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- 22/05/2009 02:00
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PANAMÁ. El 18 de abril de 1994, Panamá conoció la llegada al Arzobispado de monseñor José Dimas Cedeño, el sucesor de Marcos McGrath. Fuera del país, los líderes del Opus Dei celebraban: si McGrath había resultado una muralla contra su ingreso al país, su heredero les abría las puertas del Istmo de par en par. Sus actividades oficiales comenzaron en 1996, pero no fue hasta el 2000 que Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, llegó de Roma y se reunió con Cedeño. Hubo un agasajo en un hotel céntrico al que llegaron 700 personas. “Estoy dando muchas gracias al Señor. Me habían comentado que el pueblo panameño es alegre, hospitalario y tiene una virtud que me ha llenado de gozo: que aquí no se guarda rencor”.
Diez años después de ese viaje, el crecimiento de la organización en el Istmo es asombroso. No tanto por la captación de adeptos sino, sobre todo, por la influencia que parece lograr en los círculos de poder de Panamá. Con la llegada de Martinelli a la Presidencia y luego de la designación de su Gabinete, el Opus aparece como uno de los claros ganadores.
El canciller Juan Carlos Varela es un colaborador activo de la organización, lo mismo que la ministra de Educación, Lucy Molinar. El primo hermano del presidente, Guido Martinelli, también está ligado al grupo religioso. De hecho, Giancarlos Candanedo, director académico del Opus en Panamá, fue el vocero de Varela durante la campaña que lo llevó a la Vicepresidencia.
Si tenemos en cuenta que uno de los grandes propósitos del Opus es influenciar en las políticas públicas sobre reproducción, sexualidad y educación, buscando imponer los lineamientos conservadores y vaticanos, la penetración religiosa en los estamentos del Estado adquiere gran relevancia. Llegó la hora de poner manos a “la obra”.
El Opus Dei es una prelatura personal del Vaticano. Puede actuar en cualquier parte del mundo, sus decisiones son secretas y solo le rinde cuentas al Papa. Tampoco publica los nombres de sus miembros ni su lista de activos.
Uno de sus mayores objetivos es lograr el modelo de sociedad que propone el Vaticano. Mientras unos los llaman “el resguardo moral del catolicismo”, los críticos prefieren otro nombre: la multinacional de la fe.
El Opus enfoca sus esfuerzos en un aspecto esencial de la vida humana: la salud reproductiva. Condenan el aborto, la utilización de anticonceptivos y son reacios a la educación sexual en las escuelas. En pleno siglo XXI aseguran que la utilización de profilácticos favorece el crecimiento del sida. “Los sistemas de control de natalidad son un mal intrínseco puesto que desfiguran la naturaleza de la sexualidad humana", dice uno de sus postulados. De hecho, algunos de sus mayores enemigos son la Unión Europea y la ONU, que promueven lo que la Obra llama “"antinatalidad".
Para lograr sus objetivos, buscan ubicar a su gente en lugares clave: donde se toman decisiones y donde se forma a los jóvenes. Esos lugares son los gobiernos nacionales, los medios de comunicación y las universidades.
Su esfuerzo constante por aumentar su presencia en las instituciones civiles de poder, es, en Panamá, un hecho evidente. Aquí poseen tres centros de formación: en Cerro Azul está el centro de gestión de microempresas Tagua, cuyo equipo promotor está integrado por Lucy Molinar, por Guido Martinelli y Juan Carlos Varela, entre otros. En la urbe el Centro Cultural Rocazul y la residencia universitaria Entremares —casa en Bella Vista cedida a La Obra por el arzobispo Dimas Cedeño—.
El objetivo de la organización, según Crónica , una revista para los miembros, es "santificar y cristianizar las instituciones de la gente, la ciencia, la cultura, la civilización, la política, las artes y las relaciones sociales”.
La influencia del Opus en diferentes gobiernos del mundo es algo que siempre se discute en los medios. ¿Por qué? Porque en las democracias occidentales, el Estado es el que debe velar por los intereses de todos los ciudadanos, defendiendo la libertad de culto y el libre pensamiento. La Constitución panameña dice que el Estado debe ser laico.
“Tu has visto el Gabinete social de Martinelli, ¿Te parece que van a seguir con la ley de salud sexual y reproductiva?”, preguntaba con ironía la primera dama Vivian de Torrijos, en una tumultuosa entrevista publicada por La Estrella.
La llegada de Lucy Molinar al Ministerio de Educación de Martinelli, sumada al nombramiento de funcionarios sin estudios ni experiencia en la gestión, como el caso de Guillermo Ferrufino en el MIDES, abre la puerta para la discusión.
“Yo no sé por qué quieren enredarme en esto”, responde Lucy Molinar, un tanto ofuscada, cuando se le consulta sobre su relación con el Opus Dei.
“Soy colaboradora, pero si quieren mezclar una cosa con la otra, yo simplemente me hago hacia un lado y dejo a los políticos”, dice.
- El equipo promotor del Centro Tagua está integrado por usted, por Guido Martinelli, Juan Carlos Varela. Nos parece pertinente..
- Si, es cierto, estoy. Y si conocieran el lugar se darían cuenta de que le han dado oportunidad a tantas mujeres sin recursos.. Pero quisiera hablar con alguien más de tu periódico, ustedes tienen mala intención.
- El Opus Dei tiene una postura clara sobre salud reproductiva: ¿Usted que opina de la ley que se trata en Panamá?
- Pero eso no es ley de la República y no se puede aplicar cuando no está implementada. Yo creo que sí se debe dar educación sexual en las escuelas, pero una cosa es eso y otra lo que nos quieran imponer desde afuera. Tenemos que aplicar un proyecto de acuerdo con nuestra realidad social.
Mientras, Juan Carlos Varela no contestó su celular para hablar sobre el tema, el que sí lo hizo fue Jimmy Papadimitriu, futuro ministro de la Presidencia.
- ¿El gobierno de Martinelli seguirá la guía del Opus Dei?
- Al final de cuentas las decisiones se toman en Gabinete y todo tiene que ir a debates y a la Asamblea. Veo poco probable que una sola persona pueda hacer algo en ese aspecto sin que se discuta abiertamente.
- Pero son varios.
- Lo dudo mucho. Mira, la designación de Lucy obedece a una decisión del presidente de escoger a las que él considera las mejores figuras para los cargos, en nada tienen que ver en ello sus preferencias religiosas.