita cada alumno, si se cuenta con biblioteca actualizada, si los estudiantes tienen movilidad hacia otras universidades, si los equipos de laboratorio son adecuados, la formación de los profesores y la calidad de la infraestructura.
La UP, con 144 carreras de técnicos, profesorados y licenciaturas, a la fecha tiene 40 carreras autoevaluadas que entrarán en la etapa del plan de mejoramiento. Otras carreras, como Medicina, Odontología, Farmacia y Enfermería ya fueron evaluadas por pares externos, lo que significa que serán las primeras en acreditarse, dentro de año y medio, lapso establecido en la ley, una vez sea reglamentada.
Justo Medrano, vicerrector Administrativo de la UP, considera que ‘es un proceso lento, pero vamos seguros, los empleadores por primera vez en la historia están participando en los procesos de evaluación y nosotros nos acogeremos a un sistema permanente de revisión de todo el proceso de enseñanza’.
En el caso de las universidades privadas, Modaldo Tuñón, presidente del Consejo de Rectores de Panamá, afirma que los centros privados tienen metas superiores a los niveles que establece la ley. ‘En nuestro caso, las carreras de negocios las evalúa una agencia norteamericana y las otras carreras, una empresa regional. Hay otras universidades que trabajan con agencias centroamericanas. Todos estamos muy comprometidos, hay un avance serio en este campo’.
ESPEJO DEL PAÍS
El problema, sin embargo, va más allá de establecer un sistema de evaluación de la educación superior. Se trata, en opinión de varios expertos, de definir un modelo de país y enfocar hacia allá la formación de los jóvenes.
En este sentido, el catedrático Marco Gandásegui considera que la UP es un espejo del país. ‘No tenemos un proyecto de nación. Los estudiantes se preguntan qué hacemos. La UP necesita, como en los años 50, un proyecto para desarrollar. Esa es la razón de su existencia. Estamos pasando por momentos que lastiman el tejido social y también afectan a esta casa de estudios’.
El profesor y sociólogo recuerda que la UP fue creada hace 75 años para apoyar al Estado en sus proyectos de desarrollo. Sin embargo, en las últimas décadas viene a la deriva y nadie está preocupado por alcanzar la consolidación de la educación con una mejor calidad de la enseñanza y promoción de los valores, y ese es, en su opinión, uno de los grandes temas que la sociedad panameña tiene pendientes.
PANAMÁ. Mejorar la educación superior en Panamá, y por consiguiente el nivel académico de la Universidad de Panamá, es un reto sentido por toda la sociedad y que no ha sido ignorado por las autoridades. Prueba de ello es la Ley 30 del Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior Universitaria, creada en julio de 2006.
Con este instrumento legal nació el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria de Panamá (Coneaupa), cuyo objetivo es certificar la calidad de la formación superior pública y privada y dar la última palabra sobre la apertura de nuevos centros educativos.
La primera tarea del Coneaupa fue sensibilizar a las autoridades universitarias de la necesidad de autoevaluarse. ‘Si no se evalúan no podrán mejorar’, señala Mariana McPherson, secretaria del organismo acreditador. Con la Ley 30, tanto la UP como las otras cuatro universidades estatales pasaron de ser fiscalizadoras a ser fiscalizadas, al integrarse al Coneaupa el Comité Técnico que éstas conformaban para supervisión de los planes de estudios.
McPherson reconoce que antes no había un organismo que se encargara de vigilar la calidad de la educación. Solamente se revisaban ciertos requisitos para los centros de enseñanza. Con esta ley, se va mucho más allá y se aplica un proceso obligatorio de medición de la calidad.
¿QUÉ SE MIDE?
‘La medición es un asunto bastante complejo’, según McPherson, porque se aplica a los planes de estudios, a la extensión de los centros educativos y a la investigación que se realiza, requisitos que diferencian a una universidad de un colegio. ‘Si una universidad no cumple con estas tres actividades, no puede llamarse universidad’.
Este instrumento, cuya reglamentación está pendiente de ser publicada en la Gaceta Oficial, establece que la universidad que no se acredita la primera vez puede intentarlo de nuevo. Sin embargo, si no lo logra en un segundo intento, se verá obligada a cerrar, sea del Estado o privada.
McPherson lamenta que cuando se creó la ley se perdió un tiempo valioso que las universidades hubieran podido aprovechar para empezar los procesos internos. ‘Como consecuencia de ello, ahora somos uno de los países más atrasados en acreditación’, sostiene la ingeniera.
De las diversas variables de medición, la evaluación por pares es la que McPherson considera más objetiva. Esta alternativa consiste en que colegas de universidades del extranjero evalúan el centro educativo, lo cual permite tener una visión diferente de la que se tiene internamente.
LAS VENTAJAS
La guía con la cual las universidades serán evaluadas ‘la tenemos casi hecha’, asegura McPherson, y agrega que el documento lo han validado con los gremios empresariales, los docentes y las autoridades universitarias para establecer estándares alcanzables. ‘Si nos trazamos niveles muy bajos nadie nos va a respetar en el extranjero’.
Entre los aspectos que medirá esta guía están la cantidad de estudiantes que debe tener un aula, el espacio físico que necesita cada alumno, si se cuenta con biblioteca actualizada, si los estudiantes tienen movilidad hacia otras universidades, si los equipos de laboratorio son adecuados, la formación de los profesores y la calidad de la infraestructura.
La UP, con 144 carreras de técnicos, profesorados y licenciaturas, a la fecha tiene 40 carreras autoevaluadas que entrarán en la etapa del plan de mejoramiento. Otras carreras, como Medicina, Odontología, Farmacia y Enfermería ya fueron evaluadas por pares externos, lo que significa que serán las primeras en acreditarse, dentro de año y medio, lapso establecido en la ley, una vez sea reglamentada.
Justo Medrano, vicerrector Administrativo de la UP, considera que ‘es un proceso lento, pero vamos seguros, los empleadores por primera vez en la historia están participando en los procesos de evaluación y nosotros nos acogeremos a un sistema permanente de revisión de todo el proceso de enseñanza’.
En el caso de las universidades privadas, Modaldo Tuñón, presidente del Consejo de Rectores de Panamá, afirma que los centros privados tienen metas superiores a los niveles que establece la ley. ‘En nuestro caso, las carreras de negocios las evalúa una agencia norteamericana y las otras carreras, una empresa regional. Hay otras universidades que trabajan con agencias centroamericanas. Todos estamos muy comprometidos, hay un avance serio en este campo’.
ESPEJO DEL PAÍS
El problema, sin embargo, va más allá de establecer un sistema de evaluación de la educación superior. Se trata, en opinión de varios expertos, de definir un modelo de país y enfocar hacia allá la formación de los jóvenes.
En este sentido, el catedrático Marco Gandásegui considera que la UP es un espejo del país. ‘No tenemos un proyecto de nación. Los estudiantes se preguntan qué hacemos. La UP necesita, como en los años 50, un proyecto para desarrollar. Esa es la razón de su existencia. Estamos pasando por momentos que lastiman el tejido social y también afectan a esta casa de estudios’.
El profesor y sociólogo recuerda que la UP fue creada hace 75 años para apoyar al Estado en sus proyectos de desarrollo. Sin embargo, en las últimas décadas viene a la deriva y nadie está preocupado por alcanzar la consolidación de la educación con una mejor calidad de la enseñanza y promoción de los valores, y ese es, en su opinión, uno de los grandes temas que la sociedad panameña tiene pendientes.