Docencia y gestión universitaria: retos del siglo XXI

Actualizado
  • 01/03/2018 01:00
Creado
  • 01/03/2018 01:00
La conducción universitaria exige un proceso de cambio de paradigmas a todos los ámbitos del conocimiento e impulsa a transformarse y renovarse constantemente 

Históricamente la función del docente universitario ha transitado desde la visión y misión de conservar y transferir el conocimiento acumulado por la experiencia en los años de vida, sumados a la formalización de estos en certificaciones otorgadas hasta la obligatoriedad del contar con una amplia gama de estudios con títulos, de licenciaturas, post grados, doctorales y cursos post doctorales evaluados con estándares normativos para las especialidades variadas como las ciencias que se han ido diversificando producto de amplitud de necesidades humanas y sociales de los conglomerados.

Conceptos como decano(a), que por definición se refiere al miembro más antiguo o de más edad de una colectividad se mantienen solo en su denominación, pero la edad no se constituye en un criterio necesario para ocupar estas funciones docentes, rectorales o de decanaturas. Se puede observar jóvenes profesionales con una vasta formación acreditada en títulos ejerciendo estas funciones.

Las universidades del siglo XXI requieren que los académicos que se incorporen a las tareas primarias de la docencia se comprometan a cumplirlas, pero además a desarrollar acciones paralelas de investigación, de extensión y de gestión.

Nos preguntamos, ¿cómo se traduce esta tríada en la eficacia y eficiencia de la tarea central? Se reconoce que el docente se dedica de forma profesional a la enseñanza mientras que la docencia es la profesión cuyo objetivo cardinal es transmitir y/o gerenciar el proceso de la enseñanza a otras personas, en un marco general o sobre un área en específico, sin dejar de lado la trascendencia del acto de aprender como corresponsabilidad del sujeto y objeto: el estudiante.

Como docente regular de la Universidad Especializada de las Américas nos hemos visto precisados a lograr una simbiosis e incorporar en nuestro accionar profesoral universitario y entrelazar las tareas investigativas, extensionales y las gerenciales que sin temor expreso que vigorizan la tarea de manera exponencial, ya que son estas las que se convierten en brazos que fortalecen el proceso de enseñar y de aprender. La academia es arte en donde se orienta y articulan todos los elementos para la formación de los estudiantes dentro del complejo asunto de la enseñanza-aprendizaje.

Particularmente, en la esfera gerencial se entretejen una serie de acciones viéndose reflejado en la conducción de las instituciones de educación universitaria entendiendo que demandará de habilidades políticas, administrativas, de planificación, de gestión y de comunicación, además de conocimiento y liderazgo académico. La gestión universitaria se ha tornado una actividad estratégica para el futuro exitoso de las instituciones de educación universitaria debido a que el perfil de sus autoridades depende del contexto local o nacional.

La conducción universitaria exige un proceso de cambio de paradigmas a todos los ámbitos del conocimiento e impulsa a transformarse y renovarse constantemente -por exigencias internas y externas- en verdaderos conocimientos, en los cuales coinciden el poder analítico-explicativo y la responsabilidad tanto ética como social, con relación a las personas, la sociedad y el ambiente.

El directivos debemos estar orientados a planificar, organizar, coordinar y evaluar la gestión estratégica de aquellas actividades necesarias para alcanzar eficacia pedagógica, eficiencia administrativa, efectividad comunitaria y la trascendencia cultural. Hacer gerencia universitaria, sin saber qué y cómo se debe gestionar una organización de esta naturaleza, va en detrimento de las potenciales condiciones de éxito en la labor. La gerencia de una facultad docente debe ser reveladora de una inteligencia capaz de integrar actitudes, equilibrar situaciones y concertar condiciones que viabilicen la dinámica institucional, y más aún, encamine los procesos de cambio y transformación que el país, la región y el mundo necesite.

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